En Argentina buscan casos de falsas denuncias femeninas para un documental

Borrando a Papá
Imagen de Borrando a Papá.

La violencia, según Erin Pizzey, no siempre es cuestión de género sino de patrones de conducta aprendidos durante la infancia.

En Argentina buscan casos de falsas denuncias femeninas para un documental

El documental argentino Borrando a Papá, y que en su momento fuera censurado –-como en una dictadura– por presiones feministas, presentó en sus redes sociales una convocatoria para realizar su próxima película. Esta tratará la temática de las falsas denuncias efectuadas por mujeres en las que suelen expresar un maltrato, que en lo real no existe, y hasta a veces es al revés, con el fin de obtener algunas ventajas; que por  cierto se las puede encuadrar en hechos violentos por la devastación psicológica y pública que genera en el afectado o en su entorno familiar.

Convocatoria: Borrando a Papá busca casos de falsas denuncias femeninas para realizar su segundo documental

La convocatoria.

Antes de continuar con esta convocatoria me parece importante destacar que la violencia en el ser humano es como las burbujas en una gaseosa, una sin la otra no forman el todo; en base a este concepto estimo que es propia de la esencia del ser humano, no importa el género, por lo que mientras no sea tratada de una forma más integral van a seguir muriendo mujeres, hombres y niños u ocurriendo hechos de la naturaleza de esta convocatoria.

Para socialmente corregirla, el sentido común me dicta que lo primero que tendría que suceder es comenzar a tratarse, de una manera igualitaria, a hombres y mujeres; es decir, desde edades tempranas se debería trabajar en la igualdad absoluta utilizando a la educación, o formación, como una herramienta esencial.

Entre los puntos que son símbolos, o generadores, de mucha violencia se pueden destacar:

> las disputas por el dinero que debe pasar el padre  en concepto de cuota alimentaria u otros gastos, porque aquí una gran mayoría de las mujeres se olvidan de la tan deseada igualdad y el varón pasa a ser considerado, como lo fue ancestralmente, el único proveedor de alimentos; en tanto que las damas, solo para esta ocasión, quienes deben cuidar de la casa y los niños (por cierto una gran ambigüedad);

> la custodia de los menores, quienes por ley quedan en poder de la madre, a excepción de casos muy extremos y a veces, aún siendo constatados, se  inclinan por el género femenino (por que tradicionalmente se piensa que la mujer está mejor preparada para tal función) y

> las falsas denuncias, que también son hechos de violencia, más que nada psicológica por ser sutilmente destructivas, y son avaladas por muchos a abogados, donde los hombres hemos perdido el derecho constitucional de la presunción de inocencia y que nos convierte en ciudadanos de segunda; estas son realizadas con la finalidad de obstruir el vínculo con los hijos o como una estrategia para sacar tajadas económicas que terminan por generar niños huérfanos de padres vivos (los típicos padres borrados y que, luego, muchas acusan de "se borraron del hijo y se fueron a criar otros").

Es evidente que estos ítems, que son precursores de hechos violentos, sobre todo en la familia paterna, se solucionarían estableciendo la custodia compartida con una igualdad real de derechos y obligaciones (que en la Argentina no existe) terminando de algún modo con los ventajeros de siempre.

Erin Pizzey. / BBC

Erin Pizzey. / BBC

Por último, recordemos lo que expresara Erin Pizzey, quien de niña vivió en carne propia cuan violenta podía llegar a ser su madre, en que  la violencia no es cuestión de género sino de patrones de conducta aprendidos durante la infancia (con quien coincido plenamente porque sino ¿cómo se justifican tantos "varones locos" que han sido criados solo por sus madres?). En definitiva, como sociedad estamos obligados a cambiar un esquema social que, a mi criterio, es arbitrario, antiguo e injusto porque ya es muy  habitual que los varones ayuden a criar a sus niños de una forma correcta, cosa que celebro por el bien de la igualdad y el crecimiento en las relaciones humanas.

Esta convocatoria de Borrando a Papá es la segunda presentación sobre una realidad que se intenta ocultar a cualquier precio,  para que lo visible no se transforme en invisible.

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