Salvador Allende murió de Chile, es seguro que Antonio Machado murió de España

Tejero, el 23-F en el Congreso. / Barriopedro
Tejero, el 23-F en el Congreso. / Barriopedro

Dicen que ese día comenzó la verdadera transición. Algunos pensamos que la “falsa transición”, el 23F cerró filas, aparcó la memoria. El tránsito a otra España se aplazó sine die.

Salvador Allende murió de Chile, es seguro que Antonio Machado murió de España

Dicen que ese día comenzó la verdadera transición. Algunos pensamos que la “falsa transición”, el 23F cerró filas, aparcó la memoria. El tránsito a otra España se aplazó sine die.

¡Quieto todo el mundo…! Gritó el teniente coronel Tejero, golpista de profesión, tras su entrada en el Congreso de los Diputados. Historia de pandereta de este país, una fecha 23F, todos saben año, 81, a las 18.20 de la tarde. Entran las fuerzas golpistas-¡Hay que joderse, es  La Guardia Civil!- las metralletas graban en el techo del hemiciclo el suceso, Tejero intenta derribar al General Gutiérrez Mellado, con escasos resultados, estaban reñidas la estulticia y la pericia. ¡Todo el mundo al suelo! Los diputados bajo los escaños, salvo excepciones: Carrillo, Suárez y el general, al que nunca doblaron. Solo un herido, el diputado canario Fernando Sagaseta, ligeros rasguños por las chirlas caídas del techo. En el exterior un pueblo angustiado por un acto que puso al país al pie de los tanques y a EE UU en evidencia.

Subió al estrado el capitán Muñecas, indicó a sus señorías “esténse tranquilos”, “pronto vendrá una autoridad, militar, por supuesto”.  El “capitán Estense” continuó relajando un poco la situación; ruidos de escaños y, de pronto, otro miembro de la RAE (Real Academia de la Lengua Española) sin birrete y con tricornio, suelta una amenaza contundente: ¡Se sienten, coño!  Aquello parecía más propio de Arniches.

Comenzó la noche de los transistores. Teléfonos echando humo, Tejero hablaba con  García Carrés, prototipo de la España con triple Ñ, relacionado con los asesinatos de los abogados de Atocha. Faltaba la Brunete y unos soldados de la Policía Militar, al mando de un tal Anglada, se apostaron frente al Congreso. Tenían aspecto de Pirulos años 60, para descongestionar un tráfico inexistente. Miláns del Boch, aspecto gentleman, conspirando en Valencia. Mientras  Alfonso Armada se comió el marrón de tanto ir y venir, soñando que el Pazo de Oca podría llegar a ser un lugar de culto. El “Elefante Blanco” se difuminó. Tras horas de espera nunca aclaradas, apareció en televisión, Juan Carlos, El Rey,  que con gesto crispado puso en retirada a los “guardianes de la patria” y dejó a Tejero en gayumbos rojigualdos. Se precipitaron los acontecimientos, Miláns del Boch retiró los tanques. Los responsables de las Capitanías Generales se pusieron, con disimulada indiferencia, a las órdenes del rey.  Comenzaron los “Pactos del Capó”, así se llamaron, así somos. Guardias en desbandada por las  ventanas, saludos castrenses de despedida entre los mandos y, por fin, Diputados a la calle. España regresaba al futuro.  Nada volvería a ser igual. Mucho se ha escrito sobre hechos, con  sombras chinescas que se alargan hasta palacios en cuarentena. Dicen que ese día comenzó la verdadera transición. Algunos pensamos que la “falsa transición” cobró fuerza el 23F, cerró filas y aparcó la memoria. El tránsito a otra España se aplazó sine die.

Iñaki Gabilondo, Victoria Prego en TVE dieron serenidad. La SER fue un referente y José María García tenía que estar allí a la espera de algún abraza farolas. La prensa no estuvo a la altura, salvo el recién estrenado El País, que marcó criterio desde el principio. Otros se dejaron querer o esperaron seguridades.

¿Tu dónde estabas aquel día? a partir de ahí la tertulia se prolonga hasta que alguien pregunta por el resultado de su equipo. Parecen cuentos del abuelo, quizás, una gran parte de la población española no había nacido.

El 22 de febrero se cumplieron 76 años de la muerte del poeta Antonio Machado huyendo de aquella España ensangrentada, destruida. Murió, cerca de Perpignan, en Collioure donde yacen sus restos. Quizás murió de pena, de frío o de tabaquismo. Lo cierto es que dejó tras la frontera sus ganas de vivir. Se fue ligero de equipaje, lleno de poesía, la España golpista lo mató. Dicen que Salvador Allende murió de Chile, es seguro que  Antonio Machado murió de España.

…Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

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