Ahí van 400 euros: ¡A mí también me daría mucha vergüenza ser policía!

Pelotas de goma en un reportaje de Antena 3
Pelotas de goma en un reportaje de Antena 3.

¿No tenemos ya suficiente zozobra, incertidumbre y miedo como para que, a mayores, debamos temer a las fuerzas policiales encargadas de velar por nuestra seguridad?, se pregunta este colaborador. 

Ahí van 400 euros: ¡A mí también me daría mucha vergüenza ser policía!

"Saben aquel que dice…?" La cosa no es como para tomársela a broma y, sin embargo, un chiste viene muy a cuento.

Un niño está jugando con su Ibertren y, de repente, aparece su abuelo y se lía a martillazos con el trenecito: "A estos bichos hay que matarlos de pequeñitos, porque, si no, luego crecen y se te llevan por delante", le suelta el hombre.

En la última jornada de manifestaciones contra el modelo educativo de Wert, dos adolescentes coruñesas fueron detenidas por decir, al pasar ante un grupo de antidisturbios: "A mí me daría vergüenza ser policía". Cuatro –¡cuatro!– agentes las detuvieron y las llevaron a comisaría, donde sus padres tuvieron que ir a recogerlas, tras hacerse cargo, eso sí, de las multas: cuatrocientos euros por cabeza.

Por esta vez, la detención no aparecerá en los antecedentes de las dos peligrosas y subversivas elementas: para los policías se trató de "un aviso"; pedagogía, vaya. El día que se manifestaban por la educación pública, aquellas dos estudiantes recibieron una buena lección; nunca los ministerios de Educación e Interior estuvieron más sincronizados. ¿Qué tal si los fundimos en una cartera de Urbanidad y Misa de Doce (castrense, claro)?

¿Entienden ahora lo del tren de juguete? Cuanto antes se habitúen nuestros menores a la contundencia policial, menos revoltosos saldrán de mayores; así no harán el trenecito en las manifestaciones. Esa es la Educación para la Ciudadanía que promueve el Partido Popular.

Pues bien, como decía en el titular, ahí van mis cuatrocientos euros. Porque si ser policía es atentar contra la libertad de expresión de dos ciudadanas (supongo que para el régimen actual los menores lo son), a mí, como ciudadano, me daría vergüenza ser policía…

Si Amnistía Internacional (AI) denunciara que los cuerpos de policía españoles abusan, continua y excesivamente, no de la fuerza, sino "de la violencia", a mí, como ciudadano contribuyente, me daría vergüenza ser policía (y miedo ser ciudadano)… En esa denuncia de AI se incluye un subrayado para los mossos d'Esquadra, habituales en las crónicas de tribunales y sucesos por palizas, pelotazos de goma, insultos e indultos.

Si, ahora mismo, hubiera ocho mossos d'Esquadra imputados por reducir a patadas a un ciudadano de Barcelona que, posteriormente, murió en el hospital, a mí me daría vergüenza ser policía…

Si una pelota de goma –arma prohibida por la Comisión Europea– de un ertzaina le reventara la cabeza a un seguidor del Athletic y un pelotazo de un mosso dejara tuerta a una mujer, a mí me daría vergüenza ser policía…

Si AI denunciara también abusos policiales contra los periodistas que cubren las manifestaciones de los ciudadanos descontentos contra el Gobierno actual, a mí, como periodista, me daría vergüenza ser policía…

Si, impunemente, me amparase en mi chaleco antibalas para evitar mostrar públicamente mi identificación y emplease la violencia contra quien me exige identificarme, a mí me daría vergüenza ser policía…

Si la Organización para la Seguridad y Cooperación Europea (OSCE) denunciase que España reprime el derecho de manifestación y reunión y que, en consecuencia, se atemoriza al ciudadano, a mí me daría vergüenza ser policía porque no sería un funcionario, sino una herramienta para sembrar el miedo…

Si yo hubiese pertenecido al grupo de policías locales que amenazaron, chantajearon, traficaron y delinquieron en Coslada, a mí me daría vergüenza ser policía… De paso, si el gobierno regional fuera a cerrar la Academia de Policía Local de Madrid, yo, como policía, procuraría que mi protesta llegase a los cuatro puntos cardinales y así no me avergonzaría de las futuras promociones de policía cercana, nuestra primera policía democrática…

Si en la historia reciente de mi país aún recordásemos cada año que un grupo de guardias, civiles pero militares, entraron ilegalmente y en tropel en nuestro Parlamento, secuestraron a nuestros representantes y dispararon en aquel recinto sacro, no me daría vergüenza ser policía, pero procuraría ser más humilde ante la ciudadanía y reforzar mis convicciones democráticas…

Por cierto, si "nuestros" diputados hubieran salido del hemiciclo de San Jerónimo hace cuatro días para irse de puente con las mismas carreras con las que entraron aquellos golpistas, a mí también me daría mucha vergüenza. De hecho, me la da; y una profunda tristeza mezclada con sentida rabia.

Si ahora que, por fin, después de años y años de dolor, podemos dejar de temer al enemigo común, pero, en vez de temerlos a ellos, hemos de empezar a temeros a vosotros, a mí no me daría vergüenza que fuérais policías, sino desolación y abismal decepción…

Y, en fin, que si los ciudadanos empezáramos a sentir que las policías nacionales, las civiles pero militares, las autonómicas y las locales han dejado de ser funcionarios públicos para convertirse en guardias pretorianos y en recaudadores, mejor apaga y vámonos, porque, entonces, me sonrojaría por no ser finlandés.

Pues nada, ahí queda eso. Y no se lo digo a ustedes, sino al agente del CNI, la CIA o el Mossad encargado de codificar y archivar estas opiniones mías. Aprovecho para pedirle que me mande la multa por internet, aclarándome, por favor, si las sanciones por faltar al respeto a la autoridad tienen descuento por pronto pago. El siguiente artículo, desde comisaría.

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