Argentina en el balotaje: entre lo nuevo, lo viejo y el porvenir de todo un país

Daniel Scioli y Mauricio Macri.
Daniel Scioli y Mauricio Macri.

Está ante dos modelos opuestos: el de un Estado que amplíe y proteja derechos para todas las clases sociales y el des un Estado espectador de los vaivenes del mercado.

Argentina en el balotaje: entre lo nuevo, lo viejo y el porvenir de todo un país

Está ante dos modelos opuestos: el de un Estado que amplíe y proteja derechos para todas las clases sociales y el des un Estado espectador de los vaivenes del mercado.

El temor ante lo nuevo es, sin dudas, una de las características más intrínsecas del ser humano. Quizá esa sea la razón por la que, a días de la segunda vuelta para las elecciones presidenciales en la Argentina, muchos sectores han reaccionado de manera muy humana. Es decir, con temor. Ese temor suele evaporarse apenas uno entra en contacto con eso que le resulta nuevo y que, para agrandar la novedad, tiene nombre francés, aunque castellanizado, “balotaje” (del francés, “ballotage”). Recordemos que nunca en nuestro país se eligió a un Presidente en segunda vuelta. Entonces, ¿es el balotaje lo que realmente genera temor?

Las dos figuras que se enfrentan en esta inusitada situación política representan dos modelos bien diferenciados. Por un lado, el candidato oficialista Daniel Scioli, quien ganó la primera vuelta por casi tres puntos de diferencia. Por otro, el candidato de la derecha conservadora, Mauricio Macri. Entre ambos, concentraron más del setenta por ciento de los votos. Según los números difundidos por la Cámara Nacional Electoral, Scioli obtuvo finalmente 9.338.449 votos (37,08%), contra 8.601.063 de Macri (34,15%). Como ninguno llegó a 45% ni a 40% con 10 puntos de diferencia sobre el segundo, habrá segunda vuelta para el 22 de noviembre. 

Ambos candidatos coinciden en cuanto a los años de gestión como jefes de gobierno, lo que permite contar con números concretos para comparar a sus respectivas gestiones (Scioli ocho años al frente de la provincia de Buenos Aires; Macri, ocho al frente de la Ciudad de Buenos Aires). De eso se han ocupado los especialistas, esos que se niegan a reconocer que hay temor en el escenario de una segunda vuelta electoral. ¿Y el temor de los votantes, entonces, a qué se debe? Existen, al parecer, dos temores. 

Por el lado de Scioli, parece temerse que no sea capaz de sostener los logros de doce años de un Estado no sólo presente, sino además, combativo ante los embates del mercado y de los poderes que no ven con buenos ojos al legado de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. El temor a que Scioli no pueda con el comando de la nave (encabezar el gobierno del país, al tiempo que logra lideras las decisiones más allá de la fuerte presencia de la Presidenta actual) quizá pueda explicar la ausencia de un apoyo mayoritario para la primera vuelta. Pero, en todo caso, se trata de un temor al porvenir. Una reserva que exige una toma de posición en apoyo “al proyecto”, más allá de quién sea el Presidente.

Decir, en cambio, “derecha” y “conservadora” en la Argentina tiene su peso. Y negativo, por cierto. Se trata de algo que es mucho más que una forma de concebir al gobierno, al estado o a la sociedad misma. Y es que las experiencias de derecha tanto en la Argentina, como en otros países de la región dan cuenta de lo peor para las clases populares: desempleo, desigualdad, pérdida de soberanía, quita de derechos. La derecha, para la Argentina, es el pasado. Un pasado plagado de injusticias, de irrespetuosidad ante los derechos humanos, de defensa a ultranza del mercado por encima de las personas. 

La derecha, para este balotaje se presenta como el paradigma de la “buena gestión”, pretendiendo hacer ver al candidato oficialista Scioli como un mal administrador, ya que no pueden endilgarle ningún caso de corrupción. Algo que los opositores al gobierno de Cristina Fernández, a lo largo de los últimos doce años, han querido establecer como permanente cuestionamiento, a caballo del poder mediático concentrado.

Mucho han hecho para atemorizar a la ciudadanía los medios declaradamente contrarios al actual gobierno. Tan contrarios, que han sido capaces de tapar, y de forma deliberada, lo más negativo del candidato de la derecha: su absoluto desapego por la institucionalidad (récord de vetos para las leyes aprobadas en la ciudad de Buenos Aires); decenas de denuncias por corrupción (comprobadas y documentadas); procesamiento por escuchas ilegales (Macri podría llegar a ser el primer Presidente con un proceso penal abierto). 

Sí se han ocupado los medios concentrados de cuestionar las políticas del gobierno de Cristina Fernández, tildándolas de “clientelistas”, “promotoras de la vagancia” o “irresponsables”, al tiempo que reiteran una y otra vez que Scioli no goza de su simpatía. A esto, debe sumársele la marcada intención de instalar que la suerte del balotaje ya estaría echada en favor de Macri. Nunca antes los medios quisieron ser tan determinantes en la decisión electoral de los ciudadanos.

La Argentina se debate entre dos modelos diametralmente opuestos

 

Sin embargo, lo cierto es que, por estas horas, la Argentina se debate entre dos modelos diametralmente opuestos: por una parte, el de un Estado que amplíe y proteja derechos para todas las clases sociales, con especial énfasis en los menos favorecidos; por otra, el de un Estado espectador de los vaivenes del mercado, nada afecto a incluir a quienes menos tienen y mucho más preocupado por la acumulación de la riqueza en manos de unos pocos.

¿Es Scioli el mejor candidato que pudiera presentar el oficialismo? Muchos consideran que no. Y eso, tal vez, haya sido para muchos el sustento de su temor para negarle apoyo en la primera vuelta. Pero Scioli es el candidato surgido de un proyecto que revolucionó a la Argentina y que la puso de pie tras las nefastas consecuencias del neoliberalismo. Que su estilo no sea todo lo combativo que fue el de Néstor Kirchner o como lo es el de Cristina Fernández nos obliga a madurar políticamente y trascender la imagen mediática del candidato. Esa imagen que los medios concentrados han intentado perjudicar una y otra vez. 

¿Y Macri? Macri no genera temor, porque se teme a lo desconocido. Y a la derecha argentina ya se la conoce lo suficientemente bien para saber que palabras como “exclusión”, “privilegios” y “falta de derechos” son la base de su proyecto. Proyecto que tiene de todo, menos de democrático. Al votante le cabe ahora tomar la decisión de quebrar la protección mediática que Macri ha sabido tener en los últimos años o darle su voto, aún a sabiendas de lo que implica un neoliberal al frente de un país como el nuestro. Así, entre el temor a lo nuevo y las certezas de lo viejo, Argentina se enfrenta a un reto que pone a prueba toda nuestra capacidad para comprometernos y para plantar la cara ante el porvenir. Se trata, en suma, de optar por la democracia de la política o por la dictadura del mercado.

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