¿Se deben a los políticos los grandes cambios de la humanidad?

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Quizás les demos demasiada importancia a los políticos y esperamos grandes cambios que no tienen el poder de realizar. La historia nos dice que la humanidad evoluciona a pesar de algunas de sus actuaciones.

¿Se deben a los políticos los grandes cambios de la humanidad?

Nos llenan de promesas que renuevan cada cuatro años, pero su poder se encuentra muy repartido,  lleno de marcos que no se pueden rebasar. En España está el poder local, el autonómico,  el nacional, el europeo, y todo dentro de unas reglas fijadas por convenciones internacionales que fija la ONU. Aún así, el poder que les toca se limita en general a una administración de los recursos que se generan dependiendo de si tose Estados Unidos, China crece un poco menos, o los británicos abandonan la UE, y todo ello en la dirección que marcan los poderes fácticos. Como vemos hay demasiados ingredientes que dificultan mucho que las promesas puedan ser cumplidas como ocurriría en tiempos de los imperios, y aveces ni así.

Lo cierto es que un emperador romano, o de cualquier otra parte, tenía una obsesión por pasar a la posteridad, porque se le recordase, y para ello recurría a técnicos, a arquitectos que construyesen un puente, un foro, o un coliseo que durase muchos siglos mientras que ahora el horizonte suele reducirse a una legislatura de cuatro años. Ya no se recurre a ministros tecnócratas, ahora atravesamos una época donde lo que más abunda son políticos que han estudiado la carrera de Ciencias Políticas,  y que su único contacto con el mundo productivo ha sido realizar una oposición (siempre hablando de España porque en otras partes se pide mucha experiencia previa)

En cualquier caso, si bien es cierto que un político administra la riqueza de un país y decide si para cuadrar el déficit recorta las pensiones, la sanidad, o el coste de la Administración, por ejemplo, los grandes cambios de la historia de la humanidad poco tiene que ver con ellos. Podemos citar el cambio que supuso en el mundo Occidental la aparición del cristianismo, una nueva forma de pensar y sentir, un antes y un después que se extendió a pesar de los políticos, con o se extendió la moral y la ética budista por los imperios de Asia. Ambos casos gracias a alguien que no era político ni tenía poder o partido. 

Lo mismo podríamos decir de la revolución burguesa que se llevó a cabo en Francia empujada por filósofos y pensadores en contra de los políticos que gobernaban entonces al amparo de la Monarquía. Eso sí que cambió el mundo como también lo cambió la revolución rusa con la ideología de un economista, el marxismo, que llegó a conitrolar medio planeta. Pero no hay que pensar que los cambios en la forma de pensar, sentir, y hacer, ocurren de forma violenta. Uno de los grandes cambios que modificaron nuestras costumbres hasta hacerlas irreconocibles fue el mayo francés del 1968, sin sangre y una vez más en contra de los políticos, o el cambio que ahora está sufriendo el mundo, con más ONGs que nunca, con más empatía, con imparables corrientes migratorias, con un antibelicismo conviviendo con guerras de bajo coste donde nunca tan pocos pudieron hacer tanto daño con menos medios, pero un mundo que se está conformando al margen de los políticos o en su contra, y cuyo resultado final aún se desconoce. Los ciudadanos seguimos avanzando a pesar de los avances de la extrema derecha o populismos que van sembrando engaños. Se afianzará la igualdad de género, los derechos de homosexuales, el fin  de la violencia, del hambre, el laicismo, y nadie podrá pararlo.

Quizás haya llegado el momento en que los representantes que elegimos para administrar nuestra soberanía, abandonen sus altas dosis de egos y no vuelvan a decirnos que nos hemos equivocado de nuevo porque quizás conformemos otro mundo donde ellos no tengan cabida.

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