Ferrer-Dalmau vuelve a hacer Historia con su nuevo lienzo ‘El precio de la victoria’

El precio de la Victoria
El precio de la Victoria. Ferrer-Dalmau

La Doctora Fidalgo, nuestra crítica de arte más leída, exhibe sin reparos en este artículo su gran admiración por ‘El Precio de la Victoria’, la última obra del pintor Ferrer Dalmau.

Ferrer-Dalmau vuelve a hacer Historia con su nuevo lienzo ‘El precio de la victoria’

Ferrer-Dalmau presenta en el Hospital Gómez Ulla ‘El precio de la victoria’. Batalla de Bailen (1808) / ‘The cost of victory’. Battle of Bailen (1808). Parecía imposible, pero el artista Augusto Ferrer-Dalmau (Barcelona, 1964) se ha superado con su última obra. Y cuando hablamos de cotas de calidad tan elevadas -bien lo saben sus seguidores-, una afirmacion como esta supone palabras mayores.

Presentada en el madrileño Hospital Gómez Ulla, la atipicidad que una obra de arte vea la luz en primicia en este recinto sanitario está plenamente justificada por el carácter castrense del mismo. Y es que en la obra, el artista recrea una instantánea del campamento y el precario hospital de campaña del ejército hispánico tras haber ganado la batalla de Bailén. Entre varios grupos humanos, los ojos del espectador quedan irremediablemente "enganchados" a una escena lateral en la que el cuerpo médico rodea a un soldado que acaba de ser sometido a una cruel pero preventiva amputación.

Otro grupo lo conforman dos prisioneros franceses que acercan a un herido para recibir los cuidados pertinentes, con cadáveres a su alrededor y heridos que esperan ser intervenidos, junto a ellos una mujer del pueblo que se incorpora a la escena para prestar ayuda y en la  lejanía otro soldado que porta en sus brazos un cuerpo destrozado. Es notable destacar que, entre los hombres atendidos en el hospital de campaña, también estén los imperiales, aunque sea vigilados a punta de bayoneta.

Muestra el horror y la crudeza de la guerra, pero lo esencial es que se plasma el resultado de una batalla, como tantas en las que, aunque pierde el ser humano como individuo, gana la idea de grupo. Con la grandeza que tiene en la tragedia y en este caso subyaciendo el inherente orgullo de ser español, Dalmau como siempre con sus pinceles, no quiere olvidar a esos compatriotas que dieron su vida por un ideal, quizás hoy algo muy difícil de comprender, pero que fue existencial en aquellos hombres que así lo vivieron.

Los Uniformes Blancos Regimientos de Infantería de Línea, Casacas azules de los Voluntarios,  Coraceros  franceses… para un profano cuesta distinguirlos ya que los uniformes de infantería, caballería y artillería eran diferentes, incluso las unidades especializadas dentro de esas armas llevaban colores distintos. En algunos casos, y debido a que el azul y el rojo eran colores tradicionalmente comunes en las uniformidades francesa (post-revolucionaria) y española, los uniformes se parecían mucho. Incluso en Bailén llegó a estar  presente un batallón de marinos de la guardia imperial. Como siempre,  Dalmau es totalmente riguroso en la contextualización, no en vano ha recibido una excelente asesoría, en este caso de Luis Sorando Muzas y colaboradores como el  AA.H.C Militar , AA.H. de voluntarios de Madrid, C. Isidro.

Ferrer-Dalmau, independiente y ajeno a clientelismos

Ya comentamos hace unos meses en nuestro exitoso artículo de MUNDIARIO Ferrer-Dalmau, excelencia pictórica épico-lírica al servicio del patriotismo español la brillante trayectoria de Ferrer-Dalmau. Un artista que sin clientelismos, apoyos institucionales, sin subvenciones ni ayudas está adquiriendo un nombre cuyo prestigio ya está fuera de toda duda.

Su camino independiente y solitario, tanto por su temática como por su praxis y su modus operandi, se caracteriza por ser una labor sin complejos ni subterfugios: pinta la Historia de España. Posee la grandeza épica de los antiguos pintores de batallas, pero también la hondura de aquellos románticos del siglo XIX  de la gran pintura de historia que nos dejaron aquellos cuadros que siguen en nuestras retinas, como posiblemente lo estarán para las  futuras generaciones los cuadros de Ferrer-Dalmau.

Condecorado por diferentes países europeos e instituciones, recién nombrado académico de Santa Isabel de Hungría, Ferrer-Dalmau, sin prisa pero sin pausa, está trazando una trayectoria jalonada de triunfos, trofeos y distinciones que apenas tienen eco en los medios, pero que le distinguen entre todos los pintores del panorama actual español. 

Una brillantísima trayectoria sembrada de lienzos magistrales que siguen no sólo emocionando, sino sorprendiendo a sus seguidores. Tan sobresalientes en su calidad que sería difícil elegir alguna de sus últimas creaciones, aunque de su producción reciente habría que destacar “La Conquista de Pensacola por las tropas españolas" episodio protagonizado por Bernardo de Gálvez, fundador de Galveston y que es sin duda una de sus obras maestras y de los más hermosos cuadros de historia de todos los tiempos, en los que técnicamente “no se puede pedir más”, y que destaca por una distribución de masas en ascenso cuya cima es compartida por  la bandera y el propio Gálvez   muy adhoc al espíritu épico de tal proeza  y caracterizado por una espectacular sinfonía cromática blanquirroja con notas de grises de apabullante belleza.

