Los primeros signos de violencia de género están siempre bajo el manto de una falsa idea de amor

Campaña sobre la violencia de género.
Campaña sobre la violencia de género.

La violencia de género es un problema estructural, que debe tratarse con un enfoque multidisciplinar, más aún cuando constatamos que no sólo remite, sino que va en aumento. Para Einstein, el mal no está solo en quienes lo cometen, sino también en aquéllos que, sabiéndolo, lo consienten.

Los primeros signos de violencia de género están siempre bajo el manto de una falsa idea de amor

"El mal no está solo en quienes lo cometen, sino también en aquéllos que, sabiéndolo, lo consienten”.

Albert Einstein

Esta semana se ha confirmado la existencia de las ondas gravitacionales, que había vaticinado Albert Einstein hace algo más de un siglo. Esta suerte de curvaturas en el espacio-tiempo se forman como consecuencia de fenómenos cósmicos, como la colisión de dos agujeros negros. El choque debe ser semejante al que se produce cada vez que tenemos un episodio de violencia machista, originando una suerte de ondas que permanecen en la superficie durante un determinado período de tiempo, hasta que se diluyen entre una sombra de temas banales que las vienen a sustituir.

Tomando como punto de partida las reflexiones internacionales, podemos convenir que la violencia de género no es un problema del ámbito privado, y se manifiesta como el símbolo de la desigualdad que todavía existe entre hombres y mujeres, por el mero hecho de serlo. Tenemos que llamar la atención sobre un problema que lleva adheridos demasiado clichés tales como que las víctimas y sus verdugos pertenecen a las capas más bajas de la sociedad. No es así, cuanto más alto es el nivel social del agresor, más se esconden las realidades. Pero no sólo se aprecian estos comportamientos en el hogar, ni siempre la violencia es física, si no que hemos de considerar que todo aquel comportamiento que conculca los derechos fundamentales de la mujer y carcome el principio básico de igualdad es violencia de género, y  se produce, por tanto, entre compañeros de pupitre, en los centros de trabajo, en los lugares de ocio, en las redes sociales… Porque sí, a pesar de que alguien pudiera pensar que este tipo de comportamientos permanecen anclados en el pasado, están más presentes que nunca en el proceder de los adolescentes.

Naciones Unidas define el síndrome de la mujer maltratada como aquel en el que las agresiones sufridas se derivan de los condicionantes socioculturales que actúan sobre el género masculino y femenino

Los primeros signos de violencia están siempre bajo el manto de una falsa idea de amor, que se tiñe de celos y que acaba por formar una relación de agresiones a la libertad sexual, amenazas, coacciones, privación arbitraria de libertad, construcción de derechos ficticios sobre la vida de la otra persona, la falta de respeto a las decisiones individuales,… De esta manera es como lo recoge la Organización de las Naciones Unidas, que define el síndrome de la mujer maltratada como aquel en el que las agresiones sufridas se derivan de los condicionantes socioculturales que actúan sobre el género masculino y femenino, situando a la mujer en una posición de subordinación al hombre y manifestándose en los tres ámbitos básicos de la relación de la persona: maltrato en el seno de las relaciones de pareja, agresión sexual en la vida social y acoso en el medio laboral. Este poliedro complicado es el que nutre, a final de año, la fatídica estadística.

La violencia de género es un problema estructural, que debe tratarse con un enfoque multidisciplinar, más aún cuando constatamos que no sólo remite, sino que va en aumento. Es un fenómeno que hay que tratar de manera integral, comenzando por la educación y siguiendo por una conciencia social  en todos los ámbitos. Porque después de más de un siglo de lucha, la sociedad no ha interiorizado que esta forma de terrorismo también asesina. Acabemos el relato con una cita del genio al que citamos al comienzo, cuando afirmaba que “el mal no está solo en quienes lo cometen, sino también en aquéllos que, sabiéndolo, lo consienten”.  Ni un paso atrás en esta lucha en la que tanto el amparo de la sociedad como de la administración no han de titubear. Ello acompañado de una educación que permita a los jóvenes construir su identidad lejos del dominio y la posesión, que evite el fracaso social y educativo de este país.

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