¿Profesa Felipe de Borbón la neutralidad que exige la Constitución española?

Felipe VI.
Felipe VI.

A pesar de que muchos consideraron que Felipe de Borbón era el Jefe del Estado adecuado a los nuevos tiempos, a la vista de su relativa juventud y de su indudable preparación intelectual, sus opiniones e intervenciones evidencian parcialidad.

¿Profesa Felipe de Borbón la neutralidad que exige la Constitución española?

A pesar de que muchos consideraron que Felipe de Borbón era el Jefe del Estado adecuado a los nuevos tiempos, a la vista de su relativa juventud y de su indudable preparación intelectual, sus opiniones e intervenciones evidencian parcialidad en cuanto a su concepto esencialista de la supuesta nación española y de su inclinación a la gran coalición participada por el bipartidismo dinástico PP-PSOE con el apoyo de C´s. Ello le puede pasar factura en el futuro.

Los últimos años del mandato del rey Juan Carlos hicieron visible una Corona como Institución que cerraba y daba sentido al sistema de la transición, basado en el bipartidismo dinástico PP-PSOE y en el capitalismo del BOE o de amiguetes, manifestado en las grandes empresas concesionales, constructoras, de distribución eléctrica o bancarias, presentes mayoritariamente en el IBEX 35. Fue Juan Carlos un Rey con un concepto de España muy unitarizante, que llegó a defender en San Millán de la Cogolla (2001) que "a nadie se le obligó nunca a hablar en español", afirmaciòn que descalifica totalmente  a la Casa Real  en cuanto a su sensibilidad respecto de la pluralidad lingüística y cultural española.

La proclamación de su hijo Felipe de Borbón hizo esperar de muchas personas que el nuevo Rey, como hombre de nuestra generación y persona con buena preparación intelectual, iba a conectar mejor con la plurinacionalidad del Estado y a abrir nuevas vías en lo referente a la sensibilidad  respecto de los terribles efectos en nuestra sociedad del desempleo (y, ya hoy en día, del subempleo) y de las grandes injusticias sociales. Pero no fue así. Felipe de Borbón tiene ideas propias sobre  su papel institucional y éste pasa por un abierto intervencionismo, en una tradición borbónica que hunde sus raíces en antepasados del Rey actual, como Alfonso XIII, que llegó a aceptar el golpe militar de Primo de Rivera y posibilitar el reconocimiento legal de su dictadura.

En cuanto a la sensibilidad plurinacional, parece que el Rey Felipe  sintoniza con las ideas de Albert Rivera cuando díjo que "el Jefe del Estado no puede ser neutral con los independentistas". Ni siquiera con los que acreditan en la plurinacionalidad del Estado. Lo vimos al escuchar sus tesis nacionalistas españolas, en su versión más historicista y esencialista,en su mensaje real de la pasada navidad y al comprobar su frialdad, cuando no abierta hostilidad, públicamente mostradas al President Màs y, más reciéntemente, a la presidenta del Parlament catalán, Carme Forcadell.

Pero tampoco parece que los valores de la justicia social y del relevo de las políticas de austeridade sean prioritarios para el Jefe del Estado. Por el contrario y, salvo lo que nos revele el próximo futuro, se diría  que la apuesta del Jefe del Estado es un gobierno apoyado en el bipartidismo dinástico y en Ciudadanos, su comodín. Un gobierno que cuenta con el rechazo de la mayoría de las bases electorales del PSOE y de no pocos de sus cuadros, principalmente los del norte del Estado.

Y es que de la actitud del Jefe del Estado en las próximas semanas dependerá también la futura adhesión del PSOE al sistema monárquico de la transición. En este sentido un gobierno no imposible, como el que podría formar Pedro Sánchez con la aquiescencia de Podemos, IU, PNV o En Marea (con la impagable abstención de ERC y Democracia i llibertat) puede ir despegando sectores cada vez más importantes del socialismo español de la adhesión monárquica. Y el actual Jefe del Estado, por su falta de neutralidad puede ser responsable de ello.


 

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