Difícil gobernación en España, ante el reto de recuperar el valor de la política de acuerdos

Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. / rtve.es
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. / rtve.es

El PSOE puede articular con más facilidad una mayoría, positiva o por abstención. Paradójicamente, bajando en votos mejora en capacidad de gobierno.

Difícil gobernación en España, ante el reto de recuperar el valor de la política de acuerdos

El resultado electoral en España es simétrico. La derecha (PP+ Ciudadanos) obtiene 163 escaños y la izquierda (PSOE+ Podemos en coalición con varios grupos+ UP) obtiene 161. Los nacionalistas 26 (soberanistas catalanes, PNV, Bildu y CC). Esas formaciones aún se fragmentarán más en el Congreso pues Mareas aspira a grupo propio y algun otro partido también.

Las negociaciones previsiblemente serán largas y complicadas. Los acuerdos probablemente inestables. En esas condiciones el programa de gobierno quedará muy acotado a determinados temas sobre los que pueda construirse un consenso, descartando aquellos que sean fuente de tensión permanente. No por obvio debe olvidarse que tan importante como elegir Presidente es disponer de un programa de gobierno suficientemente respaldado y útil para  los problemas existentes.

A priori el PP tiene  más difícil lograr una mayoría pues dependerá de la posición de los soberanistas catalanes, hoy hostiles, o del PSOE, nada interesado. Éste puede articular con más facilidad una mayoría, positiva o por abstención. Paradójicamente, bajando en votos mejora en capacidad de gobierno. Por otra parte el PP tendrá mayoría absoluta en el Senado que no le facilita gobernar pero si obstaculizar a otro gobierno.

En Galicia el PP pierde la mayoría absoluta en beneficio de En Marea, relegando al PSOE a tercera posición en votos aunque igualados en escaños. Más significativo es el resultado en las ciudades, rotundo a favor del nuevo grupo.

Un escenario tan complicado debería recuperar el valor de la política de acuerdos y transacciones. La alternativa es instalarse en la inestabilidad o,  peor todavía, en la fractura. Los últimos años han sido muy crispados pero una democracia madura debe ser capaz de manejar la nueva situación en sentido constructivo.

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