Trump y Clinton se suben la voz en su último debate previo a las elecciones

Imagen del tercer debate. / globalnews.ca
Imagen del tercer debate. / globalnews.ca

Los candidatos de los dos grandes partidos se vieron las caras por última vez antes del 8 de noviembre en un debate marcado por las salidas de tono de ambos.

Trump y Clinton se suben la voz en su último debate previo a las elecciones

Por tercera y última vez antes de los comicios del 8 de noviembre, Hillary Clinton y Donald Trump volvieron a debatir en vivo en un evento que repitió el formato del primero, es decir, los dos candidatos firmes tras un estrado sin micrófono en mano. El mejor resumen del evento fue la secuencia final de ambos: sin estrechón de manos ni gestos protocolarios de despedida, sin verse a los ojos y saliendo cada quien por su cuenta del escenario mientras sus familias, también indiferentes, les esperaban bajo la tarima. Una medida adoptada por ambos que fue, probablemente, la más oportuna tras el airado cruce de palabras que sostuvieron durante más de una hora y media.

Moderados por Chris Wallace los aspirantes de los dos grandes partidos estadounidenses se dieron lugar en una universidad de Las Vegas en el estado de Nevada. Tras sus últimos escándalos e incluso el rumor de una posible renuncia, Trump llegaba al lugar como una tajada de carne fresca para Clinton, que lleva en sus venas el atacar a muerte cuando huele la sangre. No obstante, y pese a que inició como siempre con el temple de quien se sabe superior a su rival, eventualmente fue perdiendo los estribos y el fuego cruzado fue subiendo de intensidad conforme cada quien aprovechaba el lamentable historial del otro.

El primer gran tema fue el de la inmigración. Clinton aseguró que está dispuesta a reformar el método tradicional para que los inmigrantes obtengan los documentos legales para habitar en cualquiera de los estados de la república federal (algo visto sus argumentos muy poco factible). Para Trump el tema es uno de sus máximos fetiches y replicó que aquello era una falacia y que en realidad lo único que la exprimera dama conseguiría con su proyecto sería darle amnistía a criminales que no la merecían. Aquello fue el primer balazo que hizo eco en el auditorio, que iba preparado para ver sangre de todas formas.

En ese momento Trump le recordó a Clinton que en 2006 ella votó a favor de aumentar la seguridad en las fronteras, queriendo llevarla a una trampa luego de que dijera segundos antes de que buscaba beneficiar a millones de indocumentados en territorio estadounidense. La esposa del expresidente Bill Clinton también le avisó a Trump que sus deportaciones masivas romperían al país.

Rusia y Wikileaks

Bien es sabido que para llegar hasta donde está Clinton arregló deliberadamente las elecciones internas de su partido, lo cual llevó a Debbie Wasserman-Schultz a la cruz para pagar con su puesto la impertinencia de la hoy aspirante a la Casa Blanca. Aquél fue el golpe más contundente que Julian Assange y Wikileaks han dado a la carrera presidencial. Clinton no se lo guardó y acusó a Trump de ser un títere de Moscú, asegurando que Vladimir Putin y su administración lo están utilizando para desmantelar las elecciones. Eso sí, al menos esta vez no justificó lo que Assange filtró como un error del que está muy arrepentida.

"Tú eres la marioneta de Putin", alzó Clinton. El golpe fue evadido vagamente por el empresario, quien se limitó a contestar que no conocía en persona al mandamás ruso. Pero su relación con el líder de Rusia Unida ya ha pasado la etapa en que se necesiten pruebas de confirmación, o cuando menos en el plano ideológico. Entre ambos se intercambian muestras de cariño, como la que soltó en este punto del debate el millonario. "Si Rusia y EE UU se llevaran bien, eso sería bueno, por ejemplo en la lucha contra ISIS", sostuvo.

Para estas alturas el moderador ya había perdido el control -como también le pasó a sus antecesores-. Los dos ponentes habían entrado a la fase del no retorno y el discurso de ambos se fue para arriba en el tono.

Clinton sacó o quiso sacar tajada de su experiencia. Sus vivencias en la política, sus viajes alrededor del mundo, sus etapas en las distintas instituciones estatales en las que ha tenido puestos. Se ensalzó a sí misma de esos 30 años que lleva sobre sus hombros, a lo que Trump soltó un "¿y de qué carajos sirve si no has hecho nada?".

