El desconocido Ferrándiz, artista imprescindible en la intrahistoria española del siglo XX

Dibujo de Ferrándiz.
Dibujo de Ferrándiz.

Ferrándiz, el artista más importante de la intrahistoria española del siglo XX, no solo revolucionó la iconografía de la Navidad, sino el imaginario colectivo de todo un país.

El desconocido Ferrándiz, artista imprescindible en la intrahistoria española del siglo XX

Ferrándiz, el artista más importante de la intrahistoria española del siglo XX, no solo revolucionó la iconografía de la Navidad, sino el imaginario colectivo de todo un país.

A mediados del siglo pasado se generalizó en Navidad la costumbre de enviar por correo postal tarjetas de felicitación a parientes, amigos y a "compromisos" varios. Las empresas y organismos también las mandaban.Todas las familias durante esas fechas al abrir sus buzones se encontraban las cartas que albergaban dichas tarjetas, franqueadas con el sello correspondiente. Los sellos - hoy elementos casi desconocidos para aquellos que no superan los 25 años- , eran elementos codiciados... Aún usados se aprovechaban para fines solidarios (aunque antes no se llamaban así), nada menos que "para los negritos", (hoy expresión políticamente incorrecta)  ya que las instituciones religiosas los recogían “para las misiones”. Si los sellos tenían alguna singularidad hacían las delicias de coleccionistas y aficionados. 

Poco después dichas tarjetas pasaron a llamarse vulgarmente crismas… la versión españolizada y abreviada del christmas card, palabra que hasta la fecha sólo había sido un sinónimo de cráneo y que solía utilizarse para avisar a niños traviesos de posible rotura.

En la mayoría de los hogares los christmas formaban parte junto al espumillón, bolas, belenes y árboles de la decoración navideña… En algunos salones se colocaban encima del televisor, en otros en la mesita de la entrada o en algún otro lugar destacado, abiertos por la mitad para que se mantuvieran en pie. Cuando era una cantidad importante había un orgullo inherente en exhibir ante propios y extraños lo que simbolizaban: la demostración fehaciente de la gente que se había acordado de nosotros en esa época. Se comentaba lo bonita que había sido la de fulanita, se echaba en falta la del que siempre solía felicitar y este año no se había recibido, o se comentaba la diligencia de zutano que siempre era el primero en el buzón.

El texto de las tarjetas solía escribirlo el que tenía mejor letra y una vez concluído se iba pasando a todos los miembros para que firmaran. Hoy resulta muy conmovedor constatar como convivían en el mismo espacio las letras inmaduras de los niños, las más redondeadas de los adultos junto a las picudas de los más ancianos…En algunas casas por prisa se hacía trampa y firmaba uno por todos “aunque muchas veces se notaba”. El mensaje solía ser standard… Feliz Navidad y Próspero año nuevo… los más lacónicos, Felices Fiestas y otros incluían mensajes personales más o menos informativos de la situación familiar… Algunos  se salían un poco de lo normal… se escribían ampulosos torcidos en ascendente, en  la cara contraria, o incluían una participación de lotería.. pero todos terminaban con palabras más o menos afectuosas dependiendo de la proximidad del destinatario… os quieren, no os olvidan, con cariño, recibe nuestro afecto… o incluso el hoy casi incomprensible  su más atento servidor.. En muchos casos era la única toma de contacto anual entre parientes y amigos de localidades distantes.

Las aportaciones de Ferrándiz a la temática navideña

El tema de las tarjetas en un principio eran reproducciones de cuadros clásicos de tema navideño… La Adoración de los Magos era muy recurrente y las escenas nevadas de pintores flamencos…Tenían carácter solemne y regio.. Pero en 1952,  Ferrándiz, un  ilustrador catalán, revolucionó por completo este ámbito introduciendo sorpresivamente unas escenas monísimas protagonizadas por unos personajes desproporcionadamente cabezones de ojos diminutos, siempre achinados y muy separados, narices casi anecdóticas y rostros mofletudos  acompañados de un amplio espectro de animales de rostros expresivos y humanizados -ovejas, bueyes, vacas, conejos, pajarillos varios, perros callejeros, gatos  y  ratones que convivían con ángeles...  y que empatizaron rápidamente con el público de todas las edades. Su éxito fue tal que podría decirse que Ferrandiz fue el principal artífice del gran revulsivo que popularizó hasta lo inimaginable esta costumbre de los crismas, ya que logró la identificación e implicación de toda la familia y se convirtió en un hito icónico que acompañaría durante décadas la celebración de las fiestas... Llegaba la Navidad y las papelerías y los escaparates se llenaban de las caras de Ferrándiz como anuncio de las felices fiestas que se avecinaban en unos años en que las celebraciones y dispendios eran escasos Junto a Ferrándiz, la lotería.

Pocos entonces sabían el nombre de este artista, aunque firmaba todas sus tarjetas en mayúsculas, y hoy posiblemente lo sigan desconociendo, pero puede afirmarse con rotundidad que nadie que fuera niño y no tan niño en estas décadas pudo olvidar este universo de imágenes y escenas beatíficas que quedaron grabadas en del imaginario colectivo de las navidades de antaño para no irse jamás, siendo parte inherente de los recuerdos navideños de un siglo, de una manera silenciosa e inconsciente… pero asombrosamente nítida en la memoria.

