¿Ser o no ser?, esas son las múltiples cuestiones hispano-catalanas

Junqueras y Puigdemont. / El Periódico de Catalunya
Junqueras, Puigdemont y Turull se dirigen al hemiciclo del Parlament. / RR SS

El Gobierno español debería entender que no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo; el Govern y sus acólitos debería entender que no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo, y los parlamentarios daneses, a los que me imagino quién y por qué les ha dado vela en este entierro, deberían haberse hecho el sueco.

¿Ser o no ser?, esas son las múltiples cuestiones hispano-catalanas

Éramos pocos y han parido los daneses. Bueno, no todos los daneses, claro, sino un selecto grupo de parlamentarios a los que, a mis escasas luces, les han provocado un parto los que yo me supongo y ustedes probablemente se imaginan. Estos chicos del procès es que han decidido hace tiempo dejar de lavar nuestros trapos sucios en casa, oye. Llevan un horror errando por Europa, por el mundo, aireando lo malos tratos a los que hemos sometido a los catalanes el resto de los insensibles españoles que, en nuestra secular ignorancia, no sabíamos que les estábamos oprimiendo, desvalijando, haciéndoles la vida imposible al este del edén de España. Cierto es, señores del jurado, que si hay en Europa expertos en deliberar en cuestiones shakesperianas como la nuestra, o sea, el dichoso to be or not to be que estos días trae por la calle de la amargura a la condición humana con denominación de origen catalán, nadie más adecuado que los descendientes de Hamlet, el Príncipe aquel de Dinamarca cuyo existencialista monólogo se ha repetido más veces en los escenarios que el mismísimo ¡Qué bello es vivir! de Frank Capra en las pantallas de las teles.

Algo huele a podrido en Dinamarca

De manera que, teniendo en cuenta que Shakespeare no debía tenía un pelo de tonto, tampoco es una extravagancia que sean precisamente diputadas y diputados daneses los que se hayan puesto a divagar sobre esa CUESTIÓN. Si es que lo llevan en la sangre, oye. O sea, que es oír a alguien exclamar en cualquier idioma tath is the questión y se ponen como locos a taladrase la cabeza en uno de los reinos con súbditos más felices en el que, curiosamente, se produce un alto y paradójico índice de suicidios por cada 100 mil habitantes, dicho sea de paso y sin ánimo de entrometerme desde aquí abajo en los asuntos interiores de ahí arriba. Ahí tienes pues a esos nórdicos, siglos después de que algo dejase de oler a podrido en Dinamarca, haciendo un preciso diágnóstico y recetando una infalible terapia para el mal de amores que padece España: menos aplicación de la justicia y más implicación de la política. ¡Coño, exactamente lo que predica Pedro Sánchez, lo que promete Pablo Iglesias, a lo que apela Ada Colau, lo que todavía propone in extremis Oriol Junqueras, la baza que se reservan en la manga responsables y acólitos del Proces que podrían dar la sensación de que se estaban haciendo el sueco, pero en realidad se están haciendo el danés!

Solución política versus solución entre políticos

Lo que pasa es que una cosa es buscar una solución política y otra, muy distinta, buscar una solución entre políticos. O sea, que no es lo mismo una democrática solución del pueblo, por el pueblo y con el pueblo, que una ilustrada solución del pueblo, por el pueblo pero sin el pueblo o tan solo con una parte del pueblo, a ver si me entiendes. Lo último que se ha hecho en España contando con el pueblo, con todos los pueblos que la componen, ha sido La Constitución de 1978. Y, francamente, señores, lo primero que se tiene que hacer para despejar las dos incógnitas solapadas y solapantes que nos preocupan y nos ocupan: ¡ser o no ser catalanes!, ¡ser o no ser españoles!, que esa es al fin y al cabo la cuestión, es contar con el pueblo, con todos los pueblos que comparten los estatutos de esta comunidad de vecinos en este edificio al que, por ahora, seguimos llamando España. La fachada estará hecha unos zorros, las zonas comunes pueden estar pidiendo a gritos una mano de pintura, es posible que haya humedades en los techos de transferencias y de gastos, tal vez haya que abolir algunos criterios de uniformidad e incluir nuevos criterios de asimetría, con mucho dolor de corazón de los que creemos que la igualdad es la piedra filosofal de la democracia. Pero, señores, o lo hacemos todos y entre todos o al final va a acabar pinchándose la pelota, asunto en el que históricamente somos doctores honoris causa. Si ya lo decía El Gallo, aquel torero tan sabio que solía coger a los toros por los cuernos: “lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible”

Todos los Hamlet y todas sus mezquinas cuestiones “made in Spain”

Aquí es que hay muchas cuestiones simultáneas en juego en una España en la que algo huele a podrido, oye. Mucho Hamlet como Rajoy, como Sánchez, como Iglesias, como Colau, como Junqueras, como Puigdemont, como Forcadell, como Bildu, como el PNV, como la CUP, como el clan Puyol, etc declamando por las noches una versión miserable del grandilocuente monólogo de Shakespeare: ¿Ser o no ser? Pero esas son sólo sus mezquinas, personales e intransferibles cuestiones. Y claro que es posible que al Gobierno español le haya pillado el Proces dormido en vez de durmiendo, pero tampoco es imposible, parodiando a Cela, que al pueblo catalán le haya pillado jodido y sus caudillos y caudillas hayan aprovechado la ocasión para estar jodiendo. Puede parecer lo mismo, como le espetó el Presidente del Senado al Nobel senador gallego, pero todos sabemos que no es igual.

A mi, porque no me han consultado, sino les habría aconsejado a esos locuaces parlamentarios daneses que, por una vez y sin que sirviese de precedente, se hubieran hecho el sueco.

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