Vuelve Pretty Woman a Telecinco con su romántico y discreto machismo

Fotograma de Pretty woman.
Fotograma de Pretty woman.

Prefiero la sincera derrota de las prostitutas de carne y hueso, una derrota magnífica, triste y respetable, antes que el final de una película sencillamente asquerosa.

Vuelve Pretty Woman a Telecinco con su romántico y discreto machismo

Prefiero la sincera derrota de las prostitutas de carne y hueso, una derrota magnífica, triste y respetable, antes que el final de una película sencillamente asquerosa.

 

En el cine negro y en algunas películas de los setenta, existe el machismo donde los malos abofeteaban y amenazaban a sus chicas. Aquello formaba parte de una narrativa cultural que hoy todavía algunos especialistas ven como convención de un género que tenía sus luces y sus sombras. El sentido crítico de aquella denigración no escapa a nuestro estudio como semióticos o críticos cinematográficos, pero también es cierto que la dureza del gánster, su mala uva, su cruel trasfondo, se consolidaba con ese machismo furibundo.

Telecinco vuelve a emitir Pretty woman y lo peor de la película es que juega a ser un cuento de hadas, donde la princesa, una prostituta, tiene la mala suerte, o buena, de enamorarse de un ricachón, además tan guapo como un tronista de Mujeres, hombres y viceversa. Lo peor es que en el guión parece que la vida hasta es hermosamente deliciosa, que el amor puede cambiar todo y en especial a un hombre.

Detrás de Pretty woman se encuentra lo peor del machismo, lo peor de la humillación a una mujer, lo peor del maltrato psicológico. Porque se manipula con intención, declarando que las mujeres deben ser bellas, deben ser reposo del guerrero, deben esperar al hombre en casa abiertas de piernas sobre un taburete, deben ser sensibles a la ópera, deben ser estilosas, deben ser voraces en la cama, deben consumir en tiendas de lujo, deben ser defendidas por el macho cuando otro las insulta, deben besar bien en la boca y sonreír cuando se les regala flores. Lo peor, además, es el personaje de Richard Gere, que  salva a Julia Roberts de la prostitución para someterla al matrimonio, a ser chacha y mari.

Pues no sé qué decir. Bueno, que la realidad es otra y que no se sale jamás de la prostitución por amor, que es un lastre emocional, un estigma de por vida, que es humillante y penoso ver a adolescentes en las rotondas de las carreteras de la costa en pleno invierno, y en verano, y en otoño, cuando poéticamente caen las hojas, y que se haga poco o nada por la esclavitud de estas gentes, que es muy triste que una existencia sea tan infeliz e ignorante, que es repulsivo que a una mujer no le quede más remedio que someterse, que ninguna de ellas tenga la buena o mala suerte de Julia Roberts, y que muchas quinceañeras sueñen con pegar el braguetazo al ver esta película. Hollywood ya la lió con Una proposición indecente, pero prefiero la sincera derrota de las prostitutas de carne y hueso, una derrota magnífica, triste y respetable, antes que el final de una película sencillamente asquerosa y más falsa que Judas.

 

 

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