Rosas y Margaritas: heroínas del bando olvidado por la memoria histórica

Mujeres falangistas.
Mujeres falangistas.

A raíz de la presentación del libro Rosas y Margaritas, la autora repasa la labor de las mujeres derechistas en el conflicto bélico y critica la Ley de Memoria Histórica considerándola partidista.

Rosas y Margaritas: heroínas del bando olvidado por la memoria histórica

En el Centro Cultural La Revuelta, uno de los espacios más dinámicos de Sevilla y organizado por la Asociación Cultural Ademán y el Foro de Debate  Melchor de Jovellanos, tuvo lugar uno de los actos literarios más interesantes de la temporada: la presentación del libro Rosas y Margaritas: Mujeres falangistas, tradicionalistas y de Acción Católica asesinadas en la Guerra Civil, publicado por la Editorial Actas. En la Sala la Revuelta, un hermoso recinto del siglo XVII con columnas de fundición de principios del XX,, intelectuales, profesores, escritores y amigos de la cultura, se dieron cita para escuchar la disertación de su autora, Laura Sánchez, profesora de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Juan María del Pino, presidente de Ademán, abrió el acto glosando la intensa actividad de un espacio que aporta a la ciudad un estímulo para el encuentro de las ideas y la promoción de las Bellas Artes. Lidera los eventos culturales en la capital andaluza sin subvenciones ni apoyos públicos. Una sala de exposiciones en continua renovación que acoge tanto presentaciones literarias, conferencias, mesas redondas, foros de debate como cursos de gastronomía. “La cordialidad como blasón, el debate de las ideas como meta y las bellas artes como arma cargada de buenas intenciones, nuestra asociación levanta banderín de enganche para luchar contra lo convencional y la cultura apesebrada” definen categóricamente su gestión.

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Centro Cultural La Revuelta

 

Laura Sánchez Blanco, autora del libro, obtuvo el premio extraordinario de la universidad salmantina por su tesis sobre Mercedes Sanz –fundadora del Auxilio Social de Falange- . Es especialista en los servicios sociales educativos de las organizaciones femeninas de los dos bandos participantes en la Guerra Civil española.

“Todas, estas también, merecen que la Historia les recuerde”

La obra se centra en el conflicto bélico español (1936-1939). La investigadora quiso aclarar que existen numerosos casos sin catalogar e insistió en que su libro recoge sólo un puñado de historias de mujeres valientes que lucharon y murieron por sus ideales, caídas en acto de servicio, en los frentes, en la retaguardia y en puestos de vanguardia. Fueron ejecutadas por defender lo que creían. “Todas –dijo–, estas también, merecen que la Historia les recuerde”.

Estructuró su ponencia en tres partes. En las dos primeras hizo referencia a mujeres pertenecientes ideológicamente al bando rebelde, falangistas y tradicionalistas, (estas últimas llamadas margaritas) perseguidas y asesinadas por sus ideales políticos. La tercera parte la reservó para mujeres condenadas por sus creencias religiosas; algunas de ellas vinculadas a Acción Católica.

Sánchez realizó una disertación breve - para no desvelar el argumento del libro- que sorprendió tanto por su rigor histórico, como por la honda emoción  que despertó en el público ante el relato de los casos de jóvenes mujeres asesinadas, en especial el caso de las enfermeras astorganas de la Cruz Roja de Somiedo o las Mujeres de Acción católica de Valencia.

Finalizó el acto con un interesante debate con el público y la firma de ejemplares por la autora.

La Sección Femenina en la guerra civil

La actuación de la Sección Femenina en este período constituye un fenómeno de características singulares que hasta la fecha no se ha abordado de forma rigurosa. Muy alejadas del estereotipo transmitido por la izquierda de marginación de la mujer conservadora a las labores de casa y cuidado de los hijos, rompieron con los roles establecidos.

Porque las derechas fueron capaces durante la guerra civil de movilizar a un elevado número de mujeres con una intensa actividad social y política. La  Falange femenina pasó de 2.000 afiliadas antes de iniciarse el Movimiento, a la enorme cifra de 600.000 adhesiones en 1939. unas 300.000 formarían parte de Auxilio Social; 20.000 en talleres; 8.000 actuaban como enfermeras; 1.140 movilizadas en lavaderos; 400 en la organización del descanso del soldado; 2.000 en el Servicio de Guerra, y 2.500 en la Hermandad de la Ciudad y el Campo.