Juan Ferrándiz Castells

Ilustrador español, poeta y autor de cuentos infantiles, nació en Barcelona en 1917.  Aunque  obtuvo un gran éxito en las decoraciones de cuentos troquelados , «Mariuca la castañera», «El urbano Ramón», «La ardilla hacendosa», fue en su iconografía navideña donde alcanzó cotas de popularidad nunca vistas en el mundo de la ilustración por su gran originalidad, perfección técnica y variaciones inagotables del mismo tema. Curiosamente sus ilustraciones de cuento aún compartiendo las características de los anteriores no llegaron nunca el nivel artístico de su temática navideña que aparecía inspirada por una varita mágica que confería a sus escenas un aura mística y una especial captación ambiental anímica y emocional potenciada por una hermosa luz dorada que inundaba las composiciones.

Hizo del almibaramiento no un defecto sino una virtud cargada de sentimentalismo.Sus figuras irradiaban humildad, sencillez, e inexplicablemente carecían de la cursilería que sin embargo  exhibían sus centenares de plagiadores. Ferrándiz no necesitaba complejas técnicas gráficas para transmitir ternura, calidez y  humanidad a sus animales y a sus populares pastorcillos de mirada pícara y pantalones de remiendos de colores, a sus ángeles descarados, a sus vírgenes niñas maravillosas de caras ladeadas, a sus etereos niñosjesuses que llevaría posteriormente y también con un éxito apabullante al mundo del recordatorio de comunión…

Cuentan que Ferrándiz  dibujaba con un sencillo lápiz marca Staedler, del número 1 o 2, goma de borrar de nata Milán y  plasmaba su mundo de sentimientos en folios en blanco.  Comenzaba las composiciones con las caras que perfilaba con pequeños trazos, potenciando esas expresiones tan características con sus miradas de ojos achinados. Unos dibujos, que sin técnicas de animación  adquirían el don del movimiento y lo más difícil : la transmisión de sentimientos..

Ferrnadiz fue plagiado hasta la saciedad  en muñecos, en postales de adolescentes e incluso en aquellas que enviaban los jóvenes que hacían el servicio militar en las que junto a los soldaditos o marineritos de rigor aparecian  espigadas chicas de piernas largas que mostraban caras claramente ferrandiscas. En Galicia hubo  hasta una ingeniosa dibujante ferrolana, Felisa Baudot, que firmaba como Feba, que copió con dignidad los christmas navideños de Ferrándiz ataviándolos de gallegos y llegó a tener cierta popularidad.

El sino de los tiempos acabaría con esa costumbre de las tarjetas navideñas que parecía tan nuestro que jamás desaparecería. En los 90  aparecieron nuevas modas. Las tarjetas solidarias de UNICEF, el envio de fotos de la familia con atavíos de papa noel  y unas que dejaban desconcertados a los niños porque llevaban sobreimopreso un sobrecogedor “pintado con la boca” o “pintado con el pie” que indicaba la autoría de artistas mutilados. Luego fue la laicización de la sociedad, el abaratamiento de las conferencias telefónicas y por último el móvil e internet lo que le dio la puntilla. Hoy sobreviven sólo en concursos escolares  de dibujo y  las siguen enviando algunas instituciones y  la cadena de grandes almacenes más conocida del país.

Ferrándiz falleció en agosto de 1997 a la edad de 79 años y, pese a que nunca alcanzó un reconocimiento personal paralelo a su exito comercial, fue galardonado en 1992 con la Cruz de San Jorge de la Generalitat de Cataluña por su trayectoria artística y humana.  En el año 2006 la editorial Destino rescató buena parte de su legado en un libro recopilatorio llamado “La Navidad de Ferrándiz“., y diez años después de su muerte, Correos, a la que tanto dio, reconoció su labor y emitió un sello con una ilustración navideña de su autoría. En la actualidad una página web comercial pone a disposición de todos todo tipo de artículos relacionados con sus ilustraciones.

Ferrándiz fue sin duda el artista más importante de la intrahistoria española del siglo XX  porque logró que durante décadas generaciones de niños personalizaran con sus imágenes el espíritu de la Navidad. Y hoy que cada vez con más intensidad los psiquiatras subrayan la importancia de las vivencias y el imaginario de la infancia en el corpus mental y vital de las personas, cobra más importancia la aportación de Ferrándiz. La infancia es la patria del hombre, como recordaba Rilke, Baudelaire o  Ramiro Fonte.

Y el descrédito de la Navidad al que se llega de adulto, se diluye y  revive con la misma intensidad cuando se es padre o abuelo  a través de las  emociones de los niños. Y hoy, tantos años despues, revisitar la ilustraciones de Ferrándiz es todo un entrañable viaje al pasado... o como cantaba Enrique Urquijo, el gran poeta del pop español, es Volver a ser un niño.

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