Flynn se niega a comparecer ante el Senado por sus contactos con Rusia
El exasesor de Donald Trump es tal vez la pieza más importante de este tablero y ha dejado a la Cámara Alta en una situación no menos que delicada.
Washington tardará mucho en olvidar el nombre de Michael Flynn. Este militar retirado pasó de ser uno de los hombres de confianza del presidente Donald Trump a ser el protagonista de una novela política que empieza a tener tintes cuando menos risibles. Tras haber mentido a las autoridades estadounidenses sobre sus contactos con el Gobierno de Rusia y por ello haber sido el primer miembro del equipo de Trump en renunciar tras apenas un par de semanas como asesor de Seguridad Nacional, el exgeneral ha dado un nuevo giro al escándalo que tiene su nombre por todas partes.
Flynn está en el epicentro de la investigación que llevan todos los despachos gubernamentales y de inteligencia sobre los contactos del equipo del empresario neoyorquino con Moscú. El Senado ha exigido su comparecencia en su cede pero el exasesor ha decidido aferrarse a la Quinta Enmienda de la Constitución para dar un rotundo no a los senadores, trascendió desde Associated Press.
Con Trump en plena gira internacional, Washington continúa su ciclo de investigaciones en esta carpeta que se les ha hecho eterna y los nuevos brotes la han convertido en un pozo sin fondo. Flynn remitirá este mismo lunes una carta para evitar comparecer en la cámara, de acuerdo a la agencia mencionada, luego de que el Senado le haya citado hace dos semanas para poder investigar sus documentos personales. En marzo, al exmilitar le pareció adecuada la idea de aceptar declarar a cambio de inmunidad penal, pero el Senado no aceptó su propuesta.
Los frentes abiertos de Flynn son bastantes. Sumado al de haber ocultado sus conversaciones con Sergey Kislyak, embajador de Rusia en Estados Unidos, antes de que Trump asumiera como presidente el pasado 20 de enero, el exfuncionario también mintió respecto a sus negocios como consultor de Seguridad con clientes rusos y sus tramas como lobista para una empresa con vínculos directos al Gobierno de Turquía.
La carpeta del soldado retirado también desató el escándalo que llevó a Trump a despedir hace unos días a James Comey, director del FBI. De acuerdo al prestigioso The New York Times, el presidente habría ordenado a Comey que detuviera la dichosa investigación de sus nexos con Rusia tras la renuncia de Flynn. El exjefe de la oficina de investigación no aceptó y su cabeza rodó al par de meses. Ahora, sin la presión de tener a Trump encima suya, James Comey mismo ha aceptado presentarse ante el Comité de Inteligencia del Senado para declarar sobre esta investigación.
Flynn es, por antonomasia, el hombre más importante de este escándalo que se ha convertido en la espada de Damocles de su exjefe. La Casa Blanca se siente desesperada por el acoso que ha sufrido desde medios de comunicación y fuerzas políticas e incluso Trump calificó todo como una "cacería de brujas".
El exasesor fue el primero de una larga lista de involucrados que no ha hecho sino aumentar con cada día que pasa. Otro de sus hombres de confianza, el lobista Paul Manafort, ocultó que había ganado 10 millones de dólares gracias a sus contactos con el Kremlin. Manafort dirigió parte de la campaña electoral del neoyorquino.
El epicentro de este inagotable terrmoto yace en que Rusia se habría puesto de acuerdo con la Torre Trump para atacar al Partido Demócrata desde sus servidores digitales y ayudar deliberadamente al republicano a llegar a la Casa Blanca. La misma Hillary Clinton acusó a los ataques a los servidores virtuales de los demócratas como los responsables de su derrota. Trump se niega a recular su postura, pero lo cierto es que cada paso hacia adelante del sistema en sus investigaciones lo arrastra hasta la punta del abismo. Para cuando regrese de su gira internacional, el presidente podría encontrar su despacho en cenizas.
