¿Por qué las porno-dolls contaban conejos blancos en una habitación de París?

Japanese Love Dolls.
Japanese Love Dolls.

El suicida quería volver a ver a cada una de ellas en su diván. París era la ciudad donde las muñecas contaban los conejos de un cuento de Cortázar.

¿Por qué las porno-dolls contaban conejos blancos en una habitación de París?

El suicida quería volver a ver a cada una de ellas en su diván. París era la ciudad donde las muñecas contaban los conejos de un cuento de Cortázar.

El suicida terminó de leer las últimas líneas de Mefisto: "Todos los personajes de este libro representan tipos, no retratos". Golpeó luego la puerta y, cuando la muñeca rubia abrió, encontró a todas ellas en torno a una estatua de hielo. No estaban desnudas en esta ocasión, pero el mismo aire triste en sus facciones delataba que era el final de los tiempos.

Sus cuerpos ligeros, tan ebúrneos como el interior de una ostra, se curvaban sobre la superficie de la tarima. La estatua de hielo ya no constaba de un falo gigante. La estatua de hielo se descongelaba lentamente bajo la mirada fúnebre del suicida que amaba a las muñecas. En una habitación de París, Julio Cortázar contaba conejos blancos mientras deducía nuevas estrategias para sus cuentos. Siempre hay una violencia soterrada en el lenguaje de los antiguos, en los amantes del jazz y en estas muñecas que se abanican las unas a las otras mientras ven pasar la vida a través del umbral.

El suicida conocía el cuento y también las muñecas lo conocían. Bromeaban sobre sus interpretaciones y el hielo de la estatua era un roce sutil sobre las pieles blancas. El suicida dejó la novela de Mefisto sobre la mesa de caoba. Los ceniceros humeaban pacientemente y una de las muñecas, Porn fidelity, adivinó las intenciones del muchacho. Y así sucedió que la bañera estaba lista con todos los utensilios de acero. El suicida recordó a Klaus Mann por última vez y se sumergió en el agua caliente después de coger la cuchilla. Alguien reía en el salón porque los conejos blancos comenzaban a manar de los sombreros de copa.

Comentarios