Las transiciones de Juan Ramón Jiménez, magnífico poeta del mar

Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez. / poetas.com

La crítica especializada ha afirmado que la obra de Juan Ramón Jiménez se divide en tres etapas que marcaron la evolución del poeta y su poesía.

Las transiciones de Juan Ramón Jiménez, magnífico poeta del mar

Hay poetas que como Jorge Luis Borges, sí Borges fue además de un magnífico cuentista un poeta, escriben el mismo libro toda la vida. Es decir, que su estilo suele ser el mismo, tanto en lo formal, como en lo temático. Y hay otros, como Juan Ramón Jiménez, que sufren una transición creativa.

Juan Ramón transitó por varias etapas, y al repasarlas surge la posibilidad de plantear una premisa, más una hipótesis, o si no al menos, una forma de interpretar el paso del poeta de un estadio al siguiente. Parece claro que Juan Ramón desfiló las transiciones clásicas de la vida del hombre común, que en él por ser un poeta, y de gran talla, se acentúan, y hacen que surja la posibilidad de asistir como testigo a ellas para contemplarlas, para verlas plasmadas y así meditar en torno a ellas de una manera más bella que si las viviésemos en carne propia.

Esas etapas son las de la juventud, en la que los visos del modernismo por ejemplo simbolizan esa soberbia del joven que cree saberlo todo, y que si se admite la analogía, esta encarnada por el uso de adjetivos ornamentales y grandilocuentes, así como por una poesía muy personalista que se enfoca en el amor a la mujer, y que se expresa con el arrojo y el vigor propia de los jóvenes.

Una etapa intelectual, en la que esa transición hace que el hombre se convierta en un ser más serio, que se toma su tiempo y que está interesado en el conocimiento, en asumir retos y lecturas más complejas. En la poesía ello se manifiesta cuando se opta por leer a poetas “intelectuales”, y en la fabricación de una poesía pura, más elaborada.

Y finalmente una etapa suficiente o verdadera, que apunta a un conocimiento que podría denominarse espiritual o metafísico, en el que el hombre busca entender su condición y prepararse para lo que vendrá, la muerte. En esa preparación, los hombres hacen un viraje hacia Dios. La idea de Dios y la creación comienza a ser central, y en la poesía podría manifestarse en la exploración de lo divino, en la introspección del poeta, en un individualismo que dista mucho de tener las mismas motivaciones que tuvo en la primera etapa. 

Aplicadas tanto a la figura del hombre como del poeta, en Juan Ramón se plasmaron de la siguiente manera. La etapa sensitiva fue una fase marcada por la afición al modernismo, por una influencia innegable tanto de Rubén Darío, como de Gustavo Adolfo Bécquer. En los poemas de esta época son evidentes también los rasgos del simbolismo y el romanticismo que permean la poesía de Juan Ramón Jiménez. Predomina en su poesía el amor, la mujer, la sensualidad y la muerte, pero todos ellos como un desafío. Ejemplo de esta etapa es el poema de Jardines galantes y su obra en prosa, Platero y yo.

La etapa intelectual esta inmediatamente influida por su primer viaje a América, y por su matrimonio con Zenobia Camprubí Aymar, quien lo introduce a los poetas de habla inglesa, entre los que predominan Yeats, Keats, Whitman y Shelley. Se le ha acercado también en esta etapa al novecentismo, movimiento literario y estético español que se relaciona con las vanguardias tan influyentes durante el siglo XX, y cuyo principal exponente en España fue José Ortega y Gasset.

Es en esta etapa en la que el poeta fija al mar como motivo de su obra, un devenir continuo y eterno que está siempre presente. Con esta etapa comienza evidentemente, el tránsito hacia esa evolución metafísica que concretará más adelante. La obra cumbre de esta fase la constituye el Diario de un poeta recién casado, obra ya despojada de todo resabio modernista. Es una poesía mucho más reflexiva que se estructura además en verso libre, o bien en prosa. Es decir que se deja lo formal y se apunta más a concepciones profundas de reflexión.

Y finalmente se llega a la etapa suficiente o verdadera, con un Juan Ramón ya exiliado, y que ha sido testigo de la Guerra Civil Española. Lleno de profunda tristeza por lo que acontece en su país, una cruenta guerra y una dictadura franquista que llegará hasta mucho más allá de su fallecimiento. Además hacia el final de esta etapa vivirá la muerte de Zenobia, cuestión que lo marcará mucho más que haber sido galardonado con el Premio Nobel, noticia que le comunicó precisamente Zenobia en su lecho de muerte.

En esta fase Juan Ramón escribe poesía mística que busca tanto a Dios como a lo absoluto. De esta época es Espacio, en la que escribe un poema en prosa de gran longitud sin que predomine un tema central, caracterizado por un análisis introspectivo del yo como conciencia y del yo como parte constitutiva de la historia.

Son estas tres las etapas que configuran al hombre y que se expresan en la voz del poeta. Juan Ramón Jiménez obtuvo el Premio Nobel en su edición de 1956, pero fue por su poesía que se convirtió en una notable influencia para muchos jóvenes poetas, especialmente para los que conformaron la denominada Generación del 27. Su estela sigue siendo importante en el estudio de la literatura en general, y de la poesía en particular, y se ha dicho que su obra se puede estudiar o dividir de distintas formas, no sólo en las aquí descritas, si bien son las más extendidas y aceptadas por la crítica.

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