Trump abre la mano para que la CIA actúe más por libre

Estampa de la CIA en su sede general.
Estampa de la CIA en su sede general.

Barack Obama puso varias prohibiciones a la agencia a fin de respetar la transparencia en sus operaciones. En meses, Trump las ha eliminado.

Trump abre la mano para que la CIA actúe más por libre

La Casa Blanca se ha vuelto un polvorín desde que Donald Trump pasó a vivir dentro de sus cuatro paredes. El nuevo presidente ha abierto frentes con todo el mundo, políticos, medios de comunicación y cualquiera que se le ponga enfrente. Ahora, quiere llevar su temperamento vehemente a la práctica, y para ello Washington le provee con los dos mejores despachos del mundo en esta especialidad: el Pentágono y la CIA. El mandatario ha aumentado el margen de maniobra de ambas instituciones al permitirle a la segunda el realzar ataques con drones, que hasta ahora, y por restricción de Barack Obama, eran usados sólo para tareas de reconocimiento.

Las directrices del nuevo mandatario dejan sus blancos y negros. La CIA, el Ejército y el Departamento de Estado se rasgaban las vestiduras con la parsimonía de Obama, por lo que el empuje de Trump fue recibido como una excelente noticia. Pero al mismo tiempo surge la preocupación en varias organizaciones de defensa de los derechos humanos e incluso deja con sentimientos encontrados a los mismos dirigentes de seguridad. Nadie en el mundo sabe ni cómo piensa el magnate ni cómo procederá ante absolutamente cualquier cosa. Ese, advierte El País, es precisamente el principal enrollo de los políticos y diplomáticos del planeta.

En su campaña, se atribuyó a sí mismo dotes de estratega militar e incluso llegó a humillar al padre de un soldado musulmán muerto en pleno combate. Ahora, ya como titular del Ejecutivo Federal, ha puesto a tres generales en distintos cargos de su Administración y ha respetado al Pentágono en sus criterios antitortura y apoyo a la OTAN. Al mismo tiempo, no ha ahorrado recursos de ningún tipo para mimar al Ejército e incluso promovió la mayor inyección al presupuesto militar en la última década.

Previo a asumir como mandatario, el neoyorquino comparó a las agencias de inteligencia con la Alemaniza nazi y cargó contra las mismas por acusar a Rusia de haber favorecido la campaña del rubicundo personaje con el robo de información de los servidores virtuales del Partido Demócrata. Semanas después, visitó el cuartel general de la CIA, matriarca de las agencias de inteligencia, y aseguró estar al "1.000%" con ellos.

La veracidad de ese apoyo resulta ambigua. En enero, responsabilizó al alto mando castrense de la muerte de un soldado durante una operación antiterrorista en Yemen. "Ellos querían hacerlo, me contaron qué querían hace", explicó el presidente respecto a la maniobra que le costó la vida a Ryan Owens, miembro de los Navy Seal.

El País presenta que esos guiños de Trump a los militares se debe en parte a que no tiene realmente autoridad dentro de los altos mandos de la institución, por lo que prefiere tenerlos felices y ser un comandante en jefe permisivo. El mismo diario cita a Raymond Thomas, general y responsable del comando de Operaciones Espciales, quien criticó el pasado mes de febrero el "lío increíble" que se dirime entre los puestos importantes del Ejecutivo.

De igual forma, el presidente ha aprobado que se intensifiquen los bombardeos del ejército de su país contra asentamientos terroristas en Yemen sin vencer los filtros de la residencia presidencial. Y de paso levantó la restricción hecha por Obama contra la CIA y el Pentágono de no poder usar drones para ataques contra células de este tipo localizadas en el mismo país o Siria.

Obama había ordenado que la CIA fuera responsable por localizar a los sospechosos, pero que quien fuese que disparara desde los aviones no tripulados debía ser un oficial. Su idea era dar una imagen de transparencia y dignificar su rendición de cuentas, puesto que el Ejército, a diferencia de la CIA, tiene la obligación de revelar sus atauqes y dar cifras de víctimas, ya sean terroristas o civiles.

Pero a Trump le gusta esa idea de imponer su voluntad por la fuerza. Ya en su momento lo dijo: "es hora de que empecemos -Estados Unidos- a ganar guerras otra vez". E iba enserio.

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