Un destino para la eternidad visitando Isla Canguro, en Australia del Sur

Amaneciendo en Emu Bay. / australien67h
Amaneciendo en Emu Bay. / australien67h

No hay suficientes adjetivos para describir con precisión la belleza de la Isla Canguro, las palabras casi pueden estropearlo, incluso las fotos no hacen justicia a este magnífico destino.

Un destino para la eternidad visitando Isla Canguro, en Australia del Sur

No hay suficientes adjetivos para describir con precisión la belleza de la Isla Canguro, las palabras casi pueden estropearlo, incluso las fotos no hacen justicia a este magnífico destino.

Con 4.400 kilómetros cuadrados es la tercera isla más grande de Australia, después de Tasmania y Melville. Forma parte del estado de Australia del Sur y se sitúa a 112 kilometros al suroeste de Adelaida, siendo su punto continental más cercano la península de Fleurieu a 13,5 kilómetros. Está escasamente poblada con menos de 5.000 habitantes.

La isla cuenta con varias reservas naturales para proteger la flora y fauna autóctonas, siendo la mayor y más conocida el Parque Nacional de Flinders Chase en el extremo occidental. En todas las estaciones hay nueva vida y cambios espectaculares en los colores del paisaje. Cuando se acerca el verano la tierra es un contraste de pastos dorados y flores silvestres, los canguros se dejan ver al amanecer y al atardecer, es la época de reproducción de la otaria australiana y del koala. El otoño es una época de transición, con algunas lluvias que favorecen el crecimiento de la vegetación y la aparición de setas, es la época de las cacatúas negras y los pingüinos. El invierno es espectacular con exuberante paisaje, ríos que fluyen y abundante vida silvestre en su forma más atractiva, koalas y canguros salen de la bolsa materna, llegan aves migratorias desde Siberia y ballenas francas desde la Antártida. La primavera es espectacular por la variedad de flores silvestres, hasta 40 especies endémicas de la isla, aves y mamíferos, gansos y ornitorrincos.

Isla Canguro está a unos minutos de la parte continental pero a un millón de kilómetros de distancia, porque es el lugar perfecto para desconectar del mundo y volver a conectar con uno mismo, un lugar mágico del que uno no quiere irse. Alguien decía: “La libertad no es un estado de la mente, es una isla, esta isla”.

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