Selena Gomez y el sentimiento de ser algo parecido a un accidente de tráfico

Selena Gómez. / mdpennysaver.com
Selena Gómez. / mdpennysaver.com

Que Selena Gomez declare que su belleza es algo parecido a un accidente de tráfico nos revela la decadencia inexorable de unas estrellas prematuras que Disney factura año tras año.

Selena Gomez y el sentimiento de ser algo parecido a un accidente de tráfico

Leo en clase de Cuarto de ESO una noticia de El País, donde Selena Gomez declara que deja los escenarios a causa del estrés y de su lupus. La biografía de la actriz y cantante está marcada por la orfandad y la pobreza, y por una necesidad de aspirar a las más altas cotas de popularidad a través de los excesos e ingentes esfuerzos personales que convierten a una niña entrañable en una clase de cabaretera donde la explotación de su físico no está nada lejos del esclavismo sexual.

El caso de Selena Gomez es tan sólo un mero ejemplo de muchos casos en los que las monas niñas Disney, una vez que cumplen los dieciocho, se convierten en meros objetos sexuales. Pero nada de esto nos sorprende, porque es una estrategia mercantilista que siempre funciona y que solamente se denuncia cuando el juguete roto manifiesta al fin su previsto hundimiento.

Lo que me sobrecoge es esa metáfora que usa Selena en ese escueto reportaje que mis alumnos intentan comprender: "soy un accidente de tráfico". Selena Gomez atrae por su destrucción como esos accidentes en la autopista en los que no podemos evitar dirigir la mirada. La belleza del cadáver, la belleza del trauma, la belleza de la erosión son esas connotaciones que desprende la desaparición de Selena y otro triunfo esperable del consumismo que revive una y otra vez en productoras incansables de provocar tales accidentes de tráfico.

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