Sánchez, culpable de llevar al PSOE al borde del abismo

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Susana Díaz, sonriente en otro tiempo. / PSOE

Lo que le faltaba a España era una crisis de estas proporciones en un partido que sigue siendo esencial para la estabilidad política. Sánchez no asume, como dijo Largo Caballero, que a veces los dirigentes tienen que decir a las bases lo que éstas no quieren oír.

Sánchez, culpable de llevar al PSOE al borde del abismo

La actual crisis que vive el Partido Socialista Obrero Español me sorprende releyendo un libro al que soy adicto, “Mi viaje a la Rusia sovietista” [No "soviética", como se escribe por error a veces], de Fernando de los Ríos, donde escribe: ”Ni por un instante, al meditar sobre Rusia y pensar en redactar este trabajo, me he sentido hombre de partido, si bien he tenido de continuo la sensación aguda de mi ideal socialista: y es que siempre he considerado a los partidos como órganos de interpretación de los ideales, no como al ideal mismo, y necesitados, por tanto, de vivir en una perenne subordinación a éstos.”

Decía Don Fernando que "se es socialista por la convicción y que el socialismo se fundamenta en el deber moral de poner nuestros medios al servicio de la plenitud humana de los demás". En esta hora de España, un socialista ético debería asumir que ese deber moral le impone ayudar a una salida razonable en el interés de los ciudadanos. Desde estas reflexiones resulta penoso el personalismo de Pedro Sánchez y su empecinamiento en olvidar que, en todo caso, él no es otra cosa que una temporal herramienta de unos ideales y de un objetivo que justifica, moralmente, la existencia del PSOE a lo largo de la historia. No sólo ha logrado que el partido haya perdido sucesivamente el apoyo de sus ciudadanos, sino que parece inclinado a una suicida entente con quien pretende ocupar el espacio que el PSOE representa.

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La armonía de tiempos pasados entre Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero, Pedro Sánchez, Alfredo Pérez Rubalcaba y Joaquín Almunia.

 

Olvida o ignora que el enemigo del PSOE es Podemos, que pretende instalarse en el mismo territorio, mediante un “camaleonismo” estratégico como el de proclamarse un partido socialdemócrata (que es lo que se supone que es el Partido Socialista) un día, y otro, marxista revolucionario; otro; apoyar las pretensiones derecha independentista en Cataluña y del nacionalismo radical en el País Vasco. Para el PSOE, es el PP es el adversario a batir, a derrotar en las urnas y superar en la acción de Gobierno. Pero el PP no pretende sustituir al PSOE, sino superarlo; Podemos y sus contratas quieren laminarlo y erigirse en la izquierda hegemónica. ¿No decía Sánchez que nunca pactaría con el populismo? ¿Qué han hecho los críticos?, advertirle de que era un suicidio. Sobre todo si están en Podemos y sus sub marcas los votos que debe recuperar.

¿Militantes o votos?

Alfonso Guerra dijo que prefería votos a militantes. El PSOE es esencialmente un partido de cuadros, aunque su apariencia sea otra. La vida orgánica en cuanto a actividad de los militantes es escasa y, como ocurre en Vigo, no tiene otra expresión que acudir a rebato a las asambleas cuando la dirección, que comanda en este caso el alcalde Abel Caballero y su gran consejo, llama a capítulo para evitar que las propuestas de la oposición prosperen. Por eso, resulta curiosa esa invocación a las ignoradas bases, cuando tan poco se las tiene en cuenta en otros casos, como aplicar las resoluciones del partido, sus reglamentos o los propios principios. Sin ir más lejos, cuando el PSOE consagró la proclamación de Felipe VI, no pocas agrupaciones pidieron un debate nacional y recuperar la identidad republicana. Ni caso les hicieron. Pero es que además, ¿de dónde proceden si no de las propias bases sus órganos de dirección ahora fraccionados? Y es que a lo peor ya no es partido de masas o de cuadros, sino un "catch all party", donde cabe de todo Pero es un partido con historia con una nómina de hombres de marcado compromiso ético.

Lo que le faltaba a España era una crisis de estas proporciones en un partido que sigue siendo esencial para la estabilidad política, dentro de la Constitución. Este hombre no tiene talla de estadista. Mala suerte hemos tenido todos en esta hora. Como dijo Largo Caballero, a veces los dirigentes tienen que decir a las bases lo que éstas no quieren oír. Y Max Weber cuando afirma que un verdadero dirigente debe saber elegir en un momento crítico entre la responsabilidad moral y la ideológica. Había muchas fórmulas, sin otorgar cheques en blanco a la derecha, para sacar al país del atolladero. Este hombre no quiso ni analizarlas. Hará un favor a su partido y a la historia de España si desaparece por el foro.

El posibilismo de Largo Caballero

Conviene recuperar la memoria del posibilismo con que los hombres de mayor peso en la historia del PSOE ejercieron sus responsabilidades. Largo Caballero llegó a pactar con Primo de Rivera, en plena Dictadura, el establecimiento de los “Comités paritarios”, que permitieron establecer una vía de diálogo del movimiento obrero con las patronales y encauzar numerosos conflictos. En interés de España el PSOE entró en los Pactos de la Moncloa y supo estar a la altura de la sociedad española en momentos especialmente críticos como el inicio de la transición.

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Largo Caballero, "El Lenin español".

 

El PSOE se ha caracterizado en el pasado por su sentido de la realidad y en recurrir a la fórmula del pacto para avanzar cuando no podía hacerse de otro modo. Y en ese sentido ha pactado, a derecha e izquierda, sin rebasar los límites de la Constitución (cosa improbable con Podemos). Sánchez despreció toda fórmula y opción de desbloquear el estado del país, imponiendo sus condiciones por duras que fueran  para el PP, para salir de este atolladero y prepararse, a dos años vista, para recuperar espacios y ser una alternativa de Gobierno.

Sánchez ha conducido su partido al borde del abismo, sin asumir sus propias responsabilidades derrota tras derrota, y sin explicarlas. Ahora, adecuadamente jaleado por sus partidarios, acusa de traidores a quienes sí asumieron las suyas y le dieron una lección de coherencia, de socialismo, en suma.

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