Quemando juguetes rotos: Miley Cyrus y Selena Gomez y la combustión espontánea

Miley Cyrus. / lapatilla.com
Miley Cyrus. / lapatilla.com

Sobrecoge la facilidad con la que las productoras consumen a muchas artistas precoces que no soportan el estrés y optan por su propia extinción.

Quemando juguetes rotos: Miley Cyrus y Selena Gomez y la combustión espontánea

Lo malo de la música y de mucho artisteo es su capacidad de intercambiabilidad. Ninguna actriz y ningún cantante son imprescindibles, así que cualquier jovencísima artista de factura Disney, que se atreve a debutar como una Madonna precoz, es fácilmente intercambiable una vez que el juguete roto acaba por desaparecer o por transformarse en un producto que se aleja de su humanidad para representar un morboso exceso de provocaciones y excentricidades.

El caso de Miley Cyrus es la prueba radiante de ese declive sonoro donde la mutación hacia la extravagancia y la boutade no tiene nada de rebeldía o de protesta, sino más bien todo lo contrario. La Cyrus es la confirmación de que la deriva hacia la mañaquería y la gilipollez puede ser también objeto de consumo. Nada que ver con las últimas noticias de Selena Gomez,donde el juguete roto parece haber ardido en un fuego mayor que el de la Cyrus.

El lupus, el estrés y la invocación de los fantasmas del pasado le han pasado factura a la Gomez, recluyéndola en un ostracismo que a las productoras poco interesa porque Selena es intercambiable, como lo es esa Cyrus, que se tinta los pelos de las axilas para ser la más guay dentro de ese mundo de lujos desorbitados en los que hemos de verla desgraciadamente extinguida después de los añicos.