Reverte abarrota y reparte mandobles a ambos bandos en las Jornadas Guerra Civil y Literatura

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Arturo Pérez Reverte. / Mundiario

Un hecho luctuoso que sólo se puede superar a través de los libros. El escritor congregó a 600 personas en la jornada de Literatura y Guerra Civil, repartiendo mandobles a uno y otro bando.

Reverte abarrota y reparte mandobles a ambos bandos en las Jornadas Guerra Civil y Literatura

En la Fundación Cajasol de Sevilla se dieron cita 600 personas, en dos salas, para asistir a la disertación de Arturo Pérez Reverte sobre Literatura y Guerra Civil en su segunda jornada. Presentado por el periodista Jesús Vigorra se adoptó el formato entrevista que está tan en boga. Pérez Reverte en sus rápidas y contundentes respuestas, no se casó con nadie y ofreció más de dos docenas de titulares que encenderían -e indignarían- a los simpatizantes de ambos bandos.

Vigorra abrió fuego pidiéndole que aconsejara las obras, a su entender, más recomendables sobre el tema. Eligió  La Forja de un rebelde de Varea y  el A sangre y fuego de Chaves Nogales para el conocimiento del ambiente  republicano y por el otro bando La fiel infantería de García Serrano y el  Madrid de corte a Checa de Agustín de Foxá. También citaría el libro de Javier Marías padre Cómo pudo ocurrir, La historia mínima de la Guerra Civil de  Moradiellos  y la trilogía en comic de Sento Llobell, también presente, como Ian Gibson  en la sala.

La guerra civil en su trayectoria literaria

A Reverte, como intelectual, se le reconoce el gran esfuerzo de síntesis para ofrecer a las nuevas generaciones una visión accesible en su libro La guerra civil contada para jóvenes, muy utilizado en las aulas españolas. Sin embargo, literariamente no había abordado la Guerra Civil hasta Falcó, aunque en El tango de la vieja guardia  aparecía de fondo.

“Ahora me apeteció escribir Falcó por chulería, un personaje dual, sin disciplina  y de moral inetiquetable” – declaró.

Sobre el guerracivilismo

Recordó que cuando era periodista de guerra sólo contaba, no juzgaba ni analizaba, era un reportero de campo que dejaba que el lector sacara sus conclusiones. “Nunca tomé partido”, dijo. Continuó con que todas las guerras civiles  responden a un patrón común aunque varíen ciertas circunstancias: “Ajustes de cuentas entre vecinos porque te quitaban a la novia, la vaca, la herencia y la delación entre cercanos era muy frecuente”. No le dolieron prendas en afirmar sobre la controvertida Ley de la Memoria histórica: “La Guerra Civil española es un asunto que los últimos ocho años se ha utilizado como arma política Se ha revisado con un pretexto no honrado. Presuntamente, quiere recuperarse la memoria de las víctimas, pero al socaire de obtener una herramienta de nueva confrontación”.

“La Guerra Civil se está yendo de las manos con enfoques sesgados y tuits de 140 caracteres . Hay políticos sin formación que manejan conceptos muy peligrosos. La imprudencia de los analfabetos que agitan fantasmas sin siquiera comprender de lo que hablan. Hay que devolver a la Guerra Civil a un lugar serio”, declaró Reverte.

 Se mostró desgarrador al afirmar que “España es un país peligroso, con una memoria histórica de siglos muy áspera y  de gran confrontación. Parecía superada, pero aflora la violencia cainita por razones complejas como ocho siglos de la herencia de guerra con los moros, la Inquisición, los gobiernos totalitarios,..Un país desgarrado en que lo malo  emerge. Hay que arrebatar la guerra civil a los políticos y devolverla a los historiadores y a los lectores que es donde debe estar”. “El odio solo puede combatirse en la escuela con planes de estudio y maestros bien formados”.

Conceptos

“Aunque moralmente el lado republicano era el bueno, no había grandes diferencias entre el idealismo de un chico falangista de 16 años y uno comunista”, dijo el escritor. “En los años 30 los conceptos como fascismo, comunismo y nazismo en una Europa turbulenta, no tenían mala prensa. Todavía no se conocían los gulags y los campos de concentración y se abrazaron de buena fe. Hoy en día ser nazi o fascista  es una barbaridad y ser comunista es una estupidez”, sentenció Reverte.