Los escándalos sexuales de Trump

A raíz del vídeo en el que el republicano aparece burlándose de las mujeres con expresiones vulgares y soeces, Clinton no podía dejar pasar la oportunidad de disparar con el arma de la dignificación de la mujer, la favorita de su arsenal. "Nadie respeta a las mujeres más que yo", dijo Trump, despertando los abucheos del público.

De alguna forma, Trump se las ingenió para dar un mini discurso sobre la dignificación de la mujer, ese que ya se mencionó que le encanta tanto a Clinton. El empresario acusó a quienes le pusieron en evidencia de que "quizás quieren fama". En este punto el moderador le tendió una mano pues no le preguntó por qué hizo y dijo lo que hizo y dijo, sino por qué las mujeres habían sacado eso a luz en estos momentos.

Los emails y el dinero de los árabes

Si la demócrata tenía la munición del discurso de género, Trump tiene el que es el favorito de los anticlinton: el de los famosos correos electrónicos. El empresario, tras haber hecho su apología de su opinión sobre las mujeres -y de paso acusar a Clinton de estar detrás de esas denuncias-, le recordó a Clinton los emails que le han perseguido desde que salieran a luz. El tema ha sido por demás repetitivo en prácticamente todas las intervenciones del magnate.

Con las voces alzadas y con el público cada vez más efervescente, el moderador fue guiando el debate al tema del terrorismo, uno que está en la agenda ya no sólo de políticos y medios, sino de cualquier estadounidense de a pie. Clinton, a quien Trump acusó de haber creado el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) junto a Barack Obama, aseguró que estaba evidentemente en contra de cualquier actividad de este tipo. "Hablas de derechos de las mujeres y de los gays, y esa es gente que trata de forma horrible a las mujeres, pero tomas su dinero. ¿Por qué no les devuelves el dinero? Sería un gran gesto", intervino Trump cuando su rival se enorgullecía de su fundación, la Fundación Clinton, la cual, eso sí, ha ayudado a personas de escasos recursos a pagarse tratamientos contra el cáncer y el SIDA, entre otras enfermedades.

Para estas alturas el debate había transcurrido ya en casi una hora y Trump, por primera vez, no había perdido los estribos. Mantuvo un lenguaje corporal mucho más relajado, aunque sí que soltó un "qué mujer más desagradable" en los últimos compases del cruce. Consciente de la trampa que sufrió Bernie Sanders, el candidato conservador indicó que no aceptaría una derrota en las urnas y dejó ver deliberadamente que temía que su rival le amañara las elecciones, tal y como ya hizo con el insurgente senador de Vermont. Clinton aceptó la invitación a llevar el choque al plano puramente político y le recordó que hace años Trump publicó en The New York Times un anuncio contra Ronald Reagan. Alejarlo de uno de los grandes patriarcas del Partido Republicano fue uno de los grandes aciertos de la noche.

¿Por qué votar por ellos?

Tras la intervención de Clinton en la que aseguró que estaba dispuesta a aumentar los impuestos para los ricos, el moderador hizo una pregunta estándar: ¿por qué el estadounidense debería votar por ellos?

La demócrata tiró de populismo -ese mismo que se le achaca a su rival- y aseguró que velará por la protección de la familia y defenderá a capa y espada los intereses de los desamparados contra los de los ricos, su última indirecta al conservador. Posteriormente aquél repitió su lema (Hagamos a Estados Unidos grande otra vez) para luego asegurar que en su administración se le dará honor a quien honor merece. "No podemos tratar mejor a los inmigrantes ilegales que a nuestros veteranos", espetó.

El tercero fue tal vez el debate más serio de los precisamente tres celebrados. Colaboró en gran parte la seriedad de Trump quien, por fin, se aplicó un poco de disciplina a sí mismo y mantuvo el tipo durante los más de 90 minutos. La candidata demócrata dejó claro que, tras sus discursos de hacer historia y el gran elenco de estrellas hollywoodenses que le apoyan oculta una retórica igualmente populista, con la única diferencia de que el suyo no es un populismo contra el odio. Al final, se fueron como llegaron: sin apenas verse, sin saludarse y sin ningún gesto rutinario de protocolo.

Estados Unidos celebrará sus elecciones el martes 8 de noviembre y, de momento, todo apunta a que Clinton se hará con la residencia más importante de Washington. El temple y el buen gusto para debatir le han llegado ya muy tarde al aspirante del Partido Republicano.@hmorales_gt

 

 

 

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