Crearon orfanatos, organizaron sedes de Falange,  levantaron hospitales, presidieron sindicatos (SEU) y fueron responsables del Auxilio de Invierno, llamado después Auxilio Social- la organización que más repercusión tuvo en el período bélico con comedores infantiles sufragados mediante cuestaciones callejeras  que aliviaron la situación de los hijos de los movilizados y de los huérfanos.

El jabón letal

Dentro de las campañas de recaudación de fondos fue muy curioso el caso del jabón que vendían con el lema Por la revolución nacional-sindicalista. Por la Patria, el Pan y la Justicia. iArriba España. Con el carácter de designación cuasi-mesiánica que la falange imprimió a sus realizaciones, el jabón llegó a ser como un nuevo distintivo de la Falange, para ellos, lo mismo que en el Antiguo Testamento  se señalaban las casas de los israelitas para librarlas del Angel Exterminador, las de los falangistas se conocían porque en ellas se veía, sin distinción, el jabón nacionalsindicalista. Claro que en este caso, en vez de ser una señal de salvación, se convertía en un arma letal…. era una pista segura para la policía, que ya no le cabía duda de que en aquella casa eran de Falange.

Mujeres en el frente y labores clandestinas

Las mujeres rebeldes no estuvieron en primera línea del frente en la Guerra Civil. José Antonio Primo de Rivera ya había prohibido su intervención directa. al ver las graves represalias que sufrían las mujeres en los actos propagandísticos. Pero aunque es un hecho aceptado  por las famosas fotos de las milicianas fusil al hombro ellas tampoco estuvieron, a excepción de los primeros días. El propio Durruti prohibió su presencia en el frente ya que las relaciones sexuales eran tan frecuentes que en sus palabras “mataban más las enfermedades venéreas que las balas”.

La Sección Femenina nació en unos momentos en que los encuentros violentos entre izquierdistas y falangistas eran muy frecuentes. El Gobierno de la  República, que había ilegalizado a estos últimos, llegó a mantener a miles de prisioneros falangistas en sus cárceles. Las mujeres adscritas de un modo u otro a la Falange pusieron todo su esfuerzo en ayudar a los heridos y a familiares de los caídos en la lucha y en visitar a sus presos. Las funciones que debían desempeñar eran cada vez más comprometidas. Estas muchachas, en general muy jóvenes, desafiaban las prohibiciones de sus padres.  Y las más audaces participaron en labores de espionaje y ayuda en la organización de labores clandestinas y propaganda - su periódico había sido ilegalizado por el gobierno republicano-. Las  tareas de propaganda no consistían sólo en ordenar y distribuir los documentos sino en aprenderlos y comentarlos, identificándose con la línea señalada en el pensamiento de José Antonio. Algunas formaron parte  de la quinta columna que ellas llamaron Auxilio Azul  facilitando comida, documentación falsa y traslado a escondidas hasta las embajadas a aquellas personas que corrían gran peligro.

Mujeres que se entregaron en cuerpo y alma a la defensa de la causa nacional. La osadía se llevó a las más valientes, que permanecieron en los puestos de vanguardia hasta que los adversarios acabaron con sus vidas, encarceladas en checas del terror presionadas para delatar a sus camaradas y hacer apostasía.

Las mujeres ejecutadas por el Frente Popular es un campo todavía sin explorar por la dificultad de encontrar archivos y de investigar las causas de muchas represaliadas en las que su única denominación documental es “ejecutada por derechista” sin concretar el papel desempeñado.Un porcentaje de las falangistas que salvaron la vida fueron voluntarias como enfermeras  en la División Azul en el  frente de mayor letalidad de la Segunda Guerra Mundial.

Ideas religiosas

Mujeres militantes de Acción Católica recibieron la condena por sus creencias religiosas. Prestaban apoyo a los heridos, refugiados y perseguidos, así como a todos aquellos que no renunciaron a su fe y se encontraron con el martirio.

Otro de los temas políticamente incorrectos es abordar el  gran fenómeno de la persecución de los miembros de la Iglesia católica  que afectó  a miles de personas, religiosos y laicos, gran parte de ellos mujeres que  incluyó también la destrucción de patrimonio artístico religioso y documental… Especialmente trágico fue el verano de 1936. Según Gabriel Jackson, "los primeros tres meses de la guerra fueron el período de máximo terror en la zona republicana.. Los sacerdotes fueron las principales víctimas del gangsterismo puro". En esta línea, el historiador y escritor Fernando Artacho aporta un dato significativo: un 80% de los sacerdotes asesinados fueron ejecutados los primeros días del alzamiento -cuando todavía el Frente Popular negaba el estado de guerra-.  Se ha constatado en muchos casos que junto a los sacerdotes morían también las madres y sus hermanas.

