Una vez más, ahora en el caso de los titiriteros, cogemos el rábano por las hojas

Detalle del programa oficial de los Carnavales de Madrid.
Detalle del programa oficial de los Carnavales de Madrid.

Lo hacemos porque olvidamos, en opinión de este autor, que lo principal en este caso es la ofensa y el daño dirigido a los niños.

Una vez más, ahora en el caso de los titiriteros, cogemos el rábano por las hojas

Tengo nietos y me resisto a permanecer mudo ante el triste suceso de los titiriteros. Las discusiones tertulianas, las opiniones y la información en los medios de comunicación se han centrado, más intensamente,  en la procedencia o improcedencia de la prisión dictada por el juez, en la apología del terrorismo y en la subvención concedida para tan lamentable espectáculo. Me ha llamado la atención la escasa importancia concedida al ahorcamiento de un juez, la violación de una monja, el apuñalamiento de un policía, el desprecio religioso y otras barbaridades. También me ha causado profunda y triste impresión que algunos defiendan los hechos bajo el principio de la libertad de expresión y otros le resten importancia porque no ha sido más que un lamentable error.

Se podrá emitir opinión sobre la decisión del juez, pero olvidar lo sustancial, un ataque directo a la inocencia de los niños, me parece indecoroso, algo así como coger el rábano por las hojas. Y digo a todos los niños: pobres y ricos, de padres de izquierdas y de padres de derechas, de niños del campo y niños de la ciudad, de colegio público y de colegio concertado, de familias religiosas y de familias no creyentes.

Esto no es nuevo. Hace unos años, viví una experiencia similar, en compañía de mis hijos y mis nietos, en un teatro de títeres organizado al alimón por un ayuntamiento y una fundación dedicada a la infancia. Bajo el inocente título de Cenicienta, anunciada por los actores al comienzo del espectáculo como una versión libre, pudimos ver cómo el rey-padre perseguía impúdicamente por el castillo a su hija, que se vio obligada a huir para librarse de tan impropia e indecente persecución. Al salir, no escuché ningún comentario negativo sobre la obra: ¿los padres eran tan inocentes como los niños? o ¿no repararon en el contenido?

Alguna vez habrá que coger el toro por los cuernos y poner orden y sentido común en la educación de nuestros niños: valores, capacidad de análisis, disciplina, iniciativa, imaginación, solidaridad, respeto... y, naturalmente, conocimientos. Llevamos siete leyes de educación en menos de cuarenta años.

No olvidemos que los titiriteros y los padres de los niños que asistieron a los controvertidos títeres ya fueron educados en un sistema permisivo, tolerante y decadente; pero, si no se pone remedio pronto, los hijos de los niños que vieron los títeres, estarán dentro de treinta años en el mismo lugar o, tal vez, peor.

Comentarios