La “oposición de Estado” del PSOE pasa por pactos sobre Cataluña, pensiones y financiación

Pedro Sánchez, triunfador en el 39 Congreso Federal del PSOE.
Pedro Sánchez, en el 39 Congreso Federal del PSOE. / Mundiario

Si se pretende hacer “oposición de Estado”, como el propio Pedro Sánchez ha enfatizado, serán inevitables algunos acuerdos: el desafío catalán, la sostenibilidad de las pensiones, la nueva financiación autonómica ... Otros temas de posible acuerdo son en realidad inviables.

La “oposición de Estado” del PSOE pasa por pactos sobre Cataluña, pensiones y financiación

Decía Azaña, en celebrada frase, que si los españoles hablásemos sólo de lo que sabemos se produciría un estruendoso silencio que podríamos aprovechar para aprender lo que ignoramos. Y lo decía cuando no existían ni las redes sociales ni los tertulianos, ámbitos que han multiplicado la cacofonía sin aportar demasiado. También los nuevos dirigentes del PSOE han cometido errores de bulto en sus muchas comparecencias mediáticas durante su primera semana. Errores de aprendizaje que no pueden considerarse categorías políticas.

Si algo ha quedado claro en el reciente Congreso socialista, es la atención prioritaria al votante perdido en beneficio de Podemos. Desde el lema (Somos la izquierda) a los principales mensajes, el PSOE reaccionaba con seis años de retraso a la evidente sangría que sufre por su izquierda. El segundo dato que ha dejado es el ajuste de cuentas interno, que durará varios meses mientras finaliza el proceso de renovación de las estructuras territoriales. Los vencidos han aceptado la derrota sin plantar batalla, conscientes de que serán los resultados electorales de mayo de 2019, fecha de las elecciones municipales y de 13 elecciones autonómicas, los que ratificarán o censurarán la nueva dirección política.

Pedro Sánchez, triunfador en el 39 Congreso Federal del PSOE. / Mundiario39 Congreso Federal del PSOE. / Mundiario

La demonización habitual del PP y las buenas palabras hacia otros grupos para intentar una nueva moción de censura, tienen mucho de escenografía coyuntural y poca sustancia real

El Congreso ha aportado poco sobre la estrategia a seguir. La demonización habitual del PP y las buenas palabras hacia otros grupos para intentar una nueva moción de censura, tienen mucho de escenografía coyuntural y poca sustancia real.  No es posible una nueva moción de censura y lo saben todos los actores. Podemos planteó la suya precisamente para impedirlo. Ha acotado su espacio, ha sido elevado a la categoría de alternativa por el propio Rajoy y no necesita favorecer a quien es su principal rival, Pedro Sánchez.

La demonización del PP plantea otros problemas. Si se pretende hacer “oposición de Estado”, como el propio Sánchez ha enfatizado, serán inevitables algunos acuerdos: el desafío catalán, la sostenibilidad de las pensiones, la nueva financiación autonómica ... Otros temas de posible acuerdo, son en realidad inviables, como la reforma constitucional o el pacto educativo, pues ni tienen el mismo nivel de necesidad que los anteriores ni existe un consenso básico sobre la necesidad de abordarlos.  La continua descalificación de quienes  son necesarios para determinados acuerdos, no facilitará el diálogo, como estamos viendo a diario con el contencioso catalán, donde los Gobiernos estatal y autonómico ni siquiera manejan un lenguaje común.

La política no debe hacerse envueltos en ropajes sentimentales o en juicios de valor. Se trata siempre de buscar el  diálogo aceptando que los demás interlocutores tienen al menos tan buenas razones para defender sus propuestas como uno mismo. Esto, que en las relaciones internacionales es tan obvio que ni se discute, en la política interior cuesta asumirlo. Transformar  actos políticos como los congresos en rituales cuasi religiosos, de comunión con los fieles, menosprecio de los no creyentes, cánticos rituales y emociones estáticas, es la tendencia de todos los partidos modernos, pero ayuda poco a comprender la política real, hecha de pequeños acuerdos basados en mutuas cesiones. Es la política reformista, la que asegura la permanencia de los cambios, frente a los grandes acuerdos, casi siempre clamorosamente incumplidos. La primera decisión relevante del nuevo socialismo, oponerse al Tratado de la UE con Canadá, ha demostrado la ausencia de razones, la carencia de discurso y la contradicción con su propia postura durante años. Que solo la aplauda Podemos no deja de suscitar más interrogantes que respuestas.

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