¿Ley Memoria Histórica extémpore? 

Una vez muerto el dictador tuvo sentido que se reivindicara con uñas y dientes aquellos capítulos históricos y la memoria de aquellas personas que habían dado su vida por los ideales republicanos silenciados durante décadas. También fue de justicia que se denunciaran los capítulos más oscuros tanto del conflicto bélico en el bando nacional como del propio régimen franquista, también silenciados durante décadas.

El problema fue que estas reivindicaciones justas y legítimas no se circunscribieron a una época “de reparación”  sino que se fueron convirtiéndose en una única monolítica versión oficial, subvencionada y apoyada por todos los poderes públicos incluidos los gobiernos de derechas que ha trascendido al ámbito internacional.

Del criticado mundo maniqueo de buenos y malos del régimen franquista, invertidos los términos, pasamos a un mismo  mundo maniqueo de buenos y malos durante los 40 años que llevamos de democracia.  Se silencia, se ningunea, se obvia o se niegan las evidencias de que en el bando republicano también hubo capítulos oscuros y una violenta represión que  también debe denunciarse y ser recogida para la historia. Esta vez con nuevas fuentes y datos y con el rigor histórico del que carecían cuando fueron utilizados como propaganda del régimen franquista.

Cuarenta años de maniqueísmo franquista y cuarenta años de democracia de maniqueísmo republicano

Cuarenta años de maniqueísmo franquista y cuarenta años de democracia de maniqueísmo republicano. Una España dividida donde cada una tuvo casi el mismo tiempo de juego… En el siglo XXI ya debería haber sido suficiente para afrontar una verdad objetiva, sin demonizaciones  ni edulcoramientos.

Sin embargo la mal llamada Memoria histórica -memoria partidista ya que sólo recupera la memoria de un bando que lleva cuarenta años recuperándose-,  ley ex témpore vino no sólo a consolidar el maniqueísmo, sino a frenar cualquier estudio a contracorriente. Una ley que para muchos juristas es ilegal ya que vulnera la ley estrella de la transición “La Ley de Amnistía” . Personajes nada sospechosos de derechismo como el economista Ramón Tamames o el periodista Javier Pradera se han manifestado en esta línea. Pradera escribió en El País que “la Ley de Amnistía fue el resultado de una reconciliación, basada en un consenso entre vencedores y vencidos de no mirar al pasado, lo que posibilitó el establecimiento de la Constitución”.

Por humanidad, la recuperación de los familiares es digno de elogio- aunque los desaparecidos se cuentan por miles también en el bando azul – pero el problema es que de las partidas dedicadas a esta Ley, sólo un tercio se dedican a ello… el resto dedican a patrocinar foros, estudios e investigaciones que ahondan en la visión monolítica de buenos y malos no permitiendo pasar página a un conflicto que no acaba de cicatrizar. 

Historiográficamente, en este contexto podría afirmarse categóricamente que “todas las guerras las escriben los vencedores, menos la guerra civil española que la han escrito los vencidos”.

Muy significativo es la Fundación Francisco Franco, una de las más ricas en archivos de documentación sin subvención para catalogar y digitalizar unos documentos que son la memoria de todos y la memoria de España -guste o no.  Sin embargo las fundaciones de carácter izquierdista como la Fundación Largo Caballero gozan de todo tipo de parabienes.

Los estudios e investigaciones fuera de esta “historia oficial” no sólo carecen de subvenciones, sino que suelen ser boicoteados tanto por los medios como por los gobiernos (incluidos los de la derecha) y se convierten en trabajos a contracorriente  e incómodos. En esta tesitura nace la obra “Rosas y Margaritas, historia de las mujeres falangistas asesinadas por el Frente Popular”. Un relato de mujeres que no son personas anónimas. Todas tenían nombres y apellidos,  familias, una vida que dieron por sus ideales y por la España en la que creían.

Experiencias duras, heroicas en su tragedia, intensas en su dolor, que por su condición de mujeres y sobre todo por la incomodidad que supone el reivindicarlas en la actual coyuntura histórica son grandes olvidadas.  Porque son las muertas del otro bando, de la otra Memoria a la que nunca se hace referencia.

La lucha de las margaritas y las falangistas fue tan sacrificada como la de las Trece Rosas, cinematográficamente famosas jóvenes socialistas que también fueron víctimas de una brutal e injusta represión.

Y el día en que una frase como la anterior  deje de ser polémica y políticamente  incorrecta  en este país, se podrá decir con justicia que por fin la sociedad ha superado el trauma de la Guerra Civil. Algo que, paradójicamente  y contranatura parece cada día más difícil.

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