El terrorismo islamista solo podrá ser derrotado por los propios musulmanes

Cientos de musulmanes rezan todos los días en dirección a La Meca. / pewresearch.org
Cientos de musulmanes rezan todos los días en dirección a La Meca. / pewresearch.org

Las principales ciudades del mundo engalanaron sus monumentos más emblemáticos con los colores de la bandera española; todas menos Madrid, que iluminó La Cibeles con los colores de Cataluña.

El terrorismo islamista solo podrá ser derrotado por los propios musulmanes

En todos los acontecimienros públicos que tuvieron lugar estos días en cualquier rincón del mundo, se guardó un minuto de silencio y en alguno hasta sonó el himno español. El motivo principal era que se consideró que el atentado terrorista era un ataque contra España y los españoles y por lo tanto  querían mostrarnos su solidaridad. ¿Pero realmente lo fue?  Indudablemente no. Los terroristas probablemente no eligieron Barcelona para atacar España y mucho menos para atentar contra Cataluña o Barcelona. No estamos interviniendo militarmente contra el ISIS y ni siquiera somos uno de los países con mayor porcentaje de cristianos o creyentes, somos un país laico, mucho menos agraviante para un islamista radical que un hereje.

Si descartamos que el atentado de Barcelona o Cambrils fuese un ataque a España podríamos pensar que lo fue contra Occidente. Estaríamos más cerca de la verdad porque odian a Occidente, su civilización y su cultura,  pero sin alcanzarla como demuestran sus múltiples atentados en países orientales o africanos. Dando un paso más también deberíamos descartar un ataque al cristianismo porque su aficción a matar musulmanes de cualquier país, árabe o no, así lo demuestra. Así, paso a paso, y por descarte, llegamos a la conclusión de que lo único que realmente encaja es que los terroristas islámicos quieren destruir cualquier país que no sea fundamentalista. Dios está por encima de todo y por lo tanto su ley es la ley por la que deben regirse todos los gobiernos, y la palabra de Dios nos llega por el Profeta Mahoma,  es decir, cualquier país que aplique la Sharia es un país amigo y todos los demás son enemigos a convertir o derrotar.

Sobre esta base nos encontramos en una situación en la que 50.000 o 100.000 fanáticos quieren acabar con los 7.000 millones de seres restantes, y creen que eso es posible con ayuda de Dios. Con la fuerza moral que se necesita para alimentar un proyecto así no es fácil pensar que puede eliminarse con palabras o con un bloqueo de sus ingresos financieros. No cabe duda que eliminando sus bases estables, ese califato de Siria e Irak que se tambalea, y por lo tanto su principal fuente de ingresos, el petróleo, los países que hemos separado la política de la religión y somos laicos, estaremos menos amenazados pero lejos de derrotar al enemigo que nos declaró la Yihad. 

Los terroristas no viven dentro de nuestra sociedad, no se mezclan con nosotros asumiendo nuestra forma de vida, mantienen todas sus costumbres, sus rezos, su vestimenta, sus comidas, y sus mezquitas, y viven por lo tanto en barrios musulmanes o en países musulmanes, siempre rodeados de musulmanes más o menos creyentes, pero con los que comparten imanes. Acaba de tener lugar una manifestación de musulmanes contra el terrorismo. Eran 2.000, con pancartas y a cara descubierta, por lo que les debemos un gran respeto y admiración por haber vencido el temor a represalias, pero la población musulmana de Cataluña es de 500.000.

Nosotros no podemos vigilar sus movimientos o radicalización porque no convivimos con ellos, no vamos a sus mezquitas, han de ser ellos quienes denuncien a esa gente que está matando a sus familiares y amigos en todos los países, y para que lo hagan es necesario establecer un plan de protección y anonimato total, explicarles cuál es su enemigo, quien pone bombas en sus bodas o mezquitas, y animarles a colaborar. Solo la población musulmana concienciada como un sueco que denuncia a su vecino por no pagar impuestos, puede acabar con esta lacra.

Hubo gente, vecinos, que ahora confiesan que habían observado la radicalización de algunos terroristas, que maltrataban a sus mujeres, pero no se atrevieron o no consideraron necesario ponerlo en conocimiento de la justicia. Esa es la labor, pedir y convencer a los 1.200 millones de musulmanes que deben acabar con el terrorismo, y que les ayudaremos con todas nuestras fuerzas, armas y medios, solo tienen que pedirlo, que les protegeremos y mantendrán su anonimato. Y si algún país, el que sea, dá esperanza, respaldo o dinero, a esta gente violenta, que sean expulsados de la comunidad internacional y aislados cueste lo que cueste. Sin el apoyo unánime y decidido de esos 1.200 millones todos seguiremos muriendo y ellos más, aunque quizás sea peor estar vivo en las zonas que los islamistas dominen.

¡Iniciemos la campaña ya! Y pidamos a algunos jueces menos buenismo y garantismo en casos de terrorismo, como el haber anulado la expulsión del imán que tenía que haber sido expulsado en 2014.

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