Rajoy y su gobierno han demostrado incapacidad sobrada para afrontar retos complejos

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España, en declaraciones desde el Palacio de la Moncloa. / Twitter
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España, en declaraciones desde el Palacio de la Moncloa. / Twitter

Para evitar decisiones políticas han endosado la responsabilidad a un grupo de funcionarios, jueces, fiscales y policías, que han llegado hasta donde han podido pero a quienes no se les puede exigir soluciones a un problema de orden claramente político.

Rajoy y su gobierno han demostrado incapacidad sobrada para afrontar retos complejos

Todo lo que va mal es susceptible de empeorar, este domingo lo hemos visto en España y lo ha visto el mundo. Y no por falta de conocimiento previo sino por incapacidad para actuar. Mariano Rajoy y su gobierno han demostrado incapacidad sobrada para afrontar retos complejos. Durante años han hecho un diagnóstico equivocado, al que han sumado indiferencia e incomunicación. Para evitar decisiones políticas han endosado la responsabilidad a un grupo de funcionarios, jueces, fiscales y policías, que han llegado hasta donde han podido pero a quienes no se les puede exigir soluciones a un problema de orden claramente político.

Hoy el Gobierno español está más débil parlamentariamente y  más solo internacionalmente. Tendrá que comenzar a pensar en elecciones generales anticipadas en cuanto baje la indignación en Cataluña. Su evidente desgaste no facilitará respuestas a los desafíos que vienen. Por otra parte el PP tendrá un problema de relevo de dirigentes para el que no se vislumbran candidatos de peso.

Del lado catalán estamos en lo previsible, insurrección institucional, más el fervor popular derivado de la provocadora represión policial

Del lado catalán estamos en lo previsible, insurrección institucional, más el fervor popular derivado de la provocadora represión policial del 1-O. No tienen nada que ofrecer excepto prolongar el estado emocional mediante huelgas y manifestaciones, declaraciones altisonantes, apelaciones a Europa y similares, algo que durará pocos días.

Al final saben que deben afrontar las consecuencias legales y personales, pero habrán elevado el conflicto a un grado de manejo muy difícil por quienes ganen las inevitables elecciones catalanas.

Buen discurso de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez hizo anoche un buen discurso. Firme en la defensa del Estado de derecho y la unidad territorial, muy crítico con el Gobierno catalán, pero discrepante con la actuación de Rajoy. No necesitó aportar soluciones y evitó las tentaciones gaseosas de las reformas constitucionales. Al contrario que Podemos, que una vez más exhibió su frivolidad. Lo último que necesita el país es una moción de censura sin más objetivos que echar a Rajoy a través de un aquelarre de imposible gestión. Ciudadanos, en su línea, difícil de recordar.

De modo que la victoria pírrica que exhibe Rajoy tiene el sabor de una derrota. Ha evitado un referéndum homologable pero ha dejado al Estado como represor de los ciudadanos pacíficos sin haber frenado a los dirigentes golpistas. Dificulta sumar apoyos a la causa constitucional frente a quienes están dispuestos a apurar el desafío.

En España, el servicio exterior del Estado, la diplomacia, parece estar de vacaciones

La inquietud del conjunto de los ciudadanos se ha mostrado durante los últimos días de forma tímida y poco organizada. Algunas banderas constitucionales, manifestaciones desarboladas y sobre todo falta de discurso político de quienes están obligados a tenerlo, no olvidemos que toda la clase política está profesionalizada con cargo al presupuesto público. Anotemos al tiempo que el servicio exterior del Estado, la diplomacia, parece estar de vacaciones.

Viviremos semanas convulsas. Hasta ahora la economía no se ha resentido pero antes o después acusará la debilidad del Gobierno y la incertidumbre del futuro. Si el problema principal es la unidad territorial, no parece haber muchas ideas de cohesión frente a las múltiples propuestas de fragmentación. Las pretensiones independentistas, confederales o de pactos territoriales tienen un denominador común: el debilitamiento de la cohesión ciudadana y  del mercado interior en el camino de la implosión del Estado. Defender la unidad sólo con símbolos no es una buena estrategia. Se necesitan razones comprensibles, estrategias asumibles y empatía. Nada de esto está a la vista. De Rajoy y los suyos nada se puede esperar. Los demás hasta ahora no han demostrado más claridad de ideas. Así que todo puede empeorar.

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