La nueva hora de la política vendrá con otros personajes en Cataluña y también en Madrid

Jóvenes catalanas. / Twitter
Jóvenes catalanas. / Twitter

La democracia es consenso, es tolerancia, es libertad.., pero en ninguna democracia pueden tener cabida los que aprovechándose de ella intentan destruirla.

La nueva hora de la política vendrá con otros personajes en Cataluña y también en Madrid

Miquel Iceta, líder del PSC, ha dicho que el conflicto catalán tiene que ver con los sentimientos y no quiere que haya “ganadores ni perdedores”. Iceta es persona de buena voluntad y con un alto gramaje de inocencia, que a veces puede interpretarse como miedo o incapacidad. Su deseo, sentimental y encomiable, no deja de ser una abstracción más propia de una Alicia en el país de las maravillas que la de un dirigente político, contrario al independentismo, que tiene que batirse el cobre en una comunidad como Cataluña. ¡Cómo no va a haber perdedores en esta batalla que ha desatado el Gobierno de la Generalitat contra el orden constitucional! Todos vamos a perder, pero es obligado que pierdan más, mucho más, los que se han levantado contra el imperio de la Ley y han quebrado la convivencia.

El Estado, el Gobierno, la Justicia no pueden permitir de ninguna manera que los responsables de esta locura secesionista continúen en las instituciones democráticas. La democracia es consenso, es tolerancia, es libertad.., pero en ninguna democracia pueden tener cabida los que aprovechándose de ella intentan destruirla. No es posible ninguna perspectiva de diálogo con ellos. No representan a las instituciones que ocupan ni a la manipulada y enardecida masa que los sigue. Las masas han cometido muchas veces tremendas aberraciones.

¿Cuántos dictadores o sátrapas no alcanzaron el poder apoyándose en una multitud extraviada? Estaremos todos perdidos si la democracia comete el imperdonable pecado de la cobardía, si no defiende de manera drástica lo que tanto costó conseguir. Los enemigos se han metido hasta la cocina y ha llegado el momento de decir basta y poner a cada uno en sitio. La nueva hora de la política vendrá después, pero solo después y con otros personajes a la mesa, en Cataluña y también en Madrid.

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