¿Es el referéndum bueno para Venezuela y malo para Cataluña?

Una venezolana opositora. / Twitter
Una venezolana opositora. / Twitter

De entrada hay una diferencia fundamental: en Cataluña un gobierno regional convoca un referéndum sin validez legal para alterar la forma del conjunto del Estado mediante la secesión unilateral del citado territorio.

¿Es el referéndum bueno para Venezuela y malo para Cataluña?

Los medios informan de que el referéndum convocado el pasado domingo por el Legislativo de Venezuela, contra la opinión del gobierno y aparentemente sin validez legal, habría sido un éxito de participación dentro y fuera de sus fronteras. Millones de personas habrían expresado su oposición a los planes del Ejecutivo venezolano, de sustituir la Cámara electa por una suerte de órgano corporativo con funciones constitucionales.

Cabe preguntarse de inmediato por la situación catalana y el posible paralelismo. De entrada hay una diferencia fundamental: en Cataluña un gobierno regional convoca un referéndum sin validez legal para alterar la forma del conjunto del Estado mediante la secesión unilateral del citado territorio. Como el referéndum es ilegal, previamente se pretende crear una legislación “ad hoc” que facilite la cobertura máxima toda vez que el objetivo final está definido: crear un nuevo Estado independiente.

En Venezuela el referéndum ya realizado sirve a Gobierno y oposición para testar las fuerzas. Su resultado podrá alarmar al Gobierno pero no le impone una salida de hechos consumados

En Venezuela el referéndum ya realizado sirve a Gobierno y oposición para testar las fuerzas. Su resultado podrá alarmar al Gobierno pero no le impone una salida de hechos consumados. A la oposición le permite un punto de partida más sólido ante una eventual negociación.

En Cataluña el referéndum se ha planteado como el punto final de la convivencia. El Gobierno catalán ha anunciado su voluntad de proclamar la independencia del nuevo Estado a las pocas horas de lograr una mayoría mínima. Una medida sin efectos reales, pues no es posible levantar fronteras, aduanas o CREAR fuerzas militares sin consenso, pero suficientemente contundente como para enrarecer hasta extremos inimaginables la convivencia y situar a la sociedad y a la economía de aquel territorio en una espiral de conflictos crecientes.

De ahí la voluntad de impedirlo. Si además de ilegal sus efectos serían desestabilizadores  y totalmente negativos, no se vislumbran los beneficios de permitirlo. Ni como test, ya se conocen los datos globales, ni como punto de partida pues en este momento existen suficientes cauces para desbloquear la situación si así se desea. El problema es que no se desea desbloquearla.

La disyuntiva es tan dramática que obliga al posicionamiento de los demás actores. Ciudadanos y PSOE, éste con muchos matices, se han colocado en contra del referéndum. Podemos a favor

La disyuntiva es tan dramática que obliga al posicionamiento de los demás actores. Ciudadanos y PSOE, éste con muchos matices, se han colocado en contra del referéndum. Podemos a favor. Sobre lo que se debe hacer el día siguiente del referéndum, todos guardan silencio. Quizás sobrecogidos ante la magnitud del conflicto, quizás por falta de prospectiva rigurosa sobre los escenarios que se abren. El recuerdo de Ucrania, Kosovo o Bosnia planea sobre cualquier dirigente informado, pues se trata de situaciones fallidas que han derivado en status quo inaceptable.

Para España la secesión de un territorio cualquiera es inasumible, ni siquiera como ejercicio intelectual. Algo semejante sucede en todos los Estados consolidados. Son tantos y tan obvios los argumentos en contra que no necesitan ser detallados. Al debilitamiento de la imagen ante otros Estados, se sumaría un desgarro interno que duraría generaciones, con elevados costes económicos, sociales y de cohesión. Además del efecto llamada sobre otros territorios, pues siempre habrá voces dispuestas a abrir nuevos procesos siguiendo la conocida máxima de que las naciones las inventan los nacionalistas.

En la escalada permanente del conflicto que impulsa el Gobierno catalán, ha llegado la hora de las horcas caudinas para todos los dirigentes de su Administración. O se someten o son cesados. Los funcionarios y la policía autonómica son ahora el objetivo. Para amedrentarlos, coaccionarlos o sustituirlos. Han asumido que van contra una parte de su propia Comunidad y no se frenarán ante colectivos más reducidos. El Gobierno central ya sabe que puede comenzar a redactar las órdenes necesarias para hacer frente a la sedición, única calificación posible,  pues ésta no se detendrá. @mendezromeu 

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