¿Construirá el PSOE un nuevo discurso de España? 

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el primer secretario de los socialistas catalanes, Miquel Iceta.
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el primer secretario de los socialistas catalanes, Miquel Iceta.

El PSOE, que está viviendo tensiones internas ante ese conflicto, tiene la oportunidad de ocupar un papel central en la solución, siempre que antes tenga claro cual es su papel.

¿Construirá el PSOE un nuevo discurso de España? 

La confusión en la que se ha instalado el PSOE sube peldaños cada día. Hasta ahora dos alcaldías de su coaligado el PSC, las de Sant Boi y Pineda, han protagonizado sendos esperpentos al tratar de impedir la estancia en sus respectivos términos municipales de funcionarios policiales estatales. Las excusas han sido bochornosas, una alcaldesa  está por la paz y el otro alcalde por la convivencia. Obviedades de parvulario pues nadie defiende la guerra ni el conflicto. Ni uno ni la otra han presentado la dimisión por dignidad, una palabra excesiva tal vez para ellos.

A esos dos políticos, además de enseñarles la puerta de salida, hay que recordarles la herencia de su propia organización, en la que concejales, alcaldes, senadores e incluso un ex-ministro catalán, pagaron con su vida la firme postura ante el terrorismo. Fueron algunos de los más de 800 muertos por el terrorismo de ETA en defensa de las libertades que tanto apreciamos.  Como hay que recordarles que durante muchos años, centenares de alcaldes, concejales y diputados tuvieron que acostumbrarse a vivir con escolta, permanentemente amenazados por el mismo tipo de movimiento totalitario que ahora quiebra la idílica paz  de sus consistorios: el nacionalismo xenófobo.

Al PSC debería de preocuparle la abierta sumisión de esos alcaldes ante la presión de la masa y la claudicación ante el pensamiento único nacionalista. Malos alcaldes serán si no todavía no conocen cual es el papel de las fuerzas de seguridad y peores si ignoran el reparto de competencias estatales, autonómicas y locales.

Así se está escribiendo la historia más triste de la democracia española. La comunidad que fue durante muchos años referente de modernidad, cultura, innovación e internacionalización, es hoy un lugar cerrado, hostil a sus propios compatriotas que no secunden el pensamiento único, intolerante con los extranjeros, insubordinado ante la Ley y avasallador con la minoría política. Quienes están obligados a poner diques ante la marea irreflexiva, no pueden claudicar ni abdicar de sus obligaciones. Si no se sienten capaces que dimitan.

El PSOE, que está viviendo tensiones internas ante ese conflicto, tiene la oportunidad de ocupar un papel central en la solución, siempre que antes tenga claro cual es su papel. Si acierta a construir un nuevo discurso de España, del que todos los partidos carecen, si es capaz de definir una estrategia viable reformista y con suficientes complicidades para desembrollar el callejón sin salida al que ha llevado el golpe de Estado institucional de Cataluña, entonces tendrá la mejor oportunidad electoral en mucho tiempo.

Suficientes voces cualificadas en su interior han aportado ideas y propuestas, sin demasiado éxito hasta la fecha. El tacticismo electoral en una coyuntura dramática como la actual, es difícil de explicar y aún más difícil de entender. Ayer el Jefe del Estado fue contundente, abriendo la puerta a las medidas coercitivas. El tiempo del diálogo pasó y quienes ahora lo defienden cínicamente, al mismo tiempo avanzan en todas las líneas de confrontación. Es lamentable que hayamos llegado a este punto, pero las responsabilidades tienen nombre y apellidos. Ahora toca restaurar la normalidad y luego comenzar a desdramatizar los problemas, crear puntos de encuentro y  construir escenarios de futuro que eviten repetir errores pasados.

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