El verdadero ganador en el referéndum escocés es el sí a la democracia

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Escocia rechaza, a través de un referéndum, ser independiente

El país donde reina la lluvia y la conducta rígida de sus habitantes acaba de dar al mundo una lección de calidez y de tolerancia difíciles de olvidar.

El verdadero ganador en el referéndum escocés es el sí a la democracia

El país donde reina la lluvia y la conducta rígida de sus habitantes acaba de dar al mundo una lección de calidez y de tolerancia difíciles de olvidar. El diálogo con el que se ha fraguado el referéndum, síntoma del respeto al adversario político, y alejado del “torniquete” de las mayorías absolutas; la elevada participación, más del 80% de l@s ciudadan@s con derecho a voto ; la naturalidad con la que ha transcurrido la jornada de votación: el país mantuvo su ritmo de vida habitual, y eran frecuentes las imágenes de jóvenes escoceses ataviados con mochilas votando antes de asistir a clase, o la de trabajadores y trabajadoras que después continuaban su jornada laboral con total normalidad; la altura de miras en la interpretación de los resultados, reconociendo que la polarización de opiniones hace imprescindible el alejar las relaciones entre Londres y Escocia del blanco o negro, sino que pasan por abrir la paleta de colores, para pintar una tercera vía en la que tod@s quepan y puedan sentirse cómodos, que probablemente sea la federal...me lleva a pensar que esto si es política con mayúsculas, y una democracia participativa plenamente consolidada. 

L@s políticos ingleses y escoceses como Cameron, Salmont y Gordon Brown, han demostrado durante todo este proceso seriedad y rigor, dando una lección de que la interacción con la ciudadanía no pasa ni por el alejamiento a través de las televisiones de plasma, ni por abrazar hasta a las farolas, sino por abrir bien los ojos, y limpiarse los oídos para ver y escuchar lo que el pueblo tiene que decir, y después actuar en consonancia con ello. Han defendido sus posiciones con convicción, valentía, sin ataques personales y manteniendo las formas, con una altura política a años luz de la española.   

Después he "aterrizado" sin frenos en la realidad de nuestro país, en el déficit político reinante, al escuchar a González Pons hacer comparaciones entre "huevos " y "castañas", y calificar este proceso como "desordenado" e "innecesario", y me di cuenta de que algunos no sólo es que no hayan tomado nota, sino que no han entendido nada.

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