El nacionalismo español se ha reactivado, asumiendo valores de supremacía

Felipe VI. / Mundiario
Felipe VI. / Mundiario

El discurso del Rey del 3-O rearmó un nacionalismo español remiso a la negociación que propició la realineación del PSOE con el 155. ¿Se trata de un signo de debilidad o de fortaleza?

El nacionalismo español se ha reactivado, asumiendo valores de supremacía

No seré yo quien niegue que la vía unilateral del soberanismo catalán, iniciada después de siete años de inmovilismo desde Madrid,  fuera arriesgada. Ni que sería conveniente una mayoría ciudadana más amplia que un 48,7% de votos antes de adoptar cierto tipo de decisiones. Pero no se puede ser equidistante. El Govern y los partidos y organizaciones cívicas soberanistas se limitaron a declarar el 27-O la independencia de manera simbólica, renunciando a la desobediencia pacífica frente el golpe inconstitucional del 155. Ni hubo violencias ni rebeliones ni sediciones. Las sucesivas demostraciones ciudadanas fueron siempre pacíficas.

Más del 70% de la ciudadanía catalana quería votar para decidir su futuro, pero el Gobierno del Estado cerró, a la vez que C’s y PSOE, todas las vías de diálogo. Cierto que no se daban las condiciones para un referéndum decisorio, pero el mundo soberanista intentó ese pacto hasta el mismo 1-O. Ese día, el Ministerio del Interior reprimió violentamente a millares de pacíficos ciudadanos, que querían votar, ante todo el mundo internacional. El 3-O el Jefe del Estado marcó la señal del rearme españolista: ni disculpas, ni diálogo ni negociación. Desde esa fecha el rearme y agresividad del nacionalismo español es evidente. Vivimos tiempos de “a por ellos” y no sólo en  Catalunya o Madrid, a pesar de que en mi país, Galicia, lo percibamos, por suerte –y por ahora–, en mucha menor medida.

Dos tercios del Govern fueron encarcelados, a la vez que los Jordis y el resto tuvo que  exiliarse. Nos hablaron, claro, de la independencia de los Tribunales, pero la propia vicepresidenta Sainz de Santamaría, además de defender la liquidación del soberanismo, ha reconocido esta falta de independencia en el Supremo y en la AN, diciendo que hace falta agradecerle a Rajoy el 155, porque así se consiguió descabezar a los soberanistas. Verdaderamente tiene razón, los principales candidatos de Junts per Catalunya y de ERC permanecen en la cárcel o en el exilio y no pueden participar en debates, encuentros ni entrevistas face to face. La desigualdad de oportunidades es evidente, mientras Pep Borrell (PSC) corrige a Miquel Iceta y dice que hace falta desinfectar Catalunya.

Desde el discurso del Rey  el nacionalismo español  se rearmó sin complejos, escogiendo un camino de represión y agresividad propio, hasta ahora, de los valores de la extrema derecha. Sin embargo, muchos consideran que  estas exhibiciones de radicalización  podrían ser más señal de debilidad  que de fuerza.

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