Habitación 300: El recorrido de una vida que devuelve una niña a la ilusión

Entonces pasan treinta años de risas y lágrimas, extrañando cosas que nunca me dijiste, dolida por palabras que caen rendidas en mi cama como peñascos hasta el amanecer.

Habitación 300: El recorrido de una vida que devuelve una niña a la ilusión

A veces rezo, otras canto: y Dios no obedece cuando le pido la muerte, mientras que es algo como el alma lo que se recompone cuando muevo vocales a la busca de un nuevo mundo; como hay cosas que no se dicen, la música nunca se agotará y cada vez lo digo diferente, nunca me canso de quererte. Y no te conozco, yo creo que me conoces, pero me basta con seguirte hasta el agudo mejor afinado, confiar en mis oídos, oírte y hacer lo que tú, porque, cuando se acabó aquella audición, fumé de camino a mi casa, estaba oscureciendo, tú habías llorado… No le dije a nadie que te vi llorar y sabía por qué, yo sabía que estaba como en un sitio secreto en que había hecho un juramento.

Te reconocí, porque me gusta el cine y te pareces a Grace Kelly, porque sigues hablando con mimos, aunque no recuerde nada de lo que me hayas dicho aquella tarde que estuvimos paseando en la isla de La Toja. Tu niña nos miraba desde vuestro coche a la vuelta, pero el grande daba patadas bajo la mesa y nos echaba la culpa a mi hermana y a mí; ella me llevaba tres cabezas y tomó la iniciativa, yo observaba a los mayores. Ambas familias hemos convivido en la ciudad todos estos años.

Dijo Castelao que hay algo de sobrenatural en esta tierra que nos hace a todos gallegos, pero a mí me gustaría saber de dónde venimos y si habría patria más justa con amor, porque nunca he visto cigüeñas en la marisma de La Toja, pero no podría ya creerme alguna mentira que no me hayan dicho, como que esto es el Tíbet asediado por tanques invisibles que sólo avanzarán si soy mala.

Entonces pasan treinta años de risas y lágrimas, extrañando cosas que nunca me dijiste, dolida por palabras que caen rendidas en mi cama como peñascos hasta el amanecer. Lo que pasa es que hay secretos en el pasado que nos cambian por completo, errores de la inocencia que nos van haciendo crecer y decisiones de última hora que nos cambian para siempre… Pero tienes que entender que estás ahí, como el sol tras una nube, luminosa y tímida, y que no podemos vivir sin música.

Seguro que me excedo en mi admiración, soy una devota de la compasión que ama al hombre y la naturaleza, sin hacer a veces distinción.

Es sólo que he sufrido mucho por tu culpa, por quererte. No sabía lo que era el sueño de China hasta que me colgó un collar de perlas del cuello, me reconoció como mujer, bendijo mi canto ancestral sobre el carretero de uvas que surca los montes como yo mis tres calles.

Me gustaría que estuvieses tan orgullosa que no pudieses más, que no te lo puedas creer y necesites venir a donde vaya para olvidarnos de todo lo que pasó. Tengo que decírselo a alguien, te quiero mucho.

Algunas personas mueren, muere el amor y nace algo nuevo en cada arpegio como pululan las semillas por un campo de lavanda de aroma envolvente como tu abrazo. Y no quiero que te vayas nunca, no sin esperar a algún día que todos lloren por mí porque estoy aquí.

Sé que es difícil que te arrebaten las mariposas del estómago, pero ellas deben volar libres y dar vida a las flores. Es difícil cambiar de fe si la vida hizo una cosa y el destino la cambió, el pequeño Buda no se conformó con un reino, cambiando su país por un reducto de sol.

Así que no te preocupes si vuelvo a perderme porque conozco el camino del sol, no volverá a pasarme nada aunque Galicia se convierta en un desierto asolado por la morriña. No quiero que te arrepientas de lo que sientes, si de verdad eres mi madre, serás fuerte cuando el tiempo se vuelva loco y nos arrastre a la Provenza, al inmenso cielo azul que, donde sea, nos hace a todos estar solos, llorando sin motivo con la angustia de un bebé.


  

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