Érase una vez unos políticos que reclamaban obediencia e indeterminación
La autora anima con sorna a ilustrarse con la supuesta eficacia de los representantes españoles dentro y fuera del país. Dejar que ellos sean el ejemplo y figura a seguir.
Ilustre figura la que desempeña el mandatario político en nuestro anfiteatro español.
Acabo de leer la noticia de la Sexta donde comentan la vuelta a las gradas de la señora Rita Barberá y me he imaginado, antes de visualizar el vídeo, una lucha entre condenados hambrientos por un trozo de carnada, mas no, fue peor, esta señora aparece más que relajada en la foto que ha subido a Twitter la senadora de Podemos por Tarragona, Celia Cánovas.
A Rita nada le quita el sueño pic.twitter.com/y7fnpJV1wl
— Celia Cánovas Essard (@CanovasCelia) 27 de septiembre de 2016
Desde la tierra que no es la mía me pregunto por qué no asociamos dentro del mismo campo semántico las palabras "política" y mentira". ¿Por qué mentir ahora se aborda con tal normalidad en nuestra sociedad? ¿No comprenden, ustedes, señores dirigentes, que la autoridad además de ser persuasiva, debe ir siempre acompañada de la legalidad, el esfuerzo y el trabajo continuo en pro de una mejoría colectiva?
Hannah Arendt argumentó que las mentiras se usarían como instrumentos justificables en la actividad política, así como en la demagogia. Pero, ¿dónde quedó lo ético? ¿Acaso podemos votar sin sentirnos engañados y ultrajados? Respóndanse ustedes mismos cuando vayamos a las innecesarias y caras terceras elecciones.