Bernardo de Galvez en Pensacola
La Conquista de Pensacola por las tropas españolas. Ferrer-Dalmau

 

La batalla de Bailén. A pie, España derrota a la Francia Napoleónica

La batalla de Bailén supuso un punto de inflexión en la historia europea. Hasta ese episodio bélico de 1808 nadie había conseguido derrotar a los ejércitos napoleónicos y en la campiña de Jaén, fuera de todo pronóstico, el maltrecho ejército español dirigido por el anciano general Francisco Javier Castaños, consiguió derrotar al profesional ejército francés.

El capital soporte de la población local  ayudó a vencer al que había sido dueño indiscutible de los campos de batalla europeos. Fue la primera batalla que perdieron los franceses en campo abierto. Los españoles los superaban en número pero los franceses poseían un millar y pico más de efectivos sobre montura.  El experto Francisco Vela en su libro "La Batalla de Bailén el Aguila derrotada"  (con portada de Dalmau)  explica como el altivo Dupont creyó que su experimentado ejército podría hacer frente a cualquier hueste formada por los españoles, ya que nunca tuvo demasiado respeto a un ejército que carecía de instrucción.

Este acontecer histórico ya había sido pintado por José Casado del Alisal  (Museo del Prado) que recogió el pacto entre caballeros de la ceremonia de rendición de las tropas francesas. El propio Ferrer-Dalmau había dedicado también un lienzo a una escena de esta misma batalla, pero esta vez quiso darle una vuelta de tuerca y ahondar en el dramatismo y la crudeza de las heridas del frente, un tema intemporal  y por desgracia presente en todas las guerras que han sucedido y que vendrán,  y consustancial por tanto al género humano. Los hospitales de Campaña, fueron creados por primera vez por Isabel la Católica en la batalla de Toro y  han sido según el mítico médico Hipócrates: "la mejor escuela del cirujano".

Como ya comentamos Ferrer-Dalmau, y de ahí su genialidad, sobrepasa la excelencia técnica para dar un testimonio de excepción dejándonos asistir en primera fila a lo que aconteció en aquellos parajes y en aquellos tiempos. Y además consigue, pese a la descripción exhaustiva y escrupulosa de los detalles (uniformación, armamento, topografía...)  insuflar a sus obras un  intenso sentimiento. Pero posiblemente en esta obra de Bailén, haya abierto un nuevo frente y los sentimientos le hayan sobredimensionado. Ferrer-Dalmau, quizás en este cuadro más que nunca, nos permite asomarnos a un capítulo de la guerra de España en el que el espectador deja de ser espectador, llega a sentirse físicamente dentro de la escena y mira a su alrededor.

Dalmau sobre este lienzo ha expresado que “no hay victoria sin dolor y sufrimiento”  y contundente “hay que plasmarlo, “a ver si algunos se enteran de una vez del coraje del soldado”. Una reivindicación sin dobleces de la cuestionada labor del ejército español que llega hasta nuestros días.

La elección del Gómez Ulla no es baladí… es el homenaje personal del artista al Cuerpo militar de Sanidad, en el que debuta pictóricamente tras haber pintado prácticamente todos los cuerpos del ejército español.  Recientemente, la historia de la sanidad militar ha tenido un gran reconocimiento con la obra de Juan Manuel Poyato (Ed Actas)  "Bajo el Fuego y sobre el hielo", del que dimos cuenta en MUNDIARIo en  el artículo  Presentado el libro Bajo el Fuego y sobre el Hielo, la Sanidad Militar en la División Azul que aunque basado en la la sanidad en divisionaria,  tiene interesantes capítulos introductorios al respecto y que está batiendo récord de ventas.

Insuperable técnicamente

Desde el punto de vista técnico, “El precio de la Victoria”, no se puede superar, pero si hubiera que hacer alguna matización a esta magnífica composición es el de no haber elegido la escena quirúrgica como lienzo único, porque hubiera sido comparable a la Lección de anatomía de Rembrandt.

Entendemos que el artista no quería focalizar en la truculencia la totalidad de la composición, pero su fuerza es tan impactante que al espectador se le van los ojos a una escena que sin ambages roza el moderno gore.  Hay que rendirse a la grandeza técnica: impecables escorzos, complejidad compositiva con diferentes lineas de fuga, equilibrio perspectivo, distribución de las masas en el espacio, gama cromática sublime, tratamiento de las superficies, botas, ropajes…Y, aunque roza el hiperrealismo -del que procede- carece de la frialdad del mismo y es un cuadro cargado de tanta emoción que encoge el corazón.

Al fondo (qué grandes fondos siempre los de Dalmau) su lírica captación de los elementos atmófericos, en este caso niebla, polvo y el humo que llegan a oler físicamente a pólvora y que tan importantes son en el conjunto de su obra.

El listón no puede estar más alto. Nos cuesta imaginar cómo podrá seguir sorprendiendo  a su público fiel. Pero lo que sí sabemos es su coherencia, valentía y firmeza para seguir recordando estos actos heróicos, y el gran homenaje que supone que a través de sus magistrales lienzos aquellos españoles estén recuperando la dignidad en un país que parece haberlos olvidado.

Ferrer Dalmau no sólo hace Historia, es un faro rutilante en un mundo donde se denosta todo lo que huele a patria. Y es que nada más y nada menos, y por mas que le pese a muchos, hay pocas cosas que hagan sentir tan español como observar un cuadro del Ferrer-Dalmau. Grande y único, maestro.

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