El venezolano Escotet, una oportunidad para Galicia; también para su nacionalismo

Juan Carlos Escotet Rodríguez, presidente de Banesco.
Juan Carlos Escotet.

Escotet trae una noticia que debería hacer reflexionar a quienes tanto le atacan sin fundamento. Si bien no ha recomprado el Pastor –ahora una mera marca del Popular, un banco a la deriva–, al menos sí ha recuperado para Galicia el viejo Pastor Servicios Financieros.

El venezolano Escotet, una oportunidad para Galicia; también para su nacionalismo

El nacionalismo gallego de izquierdas, que es el que queda, suele ser crítico –incluso ácido– con el capitalismo autóctono. Salva de su crítica a los autónomos y a algunos pequeños empresarios –tampoco a todos– pero a partir de ahí o bien se muestra indiferente o bien es crítico. Tal vez la única excepción de esta tónica general fue la etapa de Anxo Quintana, que sintonizaba con vascos y catalanes y se veía a menudo con Íñigo UrkulloArtur Mas. Por decirlo todo, también hubo detalles de cierto valor estratégico por parte de Xosé Manuel Beiras y de Xavier Vence, cuyos conocimientos económicos son altos. Del otro lado del mostrador, entre los grandes empresarios, solo Jacinto Rey dio muestras de saber combinar las ambiciones de una multinacional en un mundo global con la lógica del nacionalismo gallego de horizontes abiertos. Por fortuna para el País Vasco y Cataluña, allí hay varios jacintosrey, de modo que su peso e influencia en la economía española es grande. Basta ver quiénes están detrás de intereses estratégicos clave en las finanzas y en la energía.

Todo tiene su explicación: Galicia nunca tuvo una burguesía nacionalista, de ahí que no exista en su territorio un partido como el PNV o el ahora llamado PDECAT, antes CDC o, si se quiere, CiU. En una economía globalizada, sin alternativa real al capitalismo, es, evidentemente, una laguna para el nacionalismo no disponer de un vector empresarial. Y, especialmente, en Galicia, comunidad donde residen –otra cosa es donde declaran– los grandes milmillonarios de España. Dicho en pocas palabras: no hay ninguna ciudad española –ni siquiera Madrid y Barcelona– con más milmillonarios que A Coruña. Sin embargo, los grandes centros de decisión en las finanzas y las empresas cotizadas están en Madrid y Barcelona; en el fondo, una prueba de la desconexión del poder y los peculiares millonarios gallegos, cuya nómina encabezan obviamente Amancio Ortega y su hija Sandra.

Un financiero venezolano emergente, Juan Carlos Escotet, asumió el reto de reflotar lo que quedaba de las cajas fusionadas y ahí está Abanca

Esta crisis se llevó por delante el sistema financiero de Galicia, de modo que ya no existen ni las dos grandes cajas de A Coruña y Vigo, ni el Banco Pastor, cuya emblemática sede coruñesa es ahora un gran cascarón vacío, casi poético. Por fortuna, el temporal de la crisis dejó algo: un financiero venezolano emergente, Juan Carlos Escotet, asumió el reto de reflotar lo que quedaba de las cajas fusionadas y ahí está Abanca.

El nacionalismo gallego, lejos de dejarle trabajar, le tocó alguna vez la cara, seguramente porque ignora las claves de fondo de su presencia en Galicia. Como quiera que Escotet hizo un magnífico negocio, ahora no falta quien le reprocha todo lo que gana a base de levantar provisiones. Pero el nacionalismo y otros críticos de la política que se hace en Galicia no han sabido ver la jugada política –obra del Gobierno de Mariano Rajoy, a su vez presidente del PP–, de ahí que se equivoquen tanto en el tiro.

Escotet dio este 2 de mayo una noticia que debería hacer reflexionar a quienes tanto le atacan sin fundamento. Si bien no ha recomprado el Pastor –ahora una mera marca del Popular, un banco a la deriva por obra y gracia de un gallego, por cierto–, al menos sí ha recuperado el viejo Pastor Servicios Financieros, ya que Abanca adquiere el Popular Servicios Financieros para integrarlo en Abanca Consumer Finance, creando la quinta financiera bancaria de consumo en España y manteniendo en Galicia la compañía adquirida. No está mal para empezar.

Si en Galicia se hiciera Política –léase con mayúsculas–, alguien tendría que estar trabajando en la compra del Popular, que vale cuatro duros

Si en Galicia se hiciera Política –léase con mayúsculas–, alguien tendría que estar trabajando en la compra del Popular, que vale cuatro duros. Sería una vía para que volviese el Pastor pero a lo grande, y de alguna forma, una manera de intentar empatar aquel partido que se perdió en la subasta de Fenosa, ahora en manos catalanas. Galicia tiene dinero, muchísimo dinero, pero le falta estrategia. Y Política, con mayúsculas. Es una asignatura pendiente incluso para Alberto Núñez Feijóo –sin duda un líder con un marketing político excelente–, pero también para el nacionalismo gallego. A estas alturas, el BNG no irá a ninguna parte revolviendo en el pasado de las cajas pero sí puede llegar lejos si sabe mirar al futuro y cultivar a quienes entienden de finanzas y negocios, en vez de asustarlos. Por eso mismo, el venezolano Escotet es hoy una oportunidad para el nacionalismo gallego y los políticos con sentido de país. Si en Galicia quieren que Escotet no se vaya, ni le dé el pase a Abanca, deberían remar a su favor. ¿O acaso prefieren que un día venga un banco de Madrid o Barcelona y se apropie de lo que queda del sistema financiero gallego?

En realidad, toda la clase política gallega debería consumir un mínimo de neuronas en ver la forma de aprovechar que tiene en su tierra a tantos milmillonarios. Seguramente muchos chavales preparados que tienen que emigrar, como ya hicieron los gallegos de los siglos XIX y XX, podrían encontrar trabajo aquí, bien remunerado, y una ciudad como A Coruña podría diversificar su desarrollo económico y financiero, sin complejos frente a Bilbao o Barcelona. Chavales como los gallegos que emigran tienen sus buenos sueldos trabajando en Gas Natural o en Iberdrola. También en Caixabank y en tantas otras. Gas Natural, por si algunos en Galicia todavía no han caído del guindo, es una empresa que tiene dentro Gas Madrid –hace años propiedad del Banco Pastor– y Fenosa, otra marca histórica del viejo imperio de Pedro Barrié de la Maza. Pero ahora Gas Madrid es catalana y Fenosa, también. Y con lo poco que tenían los catalanes (Catalana de Gas) han hecho toda una multinacional de la energía.

A veces hay gente en Galicia que piensa que los catalanes son unos locos de las bombas que quieren dinamitar España pero los catalanes son unas personas muy pragmáticas, buenos negociadores, que saben jugar sus cartas en la política y en la economía. Rara vez pierden. Ni siquiera en el fútbol... Y para eso tienen nacionalistas, de izquierdas y de derechas; no nacionalistas, catalanistas y españolistas; poderosos medios de comunicación en Madrid, bancos, multinacionales... y el Barça. ¿Entendido? @J_L_Gomez

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