Un gran ejemplo de recuperación de vida salvaje se encuentra en Gorongosa

Antílopes del Gorongosa. / Marco Salazar
Antílopes del Gorongosa. / Marco Salazar

Este parque africano del centro de Mozambique es un hermoso destino como safari y uno de los mayores éxitos de gestión en cuanto a la conservación de la vida salvaje.

Un gran ejemplo de recuperación de vida salvaje se encuentra en Gorongosa

El Parque Nacional Gorongosa, uno de los mayores de Africa, a través de un consorcio público-privado, ha conseguido en los últimos 20 años un modelo de conservación que equilibra las necesidades de la vida salvaje con las de las personas a través de la actuación sobre cuatro pilares básicos: Turismo, conservación, ciencia y comunidades locales.

Con unos 4.000 kilómetros cuadrados, se sitúa en el corazón de Mozambique, ocupando el extremo sur de la Gran Valle del Rift y parte de las mesetas circundantes. La llanura es inundada estacionalmente por los ríos que nacen a cerca de 2.000 metros de altura en el monte Gorongosa creando, según los diferentes tipos de suelo, una gran variedad de ecosistemas distintos: Pastizales, matorrales, arboledas o sabana, poblados por grandes mamíferos, carnívoros y herbívoros, en claro proceso de recuperación después de haber sido esquilmados en más de un 90% a finales del siglo XX.

Las fuentes naturales de la vida del parque están en el monte Gorongosa, un macizo de granito que recoge la humedad procedente del océano Indico y que alimenta sus cuatro ríos principales: Nhandare, Chitunga, Muera y Vunduzi. Estos ríos, que fluyen por las laderas de la montaña entre densos bosques formando barrancos y cascadas, nutren de agua al parque y a todas las comunidades que habitan en las inmediaciones, sin la cual la exuberancia de vida en esta zona de África nunca sería igual. Pero su recuperación también depende del turista, puesto que el dinero de cada visitante contribuye a salvarlo.

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