Las elecciones legislativas podrían dejar a Estados Unidos en el alambre

Nancy Pelosi, líder demócrata en la Cámara de Representantes.
Nancy Pelosi, líder demócrata en la Cámara de Representantes.

Los resultados de estos comicios en Alabama avisan que los republicanos podrían quedarse tocados el próximo año, algo que tampoco es del todo conveniente para los demócratas.

Las elecciones legislativas podrían dejar a Estados Unidos en el alambre

Alabama dio a media semana la que es probablemente la derrota más dolorosa del Partido Republicano en los últimos años. El Estado, uno de los confines más conservadores de Estados Unidos, eligió a un demócrata para que les representara en el Senado, algo que no se había visto en los últimos 25 años. Doug Jones sacó tajada del escándalo sexual que cercó al republicano Roy Moore y se sentará en la Cámara Alta al lado de sus colegas progresistas, que han reducido la distancia entre bancadas a un delicado 49 contra 51, siempre con más republicanos.

Como sea, la cuestión aquí no es la diferencia de escaños entre ambos bandos. De hecho, las fracturas internas del honorable Partido Republicano la hacían ya de por sí inútil para los mismos proyectos conservadores. La cuestión es entonces en qué va a parar Estados Unidos en el futuro, con un Congreso que apunta a dar un giro hacia la izquierda, pues las elecciones de Alabama bien pueden ser un indicador que, si ya ni siquiera los refugios históricos están seguros para el partido de Abraham Lincoln nada lo está.

Pero el mayor problema de que el Partido Demócrata tome el timón del Capitolio no es para el Gran Viejo Partido (GOP, por sus siglas en inglés), sino para los mismos demócratas, irónicamente. Es decir, hasta ahora la bancada progresista disfrutaba desde su tarima mientras el GOP se envolvía en su espiral autodestructiva en la Cámara de Representantes y el Senado mientras intentaban desmontar el Obamacare. De llegar a perder la mayoría en ambas cámaras, la lógica dice que los conservadores llamarán a un cierre generalizado de filas para repeler la ofensiva que con toda seguridad lanzarán sus Némesis, enardecidos con razón por el discurso del presidente Donald Trump. Ese cierre de filas podría incluir al mismo Trump, que pese a ser el nivel de personaje que es, no quita que sea quien vive en la Casa Blanca.

Inclinar la balanza del Capitolio al lado de Nancy Pelosi y Chuck Schumer pondría a Estados Unidos en medio de un nuevo fuego cruzado. En su calidad de viejo tiburón acostumbrado a nadar en mares de presión, Trump no tendría miramientos para firmar nuevas órdenes ejecutivas (decretos presidenciales) al primer intento de levantamiento demócrata. El Tribunal Supremo está a cargo de magistrados conservadores, por lo que el partido progresista tampoco tendría salida alterna a las travas que llegase a poner el neoyorquino.

Alabama ha complicado el panorama del mediano plazo de Washington D.C. El Partido Demócrata debe tener mucho cuidado con sus planes. Tener al Capitolio enfrentado con la Casa Blanca no es nada nuevo, pero con un hombre como Trump en el Despacho Oval todo valle se convierte en campo minado. @mundiario 

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