La guerra cibernética inquieta a los especialistas de seguridad y defensa

Ilustración de Miguel Fernández (FerrolAnalisis nº 28)
Ilustración de Miguel Fernández (FerrolAnalisis nº 28).

La obtención ilícita de información es ya una guerra invisible, sin soldados ni aviones, pero muy dañina, según el almirante en la reserva Miguel Fernández.

La guerra cibernética inquieta a los especialistas de seguridad y defensa

La obtención ilícita de información se ha convertido en una guerra invisible, sin soldados ni aviones, pero muy dañina, según el almirante en la reserva Miguel Fernández y Fernández.

 

La guerra lanzada desde un ordenador. Nada de ciencia ficción.  Los misiles se han convertido en virus, los expertos en informática relevan a legiones de soldados desfilando por calles y descampados, la computadora, el buque insignia. Las consecuencias de una guerra cibernética serían peores que las de la bomba atómica, ha manifestado el 14 de enero pasado el rector de la Universidad de tecnología de la Información y miembro de la academia china de ingeniería, el exmilitar Wu Xing Jiang. Unos meses antes, en octubre del año pasado, Inglaterra anunció la creación de una división militar para la guerra cibernética: combatir con computadoras no solo en la defensa sino preparándose para el ataque. Este anuncio vino precedido de unas manifestaciones hechas al diario The Mail on Sunday por el ministro británico de Defensa en las que señalaba que las guerras del futuro se van a librar mediante expertos en telecomunicaciones "en habitaciones como esta" precisó ante los periodistas en alusión al espacio elegido para la rueda de prensa.

La guerra cibernética es, precisamente, el tema elegido por el almirante español en la reserva, vigués afincado en Ferrol, Miguel Fernández Fernández, que desarrolla en el último número (28) de FerrolAnalisis, publicación que edita anualmente el Club de Prensa de Ferrol. El ilustrado marino, escritor y pintor, escribe que la obtención ilícita de información se ha convertido en una guerra invisible, sin soldados, aviones o barcos, incruenta "pero muy dañina, en la que se roban descaradamente los secretos de las grandes empresas y su tecnología punta".

Ejemplos

Cita como ejemplos una supuesta colaboración entre EEUU e Israel que en el 2010 lograron inyectar el virus Stuxnet en las plantas de uranio de Bushehr, de Irán, "donde las centrifugadoras de Siemens quedaron inutilizadas, un éxito que no hubiera podido igualar en resultados ningún ataque militar y que retrasó el programa atómico de Irán al menos en cinco años". Lo mismo se puede decir de las grandes mafias.

Miguel Fernández recuerda que en mayo de 2012 se produjo el robo masivo de 35 millones de euros mediante procedimientos informáticos por un grupo de delincuentes dominicanos con residencia en New York que clonaron tarjetas y entraron en los sistemas informáticos de numerosos bancos. "Claro caso -apostilla el autor- de cómo se han cambiado las pistolas, las navajas y el pasamontañas por los ordenadores y el uso de la red". Mismo en el campo de la guerra real, en 2008 el ejército ruso invadió Georgia precedido por ataques cibernéticos coordinados con las operaciones terrestres "correspondiéndole el dudoso honor de ser el primer conflicto bélico acompañado por un ataque informático". Al respeto, otro especialista, Adam Liff, en el Journal of Strategic Studies subraya que el poderío digital tiene que tener el respaldo de armas convencionales y recuerda que las posibilidades están en las grandes potencias. Un ataque cibernético de un país débil supondría una reacción militar convencional que lo dejaría barrido. 

Integración en los planes de defensa

Abunda el estudioso que la guerra cibernética, como tal organizada, exige unos grandes costes, que no están al alcance de países empobrecidos. "Al Qaeda prefiere hacer estallar una bomba en un plaza pública, que resulta más espectacular". Bruce Schneier, especialista en seguridad tecnológica, escribe que la carrera armamentista cibernética es un hecho que definirá el internet en el siglo XXI. "El ataque cibernético tiene el potencial de ser inmediato y devastador", sentencia.

En suma, recuperando el trabajo que aparece publicado en FerrolAnalisis, el almirante Fernández sostiene que el arma cibernética es lo suficientemente seria como para que sea integrada en los planes de defensa y seguridad como un arma más en el campo de batalla, como la maniobra, la artillería o la defensa antiaérea. "Un ataque con un misil es un acto de guerra ¿y si el ataque es informático?". El intelectual ferrolano deja ahí planteada esa interrogante ante el interesante debate que, a su juicio, conviene acelerar.

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