Berger es uno de los intelectuales británicos más influyentes de los últimos 50 años

Cataratas, de John Berger.
Cataratas, de John Berger.

Cataratas (Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2014), de John Berger (Londres, 1926) recoge notas y reflexiones del propio Berger, después de haber sido operado de cataratas.

Berger es uno de los intelectuales británicos más influyentes de los últimos 50 años

Cataratas (Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2014), de John Berger (Londres, 1926) recoge notas y reflexiones del propio Berger, después de haber sido operado de cataratas. Berger es crítico de arte, autor de novela, ensayo, poesía, teatro y guion cinematográfico y televisivo. El libro participa de todas esas disciplinas. Su autor relata el redescubrimiento de la vista en carne propia. Compuesto por transcripciones de pensamientos e impresiones, cada texto va acompañado de un dibujo de Selçuk Demirel (Artvin, 1954). El texto en las páginas pares, las ilustraciones en las impares. A veces, el dibujo invade las dos páginas (págs. 58-59). Otras, la reflexión se limita a un dibujo (págs. 64-65).  No aparece texto sin ilustración.

Los fragmentos son, por lo general, cortos; muy cortos (“Las gotas de luz del alba”, p. 34); o inexistentes (p. 64). Las ilustraciones en blanco y negro (a excepción de un dibujo del propio Berger, en la página 56, y un dibujo a color de Demirel en la 57). La luz, protagonista del libro, acaba ocupando texto e ilustración. Cae sobre la última página de Cataratas, en blanco. La luz,  pues, tiene la última palabra: silencio.

Tal y como nos advierte el primer fragmento del libro, la palabra de origen griego ‘catarata’ posee el doble significado de cascada y verja levadiza, una obstrucción que desciende desde lo alto e impide el paso. Antes de comenzar la lectura estamos, literalmente, ciegos, como el propio autor. Sólo nos asiste, desde la portada, un dibujo de Demirel, un enorme ojo que nos mira. Es el primero de la larga serie de dibujos que ilustran el libro. (Por cierto, ilustrar es sinónimo de iluminar, alumbrar, dar color).

A medida que leemos, el texto y las ilustraciones nos ilustran, nos enseñan, al igual que al propio Berger, que (re)crea el mundo según lo va viendo, viviendo, escribiendo. Lo que ve es como si lo viera por primera vez. Los colores, al igual que las impresiones, son puros. El blanco, el azul, los grises, los verdes. Como vistos por los ojos de un niño. No en vano, la infancia es el tiempo del descubrimiento y la amistad (“mis ojos la han abrazado como quien abraza a un amigo al que hace mucho tiempo que no se ha visto” p. 46). Los dibujos de Demirel ahondan en el espíritu naif del texto. No en vano, Demirel es un experto en el álbum ilustrado infantil. El diseño gráfico de Pau Aguilar para Gustavo Gili es el adecuado: un libro de pequeño formato, apto para unas manos infantiles.

El lenguaje es, en esencia, poético. Abundan la hipálage (“la luz…calma y silenciosa…las sombras… hacen ruido” p. 40), la personificación (“la luz te pone una mano en la espalda”, p. 40) y la polisemia (“extracción de las cataratas…extracción del olvido p. 42). Lo poético privilegia lo intuitivo, y la intuición, ya se sabe, es raíz de la filosofía, del amor por la sabiduría. Por el conocimiento. De esta forma, leer Cataratas no es sólo leer, es ver, y por lo tanto descubrir. Lo mismo podría aplicarse a escribir Cataratas.

El título original es Cataract (Notting Hill Editions, 2012). La traducción de Pilar Vázquez es precisa y luminosa. Sabe acercar el original en inglés de Berger al lector en castellano. Por último, contiene una de las definiciones de literatura más hermosa que he leído en mucho tiempo: “Miras los objetos y el pan que están sobre la mesa, el cuenco de barro en el que la mujer está vertiendo la leche de una jarra, y la superficie de todo ello parece cubierta por un rocío de luz” (p. 32).

Berger es uno de los intelectuales británicos más influyentes de los últimos 50 años, siendo el más conocido su libro de crítica de arte, Modos de ver, que fue publicado en 1972 y que ha conformado el pensamiento de al menos dos generaciones de artistas y estudiantes. Desde una fecha tan lejana como 1958, cuando escribió su primera novela, Un pintor de nuestro tiempo, sus libros tratan del exilio y la diferencia, que, desde entonces, se han convertido en las cuestiones políticas y sociales de primer orden. Su escritura trasciende las formas y su temática varía de Picasso a la pobreza mundial, de la fotografía a la difícil situación de los campesinos sin tierra. Parece, incluso en la vejez, que sigue conservado la curiosidad y la energía que impulsó a su yo más joven.

Como indica Sean O'Hagan en “The Observer” (2005), los libros de Berger son difíciles de catalogar. Aunque nacido y criado en Inglaterra, siempre ha poseído, acorde a su espíritu cosmopolita, una sensibilidad claramente europea. Ha sido comparado con Umberto Eco o el último WG Sebald. “En las letras inglesas contemporáneas”, escribe Susan Sontag,” [Berger] me parece inigualable; desde D. H. Lawrence no ha habido un escritor que preste atención al mundo sensual y al mismo tiempo sea capaz de escuchar los imperativos de la conciencia".

Como suele ocurrir con los libros de Berger, uno se queda huérfano cuando los ha leído. La sensación dura unos días, en los que uno está ansioso por llenar el hueco del libro acabado. Por suerte, el lector en castellano puede seguir leyendo a Berger en otros libros: Mirar, Modos de ver y Otra manera de contar, todos ellos publicados por la Editorial Gustavo Gili.

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