Continuó hablando del fascismo español y definió a José Antonio como un hombre  refinado y culto que no tenía nada que ver con el bruto de Mussolini y el irracional de Hitler. ¿Cuál sería el fascismo español si José Antonio hubiera gobernado? Nunca lo sabremos.. Su posibilidad de fuga no fue auspiciada por Franco  y éste, un ser sin ideología, convirtió la Falange en la burocracia del régimen y los falangistas joseantonainos acabaron en la cárcel. “Meter en el mismo saco a un idealista falangistas de 16 años con el falangista de bigote, correajes y gomina de los años 40 sería injusto", dijo Reverte.

La guerra fue inevitable

La guerra fue inevitable, tanto Largo Caballero como Gil Robles y Calvo Sotelo arrastraron a la gente de forma irresponsable y por intereses partidistas. El clima de violencia estaba en las calles y el Parlamento.

Tuvo duras palabras para líderes de la izquierda, sobre todo para Largo Caballero, el Lenin español, más violento que los comunistas . Reverte recordó la conocida frase de este socialista “Para acabar con la lucha de clases hay que exterminar a la otra clase”. Pero más agresivo se mostró aún el cartagenero con Franco y sobre todo con Queipo de Llano,.

La República era legítima, pero caótica y con falta de coordinación. Los comunistas fueron los más disciplinados, tenían el apoyo de la URSS  y vertebraron con más coherencia el bando republicano. Recordó cómo en el libro a Homenaje a Cataluña de Orwell queda claro el enfrentamiento entre comunistas y trotskistas al igual que La velada de Benicarló de Azaña, muestra  la incapacidad de  unir esfuerzos y la división entre los que querían ganar la guerra y los que querían hacer la revolución.

“El gran problema de la República fue querer cambiar en dos años, un cambio social que necesitaría un siglo”, dijo Reverte. Frente a los republicanos, su visión del bando franquista fue demoledora, considerándolo estar  al servicio de una voluntad criminalmente única.Aquí sus simpatías fueron claras: la represión fue terrible en ambos bandos, pero en la república la violencia fue descontrolada, aunque cobardemente consentida por el gobierno, pero, en su opinión, en el bando franquista hubo voluntad de exterminio disciplinada con el ejercicio de una política de terror a los oponentesl que  fusilaban sin piedad.

Sobre la posguerra, para Reverte ,fue una lástima que no hubiera una posibilidad de conciliación una vez  “salvada la patria”, No hubo generosidad como si lo hubo por ejemplo en la Guerra de Secesión Norteamericana. Más que la guerra, lo que marcó a la sociedad española fue la represión.

Llegó el turno de preguntas que contestó con brillantez sobre las mujeres en la guerra, la ilegitimidad del golpe, su consciencia y comodidad de ser calificado como “rojo para la derecha” y facha para la izquierda”.

“Hoy es el mundo no es el mismo que en la época del Frente Popular, pero la retórica  y la demagogia extrema es idéntica y  hay una responsabilidad política y social en la utilización de la guerra. La figura del maestro es fundamental y es el único elemento con el que contamos para superar el odio”, dijo el escritor.

Pérez Reverte repartió mandobles a ambos bandos, aunque según las percepciones personales, mucho más a uno que a otro. Muchos de los 600 congregados salieron algo inquietos de la hora y media de disertación, sin tener muy claro la definición del auténtico ramalazo político del famoso escritor. Pero al fin y al cabo, en un escritor de su talla, eso es secundario, y lo que importa son sus libros, que están ahí y quedarán para la posteridad. Una larga cola de asistentes, la mayoría jóvenes veinteañeros ávidos y emocionados de conocer a uno de sus referentes se acercaron a saludarle y que le firmara ejemplares de sus obras. Él encantador y agradecido a sus lectores les atendió. Y como repitió varias veces: “Frente a la osadía de la ignorancia, la única solución para superar la guerra está en el sentido común y en los libros.”

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Cartel de las jornadas de Literatura y Guerra Civil.

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