Feijóo, entre suceder a Rajoy o tener una posición influyente en España desde Galicia

Alberto Núñez Feijóo.
Alberto Núñez Feijóo.

A partir de ahora Alberto Núñez Feijóo solo tiene enfrente a su propio partido, ya sea para conseguir su apoyo si quiere suceder a Mariano Rajoy o para garantizarse una posición influyente en el escenario político estatal si opta por enrocarse en Galicia.

Feijóo, entre suceder a Rajoy o tener una posición influyente en España desde Galicia

Los resultados del domingo pasado globalmente son idénticos a los de 2012. El PP, 41 escaños, la oposición 34. Que dentro de ésta la distribución se altere profundamente no afecta  a la gobernabilidad, ni a la estabilidad, ni tendrá efecto alguno a corto plazo. Que además el PP supere en votos a la suma de los obtenidos por los tres grupos de la oposición, indica que la alternancia está por el momento muy lejos.

Alberto Núñez Feijóo ha obtenido una tercera mayoría absoluta cuando hace siete meses quería escapar hacia la política estatal, temiendo una derrota. Le debe a Rajoy el veto de entonces que, paradójicamente, lo sitúa con más fuerza que nunca como posible sucesor. Y será así, por mucho que lo niegue el interesado, volcado ahora en prometer estabilidad y filtrando cuidadosamente nuevos vínculos familiares para enraizarse aquí. Naturalmente sin restar mérito alguno a una campaña ejemplar, sin aristas, amable y constructiva. En su haber está también la remodelación de la Xunta de hace un año, que ha permitido pacificar la sanidad, retomar la iniciativa en Agricultura y Economía y sobre todo abordar una agenda social nueva . A esos  mimbres  Feijóo ha sumado su propia imagen, con alta valoración, y un nada disimulado apoyo mediático, constante, intenso y casi unánime. Y ha gozado, una vez más, de la extraordinaria fidelidad de sus electores que apenas acusan el desgaste del Gobierno.

Si Feijóo opta por suceder a Mariano Rajoy tendrá que vencer a quienes no convence en la calle Génova

A partir de ahora Feijóo solo tiene enfrente a su propio partido, ya sea para conseguir su apoyo si quiere suceder a Rajoy o para garantizarse una posición influyente en el escenario estatal si opta por enrocarse en Galicia. Si opta por lo primero tendrá que vencer a quienes no convence en la calle Génova. Tendrá tiempo porque en Galicia la oposición tardará tiempo en recomponerse como alternativa real.

Ciudadanos ha demostrado su irrelevancia cuando se trata de pisar el terreno. La carencia total de arraigo social, el desconocimiento de la realidad gallega y sus propuestas contradictorias no le permitirán despegar como alternativa. Son una bisagra artificial y muy limitada territorialmente.

El BNG ha evitado ser fagocitado por la Marea. Un liderazgo nuevo y la tradicional fidelidad de sus electores le permiten seguir manteniendo una cuota de representación parlamentaria, secundaria en términos políticos. La negativa constante a abrirse, ampliando su base electoral, lo ha reducido a esa función. Hoy, sus alcaldes de referencia, en Pontevedra, Carballo o Allariz, se sostienen por su propio liderazgo y por los evidentes  resultados de su gestión, y no por el apoyo de la sigla. 

El PSOE ha retrocedido mucho y ha cedido el liderazgo de la oposición. Ha pasado al tercer lugar, no sólo en las ciudades sino en casi todos los núcleos urbanos gallegos

El PSOE ha retrocedido mucho y sobre todo ha cedido el liderazgo de la oposición. Ha pasado al tercer lugar, no sólo en las ciudades sino en casi todos los núcleos urbanos gallegos. Parece que han influido al menos dos factores: la situación de parálisis del Gobierno español, que el PP y los medios afines tratan de cargar sobre Pedro Sánchez, y la sucesión interminable de conflictos del socialismo gallego durante el último año: imputación por corrupción y descarte consecuente del candidato natural, Gómez Besteiro, conflicto esperpéntico en la Diputación de Lugo, posición política peor que ambigua en los Ayuntamientos de Coruña y Santiago, soledad en el de Lugo, conflicto abierto en Ourense y Ferrol, confrontación e intervención de Madrid en el proceso de listas electorales...

La dirección federal del PSOE ha cosechado una pírrica victoria interna al precio de un descalabro electoral. Con los datos actuales cabe suponer que las actuales tensiones internas no se resolverán a corto plazo y que la zozobra continuará instalada en el partido al menos hasta la renovación de las estructuras directivas. A medio plazo, la actual posición socialista en el poder local está amenazada.

En Marea ha obtenido un éxito indiscutible con respecto a los comicios anteriores, donde se presentaba como AGE.  Consolida el voto urbano y refrenda a los actuales gobiernos locales que dirige, a pesar de su escaso balance de gestión. Han acertado al difuminar a Podemos y han acertado donde Beiras en 1997 y Quintana en 2005 lo intentaron: presentar una oferta de nacionalismo blando, de izquierda no estridente, innovadora en las formas y  que da voz a muchas víctimas de la crisis económica. La formidable base institucional de la que ya dispone más la plataforma parlamentaria, los sitúa, a poco que mejoren sus puntos débiles, en óptimas condiciones para repetir el "sorpasso" en las elecciones municipales y a partir de ahí disputar seriamente las autonómicas de 2020. No todo son luces, en las ciudades que gobierna pierde votos.

El PSOE precisa desembarazarse cuanto antes de esa etiqueta de “la izquierda” que lo está difuminando en una especie de Frente Popular

La oposición tiene ante si un arduo camino. Para resolver las diferencias internas en cada grupo, demasiado visibles, sin provocar nuevas crisis.  Para elaborar una alternativa que no sea simplemente demonizar al PP, para recuperar la confianza de los distintos grupos sociales, en suma, para dotarse de peso político. El PSOE tiene además otra tarea: desembarazarse cuanto antes de esa etiqueta de “la izquierda” que lo está difuminando en una especie de Frente Popular, y recuperar una posición propia en todos los temas. Dicho con toda claridad, lo que es bueno para Podemos/En Marea, es malo para los socialistas.

Finalmente y no es un asunto menor, lejos de la parálisis del escenario estatal, los electores gallegos han ofrecido un resultado nítido. Y de paso han fulminado los tópicos habituales sobre Galicia. Un valor que debería permitir una mayor influencia, no sólo política, en el Estado.

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