El presidente Nicolás Maduro consolida su estocada final a la democracia venezolana

Nicolás Maduro. / lanacion.com
Nicolás Maduro. / lanacion.com

Ni la furia de un pueblo ni las amenazas de la comunidad internacional han intimidado al llamado hijo de Chávez. Este domingo serán elegidos los delegados de la Asamblea Nacional Constituyente con la que pretende reescribir a su favor la Carta Magna. La oposición promete más protestas en todo el país.

El presidente Nicolás Maduro consolida su estocada final a la democracia venezolana

Maduro se salió con la suya. Llegó el tan esperado como temido 30 de julio y nada cambió. No hay pacto, ni acuerdo. La Constituyente va. Tal como había advertido el mandatario venezolano y su cúpula chavista con su resonante eslogan en los últimos meses. Ni la suma de todos los esfuerzos de la oposición o la sangre derramada por un pueblo declarado en desobediencia civil han sido suficientes para frenar a un gobernante que ha emprendido una lucha desesperada por mantenerse en el poder a cualquier precio.

Con los ojos del mundo entero posados sobre la nación, y pese a la amenaza de sanciones estadounidenses que podrían agravar la crisis económica que atraviesa el país, este domingo se eligen los 545 integrantes de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que consolida el poder oficialista y deja en jaque a la coalición opositora. La ANC significará el punto final del único contrapoder del Gobierno. Su aprobación sella la suerte del Parlamento de mayoría opositora que fue elegido por los venezolanos hace menos de dos años y que a partir de la primera semana de agosto dejará de existir.

Pero no solo es el Parlamento lo que peligra. La nueva jugada del llamado hijo de Chávez además se lleva entre sus sombras a la democracia venezolana. O lo que quedaba de ella. Los venezolanos lo saben, lo temían desde hace un tiempo y han salido a la calles a exteriorizar su repudio al gobierno de Nicolás Maduro, pero esto poco ha importado al mandatario.

Por su parte, la comunidad internacional también ha expresado su preocupación por la patria de Bolívar. Algunos radicales como Donald Trump amenazaron con imponer severas sanciones a los funcionarios chavistas de ser aprobada la Constituyente. Otros, más pacientes, pidieron a Maduro que se retractara y diera marcha atrás.

El expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero se jugó un as al servir de puente entre la oposición y el gobierno para concretar una posible negociación, mientras que sus homólogos de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú pidieron formalmente que se suspendiera la Constituyente y que se estableciera un proceso de negociación política para la salida a la crisis. Al final no hubo posibilidad de lograr un acuerdo. Está claro que ninguna de las partes está dispuesta a ceder.

La oposición ha asegurado que no dará su brazo a torcer, al tiempo que ha prometido endurecer las acciones de calle. Este sábado el presidente de la Comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional, Luis Florido, aseguró haber enviado a todas las Cancillerías del mundo una comunicación oficial, en la que se pide expresamente que se tomen acciones en apoyo al pueblo venezolano. "Llegó la hora de que la comunidad internacional de su apoyo decidido, sincero, franco para que este proceso no pueda concretarse", reza la misiva, según ha publicado la agencia oficial española Efe.

Ante tanta disyuntiva política sigue siendo el pueblo el más afectado. En los últimos meses más de un centenar de personas han perdido la vida en medio de las manifestaciones que enmarcan una lucha que a juicio de la mayoría de los venezolanos hoy trasciende más allá de las filas de la oposición o el chavismo. No se trata de una contienda política. Es más bien el grito desesperado de una nación que suplica un cambio.

 

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