El Estado de derecho se impone a las algaradas

Símbolos de la justicia. / Mundiario
Símbolos de la justicia. / Mundiario

En una decisión audaz, Mariano Rajoy ha convocado elecciones inmediatas en Cataluña reduciendo así voluntariamente la capacidad del Gobierno de España para dirigir aquella autonomía.

El Estado de derecho se impone a las algaradas

Ha bastado una decisión firme del Gobierno de la nación, con suficiente respaldo parlamentario de Ciudadanos y PSOE, para acabar con la revuelta catalana, destituir a sus responsables y restablecer el normal funcionamiento de la Comunidad Autónoma. En una decisión audaz, Rajoy ha convocado elecciones inmediatas reduciendo así voluntariamente la capacidad del Gobierno para dirigir aquella autonomía.

No cabe sino felicitarse del respeto y  acatamiento general a la decisión. Comenzando por la Policía autonómica, que cumple así plenamente con su función y desactiva el riesgo de conflicto en la calle, siguiendo por la Administración catalana, que está funcionando con normalidad, desoyendo las lamentables invitaciones de algunos dirigentes secesionistas que esperaban de los funcionarios actitudes que ellos no tuvieron en el Parlamento y culminando con el enfriamiento de la tensión mediática.

Desactivado el principal problema, Puigdemont ha desaparecido y los partidos se aprestan a participar en las elecciones de las que saldrá un nuevo gobierno

El momento crítico se ha superado y una vez más la España institucional funciona como se espera. Desactivado el principal problema, Puigdemont ha desaparecido y los partidos se aprestan a participar en las elecciones de las que saldrá un nuevo gobierno. Es posible que el secesionismo participe unido en busca del plus electoral que otorgan las coaliciones, pero también es posible que en este caso la suma sea en realidad una resta pues la anterior coalición fue presa desde el primer momento de su ala más radical hasta borrar cualquier recuerdo de la antigua Convergencia. Cabe la posibilidad de que sus restos decidan concurrir en solitario, en la convicción de que a medio plazo pueden recuperar su papel hegemónico tradicional.

Del lado constitucional, este domingo se vio una vez más la fuerza y diversidad de sus seguidores, que no necesitan acudir a las urnas coaligados pues su heterogeneidad es muy grande, aunque sí coincidan en hacer sentir su voz y su presencia en la calle, demasiado tiempo silenciada la primera y abandonada la segunda.

Si todos extraen lecciones de lo ocurrido, podríamos asistir a unas elecciones catalanas en diciembre desdramatizadas, centradas en los problemas reales y no en las fantasías irredentistas. De ser así podría comenzar a restaurarse la convivencia, seriamente afectada, la imagen del país, hundida, y la función de la política, hipotecada desde hace muchos meses por los intereses de la Generalitat.

Y de no ser así, el problema continuará si bien atemperado. La decisión del Gobierno, difícil pero inevitable, abre un camino inédito para todas las Comunidades Autónomas. Existen límites infranqueables y desde ahora habrá precedentes a los que atenerse en el futuro si se repiten episodios similares. No hay que asustarse. La autonomía del Ulster fue suspendida varias veces por el Gobierno británico.

Sin ira pero sin concesiones, los procesos penales deberán de continuar ya que  es necesario que las conductas de riesgo, como en cualquier actividad, tengan la sanción correspondiente, a juicio de la Justicia

Sin ira pero sin concesiones, los procesos penales deberán de continuar ya que  es necesario que las conductas de riesgo, como en cualquier actividad, tengan la sanción correspondiente, a juicio de la Justicia. Acotando al máximo las responsabilidades, pues no se trata de abrir una Causa General.

El futuro gobierno catalán tendrá ante sí algunos problemas muy enquistados, como el posible adoctrinamiento en las escuelas, que si no es general sí parece registrar abundantes casos que exceden de la anécdota. O el papel de los medios públicos de comunicación, extremadamente sectarios. No sólo en Cataluña, también en Galicia, Madrid o Valencia, lo que indica un problema estructural, como lo es también la dependencia enorme de los gobiernos que tienen muchos   medios  de comunicación privados de toda España, que obra en contra de su independencia. Quien haya seguido durante los últimos meses los medios privados de Cataluña habrá comprobado lo que apuntamos.

El final del conflicto se está cobrando una víctima adicional. Podemos estalla por sus costuras tras meses de decisiones y tomas de posición erráticas. El modelo de nuevo partido que anunciaban se está revelando como un soviet antidemocrático y alejado de la realidad. En menor medida, también la Alcaldesa de Barcelona está sufriendo un desgaste por las posturas contradictorias que ha mantenido. Son consecuencias de los conflictos muy polarizados. Habrá más cambios.

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