La pintura de José Aledo: una mezcla inédita entre modernismo y realismo mágico

Obra de José Aledo. / Mundiario
Obra de José Aledo. / Mundiario

Durante décadas, los trabajos del pintor Pepe Aledo se han caracterizado por un tratamiento onírico que se mueve entre referencias literarias y una devoción inédita por el surrealismo.

La pintura de José Aledo: una mezcla inédita entre modernismo y realismo mágico

Durante décadas, los trabajos del pintor Pepe Aledo se han caracterizado por un tratamiento onírico que se mueve entre referencias literarias y una devoción inédita por el surrealismo.

Los trabajos de José Aledo, que se exponen este jueves, 7 de mayo, en Orihuela (Alicante), en la Fundación Caja del Mediterráneo, son una muestra representativa de ese acercamiento arriesgado al surrealismo que desprenden pintores como Pérez Villalta o el propio Botero.

El realismo mágico y una búsqueda constante de representar lo mitológico desde un enfoque lúdico son características de los lienzos de Aledo, donde descubrimos un mundo autónomo, interiorizado, desde hace décadas, por una devoción literaria hacia la poesía y los relatos clásicos. Sus pinturas trabajan siempre desde esa perspectiva atrevida y atrayente, pues lo lúdico se convierte muchas veces en una historia profunda de un sueño intranquilo, perverso y erótico.

Sus animalizaciones, sus bestiarios y unos espacios abigarrados, con muchos matices brillantes y curvos, nos inducen a esa constante ensoñación en la que los referentes son claros, pero repentinamente se alejan de nosotros para introducirnos en esa iconografía particular que podemos encontrar en el Medievo. Su pintura no es azarosa, sus animaciones no son puro entretenimiento, pues hay una fúnebre alegría que transforma el juego en una interpretación inquietante de los referentes que se alojan en metáforas y alegorías de nuestro pasado más remoto. Como si en su fabulación existiera una tendencia al maniqueísmo, a buscar en lo barroco y en la miniatura, una respuesta a esa obsesiva forma de mirar al presente, obsesiva porque sus seres extraviados, díscolos, en continua metamorfosis, describen mejor que nada la necesidad que el espectador tiene de soñar y de perderse en esas fábulas cromáticas del inconsciente.

 

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