Viendo como se reparten los cargos en Cuba, todo quedará en familia

Fidel Castro y Raúl Castro. / RR SS
Fidel Castro y Raúl Castro. / RR SS

Los Castro se han mantenido sesenta y cuatro años en el poder, imponiendo al pueblo el dictado de sus apetencias en una especie de monarquía absolutista.

Viendo como se reparten los cargos en Cuba, todo quedará en familia

Tras la muerte de Fidel Castro asistimos a un intercambio de reacciones entre partidarios y detractores, empeñados unos en glosar sus virtudes y en celebrar la muerte de ‘la bestia’ los otros. Las redes se han llenado de miles de comentarios poniendo en valor las excelencias de un régimen en materia social para justificar que la revolución siga el camino marcado, aunque sea sin el líder supremo. Ya son muchos los medios que han cuestionado o matizado argumentando oficialista. Lo realmente sorprendente es que ninguno de los millones de perfiles en Facebook o Twitter se haya cuestionado el proceder de su sucesión. El que fue en un primer momento un movimiento revolucionario que luchaba por devolver la dignidad a un pueblo sometido al arbitrio de un cruel dictador -Batista- apoyado por los Estados Unidos, no tardó en girar hacia el marxismo leninismo, adoptando la primera máxima de los fundadores del comunismo: la eliminación de rivales y opositores. Ya lo advirtió el Che Guevara en la asamblea de Naciones Unidas en 1964: ‘Hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario’.

El futuro de Cuba es una incógnita, aunque viendo como se reparten los cargos todo apunta a que la cosa quedará en familia. 

Una vez encarcelado por contrarrevolucionario uno de los principales líderes -Huber Matos escribió ya en 1959 ‘la influencia comunista en el gobierno ha seguido creciendo… Tengo que alertar al pueblo cubano en cuanto a lo que está sucediendo’‘- y muertos los otros dos, el Che Guevara, víctima de su afán guerrillero, y Camilo Cienfuegos, en un extraño accidente de avioneta, los Castro sólo tuvieron que domesticar a Juan Almeida con las migajas del nuevo orden para tener el campo libre para sus propósitos. Así se han mantenido 64 años imponiendo el dictado de sus apetencias sin oposición real y asegurando la permanencia del apellido familiar en la cúspide del un movimiento convertido a la sazón en una especie de monarquía absolutista. Fidel traspasó el poder a su hermano Raúl y ahora que este amaga con dejar paso a una nueva generación suenan con fuerza los nombres de dos de sus hijos, Alejandro y Mariela. De conseguir que uno de los dos se aupase al poder se aseguraría la sucesión familiar una vez más. La dictadura del proletariado se ha visto sustituida por la dictadura de los pioneros, muy al estilo de Corea del Norte y su transmisión del cargo por sucesión hereditaria.

En esta semana en la que las cenizas del fallecido recorren la isla en peregrinación fúnebre, el futuro de Cuba es una incógnita, aunque viendo como se reparten los cargos todo apunta a que la cosa quedará en familia.

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