La reina Letizia muestra en su viaje a EE UU su adicción a un inapropiado vedetismo
La elección de los looks en su reciente viaje a Estados Unidos deja en evidencia, a juicio de esta autora, una irrefrenable adicción de la reina española al vedetismo.
La elección de los looks en su reciente viaje a Estados Unidos deja en evidencia, a juicio de esta autora, una irrefrenable adicción de la reina española al vedetismo.
Tras la errónea elección de su vestimenta en Santiago, que comentamos en nuestro exitoso artículo de MUNDIARIO titulado Diez errores del verano de Letizia, desacertada en Santiago en las Jornadas del Cervantes, poco que resaltar en sus restantes looks veraniegos. Ningún acierto que destacar y tampoco ninguna metedura de pata 'estelar', de esas que acostumbra a hacer periódicamente, más que el día que lució en el Náutico de Palma sandalias de taconazo y plataforma en un recinto deportivo, maquillaje intenso, pantalán marcando nalgas en color blanco y una camiseta que conjugaba el juego de palabras KK con el nombre de Kafka, a todas luces inapropiada para una reina. No sólo por el guiño escatológico, sino sobre todo por ser un escritor inspirado por el marxismo. Todos pueden imaginarse que nuestra cultísima reina habrá leído a este autor... ya que suele ponderarse su vasta cultura literaria... Pero pocos saben que La Nueva España publicó que Isidoro Nicieza, director de periódico en el que hizo las prácticas, en vistas al alarde continuo que la becaria Letizia hacía de sus lecturas, llegó a inventarse escritores que no existían y preguntarle por sus libros correspondientes... Ella ni corta ni perezosa, no sólo confesaba que los conocía y había leído, sino que sin recato afirmaba que "los estaba releyendo" para hilaridad del director y los que estaban en el ajo...
Para su primer viaje a EE UU como reina, sabia que todas las miradas iban a estar centrada en sus looks y que además sería aclamada con seguridad... Los americanos se pirran por la moda europea y más si vienen de una royal, algo que ellos no tienen desde Jackie Kennedy, que no era reina, pero como si lo fuera. Y así fue. Todos los medios parangonaron su elegancia de 'it queen'... Pero para la óptica europea, el protocolo y el dresscode, lo cierto es que no se esmeró demasiado... y aunque acertó en algunos atuendos, en otros esa irrefrenable adicción al vedetismo la superó y nos deleitó con algún look incalificable entre surrealista-inapropiado-fuera de lugar- como el traje de noche corto de la universidad de Georgetown o el disfraz de cabaretera años 20 que llevó en Miami, al que solo faltaba la boquilla...
Analicemos someramente sus atuendos:
1) El día de su llegada acudió al Instituto Nacional del Cáncer y llevó un correcto vestido de flores de Hugo Boss en tonos suaves grises y rosáceos. Fue el mejor look de la visita americana. Se detectaron ciertos cambios en su rostro, notables, pero complicados de determinar dado que cada vez es más difícil reconocer a esta Letizia en la presentadora del telediario. Bien peinada y complementos adecuados, aunque quizás excesivamente maquillada. De nuevo, le faltaban las medias, imprescindibles en los actos públicos institucionales.
2) Mount Vernon y Casa Blanca con Obama y Michelle: eligió un look discreto: vestido estampado blanco y negro y chaqueta blanca... Mientras los "hombres y maridos" hablaban, como ya estaba programado, acudió con Michelle a visitar el huerto ecológico que cultiva para promover los buenos hábitos alimenticios, muy en sintonía con las ideas de Letizia sobre la nutrición (parecería un chiste viendo los omóplatos de la reina). Ahí, en esa visita comenzaron sus fallos: se despojó de la chaqueta y exhibíó sus brazos de aspecto vigoanoréxico y demostró su error en la elección de zapatos al llevar elevadísimos y finísimos tacones de aguja que iban enterrándose y socavando el huerto de la Casa Blanca.
3) Comisión de Asuntos Exteriores del Senado: Un elegante conjunto, para algunos analistas de autoría de Nina Ricci, para otros una burda copia de Felipe Varela... Compuesto por una falda lápiz y un top de cuello halter cerrado con botones. Bien peinada y conjuntada pero lo desnudo de sus brazos antiestéticos y los brillos no eran los adecuados para la sobria Washington. Tampoco la ayudó que se difundiera la foto de Nicole Kidman con el mismo modelo, cuya comparativa la dejaba en muy mal lugar.
4) En el tercer look ya le perdió su vena... En el acto de la jesuitica Unversidad de Georgetown se reuníó con más de un centenar de científicos. Todas las mujeres, profesoras e investigadoras, iban vestidas con trajes de fin de verano apropiados para la ocasion. Ella no pudo resistirse y se desmarcó -en la conferencia y cena- vestida de cocktail por Varela de nuevo, sabiendo lo criticado que es esta preminencia del modisto. Pero el problema es que no llevaba un traje de cocktail discreto, sino que iba ataviada de starlette, con un traje entalladísimo negro lleno de transparencias y bordados de lentejuelas, brocados y brillos en escote y mangas. Un vestido recargado donde los haya y tal vez muy vistoso para otro momento, otra ocasión, pero no para una reina en el salón de una biblioteca. Parecía un traje de fiesta de noche corto de actriz... Las transparencias en el escote dejaban solo intuir sus senos, pero cuando hacía determinados gestos asomaban las incipientes y simétricas prótesis de silicona, los bordados en las mangas asemejaban tatuajes y en la parte trasera dos círculos que los cursis llamaron "rosetones góticos" culminaban muy inapropiadamente cada una de sus nalgas. Algunos observadores llegaron a afirmar que llevaba un postizo en el trasero, vamos muy adhoc para el colegio jesuítico.