La manifestación de Barcelona, un efecto del discurso de Felipe VI

Manifestación a favor de la unidad de España en Barcelona. / Twitter
Manifestación a favor de la unidad de España en Barcelona. / Twitter

Felipe VI decidió volar los puentes con la España plurinacional y unió la suerte de la Monarquía al concepto unitarista y uninacional de España de la derecha conservadora, renunciando a su función moderadora y a la neutralidad que le impone la Constitución.

La manifestación de Barcelona, un efecto del discurso de Felipe VI

El jefe del Estado, Felipe VI, en su mensaje del pasado 3-O, renunció a representar al conjunto de la ciudadanía y dimitió de su papel constitucional de árbitro y moderador de las instituciones para convertirse en el defensor del modelo social y territorial de la derecha española. La Corona rompió la neutralidad que le impone la Constitución, se declaró parcial y excluyó implícitamente de su concepto de España a aquellos que no asumen la idea unitarista (uninacional, unilingüe y radial cuanto a sus comunicaciones terrestres ) que proyectó. No por acaso un político tan ecuánime como el lehendakari Urkullu se mostró "atónito" y declaró que las palabras del Rey le generaban la máxima "decepción" y "preocupación".

En su mensaje, el Jefe del Estado español cerró cualquier vía de negociación o diálogo, desautorizando la ya comprometida posición del PSOE y PSC. Calló sobre  las agresiones sufridas a raudales por ciudadanos catalanes el 1-O por parte del Gobierno del Estado (que le causaron heridas a casi 900 personas ) y alimentó una reacción españolista con claros señales de intolerancia y violencia que llenó este domingo las calles de Barcelona. Formas ásperas, uso íntegro del castellano (a pesar de dominar el catalán) y el retrato de su ancestro Carlos III –un rey que prohibió la enseñanza en catalán, gallego y euskera– completaban el cuadro.

Felipe de Borbón olvidó que en el siglo XXI los pueblos conviven por el mutuo acuerdo y no por imposición y conquista. Olvidó que los reyes en las monarquías parlamentarias son neutrales y no asumen el relato de una parte como propio del conjunto de la sociedad. Por tanto, vinculó indisolublemente la suerte de la Monarquía a la del modelo antiguo y caduco de esa España unitarista y uninacional que no tiene más soluciones para la convivencia y la integración de los distintos pueblos del Estado que la imposición autoritaria del "lo tomas o lo tomas". La España del "a por ellos".

Efecto de la llamada del Jefe del Estado ha sido la masiva manifestación del domingo 8-O en Barcelona, que reunió a 350.000 personas según la Guardia Urbana. Muchos de los manifestantes venían de fuera de Catalunya, traídos por el PP y organizaciones afines  y algunos de ellos mostraron actitudes  agresivas frente a los Mossos o periodistas. Actitudes que hasta  ahora no se vieron en las muchas demostraciones independentistas. 

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