La justicia, un derecho y un valor, pero depende para quien: el caso del capitán del Costa Concordia

Costa Concordia.
Costa Concordia.

"El capitán del Costa Concordia triunfa como escritor superventas cinco años después del naufragio", así reza el titular del periódico El Mundo. Noticia indigna para un supuesto homicida, acusado a más de 16 años de cárcel por un caso de imprudencia, abandono y daños al medio ambiente. 

La justicia, un derecho y un valor, pero depende para quien: el caso del capitán del Costa Concordia

El término `justicia´ en la Enciclopedia jurídica aparece como " la cualidad de lo justo. Administrar justicia consiste esencialmente en declarar lo que es justo en el caso concreto sometido al tribunal. La justicia se califica de distributiva cuando aspira a repartir entre las personas los bienes, los derechos, los deberes y los honores, en función del valor y de las aptitudes de cada uno y de su función en la sociedad. La justicia se dice conmutativa para designar la que vela por una igualdad aritmética en los intercambios.". Hoy día parece ser que la terminología o bien no se entiende o bien se toma de la forma que se prefiere en cada momento.

¿Realmente es justo que un hecho tan triste como el que sucedió el 13 de enero de 2012 en las playas italianas se venda de  forma  morbosa? Creo que hemos perdido toda la empatía y civismo característica del ser humano racional. Si 32 muertos y más de 60 heridos no fueron suficientes para detener a este sujeto ante la  publicación de un libro, no sé qué necesitamos para no devorar sus palabras. Y es que en menos de un mes se agotaron todos los ejemplares: la escalofriante cifra de 20.000 copias, por amor de Dios, reflexionemos antes de ayudar económicamente a un hombre que fue -presuntamente- capaz de abandonar a aquellas personas que dependían de él.

El deterioro de la sociedad comenzó cuando el dinero lo pudo todo, eliminando cualquier intento de consideración ética ante la verdad. Desgraciadamente, la ausencia de crítica ante estos hechos es cada vez mayor, lo que conlleva a una abandono social de la reflexión interior o una actuación real, como corresponde. Culpo, entonces, a la sociedad por eliminar la formación socioeducativa, y más aún, relegar las llamadas carreras de entretenimiento -humanidades- al cajón de los innecesarios. Ahora pueden observan para qué sirven esas especialidades y la capacidad de protestar ante lo que creemos intolerable

El trabajo queda hecho, pues la dignidad humana todavía no se ha anulado en su totalidad y sé que muchos de los lectores de este periódico estarán de acuerdo conmigo, si no en el conjunto de mi pensamiento, sí en la necesidad de reivindicar un mundo alejado del consumismo barato, en pro de  una nueva sociedad donde la dictadura del producto no sea un punto importante en nuestras vidas. 

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