La novela picaresca El viento de mis velas, de José Juan Picos, en e-book

Las dos versiones de la novela "El viento de mis velas": papel e e-book
La novela picaresca El viento de mis velas, novedad editorial en formato digital.

Al año de su edición impresa, se publica en formato digital la novela erótico-picaresca El viento de mis velas (Peripecias de un empedernido bebedor de café), de J. J. Picos.

La novela picaresca El viento de mis velas, de José Juan Picos, en e-book

Tras una excelente acogida entre los lectores gallegos, la novela erótico-picaresca "El viento de mis velas (Peripecias de un empedernido bebedor de café)" aparece en formato digital en Amazon al año de su edición impresa con La Rectoral de Cines. Su autor, José Juan Picos, es colaborador habitual de MUNDiARIO desde su sección "Mitología para descreídos".

La novela narra las peripecias del pícaro Yago Valtrueno, un empedernido vividor, alegre, vitalista e irreverente, en la Coruña de la segunda mitad del siglo XVIII. Picos eligió este momento histórico porque significó la entrada de la ciudad herculina en la modernidad. Con la liberalización del comercio con las Indias, por entonces monopolio gaditano, Coruña vivió un momento de esplendor comercial y burgués que marcó su carácter actual. La ciudad deja de ser el viejo reducto medieval con su arrabal de pescadores y artesanos para llenarse de banqueros y comerciantes que obtienen sus ganancias tanto de la importación y exportación como de la usura, el contrabando y el corso. Valtrueno les aplica un grado de cinismo que lo acerca, sin duda, al ciudadano contemporáneo.

En su ansia por vivir a contrapelo, Yago se convierte en cafeinómano en una España que adora el chocolate. Como él mismo asegura, su objetivo es morir vivo, "por eso amo el café, porque me mantiene despierto y se lo orino a la Muerte en la cara". Sus camaradas son un viejo librero, don Gaspar Méndez, el padre Verboso, un cura con desenfrenados apetitos carnales, y Morceguiño, un mozo miope con un gusto insano por la disección. Su enemigo acérrimo será un hijo mimado de la alta burguesía coruñesa, Agustín de Estopiñán, caprichoso y cruel.

Aunque la novela nació como ficción histórica, fue José Luis Castro de Paz, catedrático de la USC e historiador del cine, quien, al prologarla, la calificó de picaresca: "Es una reflexiva y melancólica novela de aventuras, visión vitalista, festiva y amarga, de una Coruña, de una España y de un mundo tan a la vez gozoso, destartalado y maloliente a su modo como el actual".

Su carácter erótico lo refrendó todo un antiguo embajador en la Santa Sede, Francisco Vázquez, en la presentación de "El viento de mis velas": "Es histórica y costumbrista, pero, a mayores, erótica". Ese erotismo no le viene de la voluntad del autor de apuntarse a una moda literaria: el siglo XVIII fue espectacular, consumista y erotómano en un sentido absolutamente contemporáneo. Es la centuria de Casanova y Sade, pero también de los coños parlantes de Diderot, de la iniciación sexual de La Bella en manos de La Bestia (no se fíen de Disney), del Arte de Putear de Moratín y de Las amistades peligrosas. Y, desde luego, de las obrillas salaces del fabulista Samaniego: "Y alzándose el miembro fuerte, la moza en él clavada parecía un esclavo de los que empalan en Turquía".

Picos pretende que "El viento de mis velas" sea la primera entrega de las peripecias de Yago Valtrueno. Según el autor, la segunda mitad del XVIII marca el canto del cisne del Imperio español, pero aquella nación aún tenía el vigor suficiente como para mantener una guerra perenne, latente o declarada, con media Europa, y para extender hacia el sur y el norte de América sus colonias. "Únicamente los complejos, la pompa cultural y la merma presupuestaria impiden que tengamos nuestros propios westerns, donde granaderos con mitras de piel de oso y uniformes blancos se enfrenten a cazadores de cabelleras en La Florida, dragones de cuera con lanzas y escudos árabes hostiguen a bandas apaches en Nuevo Méjico o fusileros catalanes establezcan factorías en Alaska". Esa es la época de Valtrueno y de una España desconocida y maltratada que Picos y su editor, el emprendedor coruñés José Luis Saavedra, quisieron plasmar en papel. En aquella edición contaron con la colaboración del pintor Xavier Correa Corredoira, que firmó una bellísima acuarela para la portada. Doce meses después, "El viento de mis velas" se pone a disposición del público en e-book.

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