Me gustó la defensa de Tania Llasera que hizo Sara Carbonero pero no el final...

Sara Carbonero y sus benditas imperfecciones.
Sara Carbonero y sus benditas imperfecciones.

Sara Carbonero se ha unido a la defensa de Tania Llasera por la polémica con su aumento de peso. ¿Benditas imperfecciones? Que no, que ni nos hacen únicos, ni especiales.

Me gustó la defensa de Tania Llasera que hizo Sara Carbonero pero no el final...

Sara Carbonero se ha unido a la defensa de Tania Llasera por la polémica con su aumento de peso. ¿Benditas imperfecciones? Que no, que ni nos hacen únicos, ni especiales.

Parece mentira que en los tiempos que corren tengamos que hablar, una vez más, de lo mismo. Una panda de cavernícolas se han ensañado con Tania Llasera por su aumento de peso en los últimos meses en revistas, redes sociales y demás. La noticia debería ser que esta chica, después de dos décadas, ha dejado de fumar. Una buena forma de motivar a otras personas de que, si Tania lo hizo, por qué no ellos también. Pues no, nos lanzamos a criticar que fue a la Cibeles con sus kilos de más. Está claro que debería meterse en su cueva a comer bollos. (Léase con tono sarcástico)

Esto me enfada profundamente. Yo sé lo que es que te llamen gorda a la cara. Ahora mismo, me daría igual, pero en aquel momento de adolescente, me costó muchos disgustos. Un insulto así, puede hacer caer a cualquier chica en la anorexia o en una de las tantas enfermedades de trastorno de la alimentación.

Pero no sólo eso me parece mal. Mucha gente ha salido en su defensa, como lo estoy haciendo yo. Es un tema delicado con el que, menos mal, nos estamos concienciando, a pesar de que siguen existiendo desfiles con modelos extremadamente delgadas, que parece que se les van a tronzar los palillos que tienen por piernas al caminar. El tema es que, a pesar de que no es santo de mi devoción, de vez en cuando me dejo caer por el blog de Sara Carbonero. He de reconocer que la chica tiene estilo. Por supuesto, tiene su post apoyando a Tania Llasera. Lo cual me hizo asentir con la cabeza, a modo de aprobación, casi todo su texto. Hasta que llegué al final.

Un par de fotos con una cicatriz en un brazo y una mancha en otro, que, por cierto, apenas se percibe. 

Lo que ella llama sus imperfecciones. Imperfecciones que, por supuesto, había tapado hasta ese post.

Se da la casualidad de que tengo en la familia una adolescente recién operada de una rodilla. Todo el verano convenciéndola de que no pasa nada por enseñarla, que eso no es nada… ¡para que luego se le llame imperfección! Ay, Sara… Lo único que consigues es que estas chicas tapen sus cicatrices, como lo haces tú. ¡Que no son imperfecciones! Ni tampoco nos hacen únicos, ni especiales. A nadie le gustan, ni a ti ni a nadie. Hay que vivir con ellas y punto. Y el que diga lo contrario, miente.

A mí me gusta maquillarme. El eyeliner es mi especialidad. Empiezo por el ojo derecho, queda perfecto. Y el izquierdo…va bien, va bien… hasta que llego a la cicatriz. Todos los días la misma pelea.

A lo largo de mi vida, han sido muchos los que me han hecho la misma pregunta: “Hala! Menuda cicatriz en el ojo… ¿Qué te ha pasado?” y nunca me ha molestado contestar, es más, me divierte contar que, por patosa, mi mala suerte y la alineación de planetas en ese momento, me caí justo encima de una lata de sardinas abierta. Y no por eso me siento especial, lo prometo.

Me molestan estos arrebatos de integridad cuando son tan pillados por los pelos. En un par de días, he escuchado a tres famosos decir que se cuidan por su salud. Ojalá fuera cierto. A todos nos encanta vernos bien y que nos lo digan, para que no nos pase como a Tania y seamos blanco de los dardos envenenados de la sociedad. Y quien diga lo contrario, miente.

Comentarios