Memecracia, todos somos 4416

Suma errónea que propició las chanzas entre guatemaltecos.
Suma errónea que propició las chanzas entre guatemaltecos.

Un año atrás la clase media guatemalteca unía fuerzas con norte político, ético y moral, hoy, la furibunda masa ha mutado y una parte de ella se concentra en eliminar un programa de televisión.

Memecracia, todos somos 4416

La chispa incendiaria se dio días atrás cuando en un programa de televisión nacional (de los poquísimos producidos por estas tierras) llamado COMBATE, una joven tuvo un garrafal error aritmético: 248 + 208 = 4416  la cifra logró despertar a la comunidad que durmió mientras las atrocidades comunes de la sociedad ocurrían.

Las redes sociales se llenaron de insultos, adjetivos ruines, burla y sarcasmo durante varios días; el enfado colectivo tuvo afluente hacia la propuesta de “exigirle”, como si eso se pudiera, al monopolio televisivo que cancele el programa. Ocurre, sin embargo, que COMBATE es una franquicia de un monstruo corporativo que cubre gran parte de Latinoamérica. Un David contra Goliat.

Pero el problema no es éste, el verdadero problema crece diariamente y se encuentra enraizado en los inconvenientes más dolorosos y vergonzosos del país. La clase media debería cuestionarse cosas como por qué la educación primaria de esta mujer carece de bases sólidas, por qué la educación primaria de las mayorías carece de bases sólidas, por qué las televisoras nacionales no invierten en educación y cultura, quién gana dinero con el zafarrancho virtual y con el “rating” en vivo “crescendo” de la televisión enlatada; qué es lo que el guatemalteco promedio quiere ver, quién es el guatemalteco promedio.

La clase media debería cuestionarse cosas como por qué la educación primaria de esta mujer carece de bases sólidas, por qué la educación primaria de las mayorías carece de bases sólidas, por qué las televisoras nacionales no invierten en educación y cultura, quién gana dinero con el zafarrancho virtual y con el “rating” en vivo “crescendo” de la televisión enlatada; qué es lo que el guatemalteco promedio quiere ver, quién es el guatemalteco promedio.

Sexismo, misoginia, divisionismo, superioridad, acoso cibernético y otros se mezclaron, paradójicamente, con la genialidad inventiva del chapín y nació lo que me atrevo a nombrar como “Memecracia” (“meme”: idea, concepto nacido del relajo cibernético y “cracia” del griego “krátos”: gobierno, dominio, fuerza), es decir, la fuerza de los Memes, el dominio emotivo y asertivo de las mentes hacedoras de imágenes sencillas y conmovedoras.  Saludemos entonces, al poder que dirige la acéfala masa de la clase media hacia donde poderes cómodamente anónimos y ocultos los deciden llevar cada vez con mayor frecuencia.

La Memecracia en su modalidad chabacana de “bullyng” desveló la naturaleza violenta del guatemalteco desacreditando a una universidad y una carrera, denigrando al género femenino (hubo una resta con otro terrible error aritmético que hizo un chico y de ella nadie habló). Tuvo más empuje la socarronería que la capacidad de tomar esa muestra y analizar y reformular el sistema educativo nacional.

La página, no oficial, de COMBATE tiene 25mil seguidores, esos los que tienen acceso a redes virtuales y dispositivos electrónicos que se los permitan, la cantidad de guatemaltecos que, por no tener televisión de paga se ven orillados a ver todos los días el programa y terminan siendo seguidores, esa cifra debe ser de varios miles.  El 4416 no tienen generación espontánea y tampoco se hace de la noche a la mañana, suficientes décadas y generaciones han dejado estar y dejado pasar los problemas de la educación y éste es solo un pequeño resultado.  Es más fácil dar un “like” y luego un “share” que reformular, refundar, redirigir, revolucionar…  Todos nos hemos reído de nuestra propia creación, todos hemos escrito en esa pizarra 4416 porque consentimos la corrupción que come los cerebros de los niños y roba oportunidades, porque no sabemos qué ocurre con nuestro país, sus dirigentes y su destino, porque nos quejamos pero no actuamos.  La pizarra puede borrarse y colocar un 456 bajo la línea de sumatoria, costará, sí, pero es su deber y el mío; mientras no lo hagamos, todos somos 4416.

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